Ary Waldir Ramos Díaz
ROMA. En el marco de las celebraciones de la 47ª Jornada Mundial de la Paz, padre Rocco D’Ambrosio, profesor de Filosofía Política de la Facultad de Ciencias Sociales en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, ha comentado a Aleteia.org el Mensaje de papa Francisco para la ocasión.
Padre D’Ambrosio es también profesor de Ética de la Publica Administración en la Escuela Superior de Administración del Ministerio del Interior en Italia. Además de ser profesor invitado de la Loyola University Chicago- Rome Center.
¿Qué opinión tiene del compromiso de papa Francisco por la paz en el mundo?
Padre D’Ambrosio: «Creo que sea un compromiso muy fuerte, muy motivado y en sintonía con todos sus predecesores. Los papas se han distinguido siempre por sus esfuerzos a favor de la paz en todas las épocas a pesar de algunas luces y sombras en la historia eclesial.
Precisamente en papa Francisco veo la capacidad de ir a la raíz de los problemas políticos que son obstáculo de la paz en el mundo. Me refiero a la carta al presidente Putin sobre el peligro de un conflicto en Siria. Allí el papa ha demostrado de tener muy clara la lectura del escenario internacional y de intervenir no haciendo un genérico apelo a la paz, sino pidiendo al presidente Putin y a las autoridades políticas de evitar un conflicto desastroso».
Según el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI) en 2012 para financiar los arsenales cada habitante del planeta ha gastado, sin saberlo, 258 dólares. ¿Por qué el mundo debe invertir más en armas que en alimentación, educación o ayuda humanitaria? ¿Por qué la humanidad está perdiendo el camino de la fraternidad?
Padre D’Ambrosio: «Apropósito de la actualidad, debemos recordar la posición de papa Francisco sobre la producción y el comercio de armas. En general, el papa evoca lo ya escrito en el Vaticano II y en otras encíclicas, pero por primera vez el pontífice ha dicho que el problema de la paz está relacionado a la superproducción de las armas. Jamás un pontífice ha sido tan explícito.
Puedo decir, que a mi me hizo recordar las palabras de un pastor de la región italiana de Puglia, don Tonino Bello, yo vengo de allí, quien utilizaba las mismas palabras de papa Francisco para decir que el comercio de armas era la primera plaga de las guerras. Las guerras se hacen con las armas y si no nos comprometemos a reducir la producción, y sobre todo el comercio ilegal de las armas, no llegaremos nunca a una paz verdadera, y a la fraternidad».
Padre D’Ambrosio es también profesor de Ética de la Publica Administración en la Escuela Superior de Administración del Ministerio del Interior en Italia. Además de ser profesor invitado de la Loyola University Chicago- Rome Center.
¿Qué opinión tiene del compromiso de papa Francisco por la paz en el mundo?
Padre D’Ambrosio: «Creo que sea un compromiso muy fuerte, muy motivado y en sintonía con todos sus predecesores. Los papas se han distinguido siempre por sus esfuerzos a favor de la paz en todas las épocas a pesar de algunas luces y sombras en la historia eclesial.
Precisamente en papa Francisco veo la capacidad de ir a la raíz de los problemas políticos que son obstáculo de la paz en el mundo. Me refiero a la carta al presidente Putin sobre el peligro de un conflicto en Siria. Allí el papa ha demostrado de tener muy clara la lectura del escenario internacional y de intervenir no haciendo un genérico apelo a la paz, sino pidiendo al presidente Putin y a las autoridades políticas de evitar un conflicto desastroso».
Según el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI) en 2012 para financiar los arsenales cada habitante del planeta ha gastado, sin saberlo, 258 dólares. ¿Por qué el mundo debe invertir más en armas que en alimentación, educación o ayuda humanitaria? ¿Por qué la humanidad está perdiendo el camino de la fraternidad?
Padre D’Ambrosio: «Apropósito de la actualidad, debemos recordar la posición de papa Francisco sobre la producción y el comercio de armas. En general, el papa evoca lo ya escrito en el Vaticano II y en otras encíclicas, pero por primera vez el pontífice ha dicho que el problema de la paz está relacionado a la superproducción de las armas. Jamás un pontífice ha sido tan explícito.
