Trata a tu cuerpo con el respeto debido, reconócele la dignidad que tiene como parte constituyente de tu persona. En un mundo que ha convertido el cuerpo en un objeto de consumo, en un producto dominado por la estética y las apariencias, es preciso que reconozcas en tu cuerpo una parte más de ti mismo, un instrumento de expresión de tu amor, tu amabilidad y afectividad, el modo concreto en que existes aquí y ahora, el reflejo a través del cual los demás descubren tu personalidad.
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