viernes, 24 de enero de 2014

EL PAPEL SOCIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

Obispado de Cádiz y Ceuta
 
Rafael Navas, director de Diario de Cádiz
 
Vocación. Desde muy joven quise dedicarme al oficio de escribir para contar cosas a los demás. Había otras profesiones con más salidas o con más glamour, esas que permiten ganar mucho dinero o tener más tranquilidad. Pero yo prefería un trabajo en el que el universo diario fuese cambiante, en el que las horas no se contabilizasen sino para disfrutar de lo que hacía y en el que conocer gente y aprender cada día algo nuevo fuese mi recompensa más allá de un sueldo justo, por supuesto.
Tuve la suerte de poder dedicarme a ello y cada día doy gracias a Dios por permitirme el lujo de enfrentarme a una hoja en blanco y dejar escrito algo que al día siguiente leerán muchas personas.
Un placer y también una responsabilidad. Porque el periodismo, este noble oficio que resiste con dificultades el paso del tiempo y los cambios constantes que impone la tecnología, es una herramienta que se puede usar para hacer mucho bien pero también mucho daño.
La teoría, y la ética y la conciencia, nos dicen que los medios de comunicación han de servir para informar objetivamente, para formar la opinión de los ciudadanos y para denunciar los abusos del poder y las injusticias. La práctica nos demuestra día a día que no es así porque los medios de comunicación están formados por personas que, como tales, cometen, cometemos, errores.
El ejercicio de la autocrítica es el primero que hay que hacer cada día en una profesión que se reinventa constantemente, al igual que el producto que ofrece a la sociedad, cada día diferente.
El papel social de los medios de comunicación (por algo los llamamos medios de comunicación social) es un aspecto que se olvida en muchas ocasiones. Los ciudadanos esperan mucho de los periodistas, confían en su papel como garantes de la transparencia, de la equidad y del control respecto a los responsables públicos. Esa labor es la que ha de mover, sorteando cada vez más dificultades, a unos profesionales que en estos momentos de crisis también están, estamos, en el ojo del huracán y las iras de muchos ciudadanos que lo están pasando mal. Por eso es el momento de recuperar ese prestigio que ha ido perdiendo el periodismo en la sociedad y volver a mirar a los ojos de los protagonistas de las historias que de verdad interesan.
A pesar de los duros ajustes que se han producido en los medios de comunicación, del avance de nuevas tecnologías y de la presión de políticos y grupos de poder, el periodismo seguirá existiendo. Y precisará de buenos profesionales que lo ejerzan, como viene sucediendo en los últimos tres siglos. Con soportes diferentes, sí, pero periodismo al fin y al cabo. Los contenidos tendrán que seguir siendo elaborados por profesionales cada vez más preparados, mejor formados y con un concepto de su trabajo bien distinto al de hace años. Y más que una formación tecnológica y una especialización, que es fundamental, lo más importante será una conciencia ética y un convencimiento profundo del servicio a los demás que tiene este trabajo.

La sociedad en la que vivimos no podría entenderse sin los medios de comunicación. Gracias a ellos, más allá de informar cada día, se han solucionado problemas, se han denunciado injusticias y se han podido conocer situaciones hasta ahora desconocidas. Por supuesto que han cometido también errores, como se supone a cualquier labor, pero han sido más las luces que las sombras. Que continúe siendo así depende, en buena parte, de nosotros, los profesionales que ahora celebramos la festividad del Patrón San Francisco de Sales. Que él nos siga guiando para que, trabajando siempre con la ilusión del primer día, podamos contribuir a tener una sociedad más culta, más crítica y más justa.
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