EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre». (Evangelio del día). Jesús anuncia un "aviso a navegantes" y previene a los que busca "cumplir la ley" sólo con la letra. Y Jesús tiene razón: No se trata de quedarnos en lo estético y externo de la liturgia, las celebraciones, las oraciones y las acciones (que también hay que disfrutarla), sino ahondar en su sentido orante, sacramental, ritual y activo. La clave es cumplir la "voluntad del Padre". ¿Y cómo lo hacemos? ¿Cómo la descubrimos? San Pablo dice que es "lo bueno, lo que agrada y lo perfecto". Ahora el tema está en ¿qué es para nosotros "lo bueno, lo que agrada y lo perfecto"? Habrá algunas apreciaciones pero hay un sentido natural para descubrirlo que no nos engaña y el Señor no se complica demasiado. En este punto, creo que nos viene bien distinguir entre beatismo y beatitud. No se acude a la vida de fe para "acallar" conciencias, para cumplir preceptos y ritualizar vanamente las celebraciones. Sino "escuchar", en la conciencia, la voz de Dios, vivir los preceptos y participar de las celebraciones (con sus ritos, claro). No hay que complicarse más buscando la "voluntad" de Dios, ni quedarte esperando a que "venga". La santidad de la propia vida, la vida sacramental, la vida penitencial, la compañía de buenos amigos y los sacerdotes te irá indicando los signos de la voluntad de Dios, todo lo demás "fíltralo" con la Palabra. Santa María, fiel a la Palabra, ruega por nosotros.
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