Puedo decir, que a mi me hizo recordar las palabras de un pastor de la región italiana de Puglia, don Tonino Bello, yo vengo de allí, quien utilizaba las mismas palabras de papa Francisco para decir que el comercio de armas era la primera plaga de las guerras. Las guerras se hacen con las armas y si no nos comprometemos a reducir la producción, y sobre todo el comercio ilegal de las armas, no llegaremos nunca a una paz verdadera, y a la fraternidad».
La corrupción y el crimen organizado van contra la fraternidad…
Padre D’Ambrosio: «Hablemos claramente: si por un lado decimos de comprometernos a convertirnos en hermanos, pero por el otro producimos armas, entonces estamos de frente a una hipocresía. Estamos quitándole dinero al desarrollo, así no podremos jamás disminuir el hambre, la ignorancia, las malas condiciones sanitarias y culturales.
Si me permite, quisiera recordar aquel triste fenómeno que es la inmigración clandestina: cada vez que llega un barco de clandestinos a las costas italianas, sino han sido descubiertos por las fuerzas de seguridad, ese mismo barco se devuelve al puerto de origen con armas, después de haber llevado inmigrantes y bolsas llenas de droga.
Esto debe ser claro, la mafia global tiene intereses en diversos sectores que van desde el tráfico de clandestinos, los alcaloides y las armas. Y son las armas que llegan a esos países, las que alimentan los conflictos aún pendientes».
¿Cuál es el papel que debe tener la política en la eliminación de los arsenales y de la criminalidad implícita en su comercialización?
Padre D’Ambrosio: «El papel de la política es enorme. El Concilio Vaticano dice que la comunidad política es responsable de producir el bien común. En el mensaje para la paz se habla de corrupción y de crimen organizado, cosas contrarias a la fraternidad. Entonces, los lideres políticos tienen como compromiso el de bajar los niveles de corrupción y de derrotar las mafias globales que están contra el desarrollo.
Es bueno recordar que los fieles en todo el mundo en relación a la criminalidad también tienen un cierto escepticismo: “Ellos estarán siempre entre nosotros” dicen con resignación. Sin embargo, de esta manera nunca tendremos una verdadera fraternidad. Pensemos al papa que ha escrito en la Evangelii Gaudium: en una misma ciudad existen barrios donde se vive bien y barrios donde se vive mal. De esta manera non tendremos jamás una verdadera fraternidad».
La economía mundial está creando cada vez más pobreza entre las personas. En los países de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) o en la rica Europa occidental; “la globalización de la indiferencia”, así llamada por papa Francisco, está creando una nueva onda de crisis económica y social. En esta situación, ¿es posible alcanzar la paz sin una justicia social global?
Padre D’Ambrosio: «No es posible. Debemos también admirar que en el Mensaje, el papa resuelve con claridad una ambigüedad cuando dice que la globalización, como la estamos viviendo hoy, ha inducido a las personas a situaciones de pobreza absoluta, indicadas en las cifras del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. El problema es que ha aumentado el número de personas en pobreza relativa, y el papa hace referencia a los contextos sociales y culturales en los cuales estas personas viven.
Ahora este mensaje es clarísimo: la globalización hace el bien por una parte, pero por otro hace aumentar el número de pobres en pobreza relativa. En los países desarrollados pensemos a los desocupados, a los jóvenes que no encuentran trabajo; situaciones que incluye la crisis económica mundial. Las palabras del papa tienen una claridad única: el sistema económico como ha sido pensado hoy deber ser reformado con una ética de la gratuidad y corregido sobre los temas de la justicia y de la solidaridad».
¿Cuales son los obstáculos que la política debe remover para garantizar iguales derechos a todos?
Padre D’Ambrosio: «Los obstáculos creo sean dos. El más grande es de la cultura. Nosotros tenemos una idolatría de la ganancia. El papa evoca sea Juan Pablo II que a Benedicto XVI cuando habla del afán del lucro y del poder. Este es un dato cultural fuerte: Si una persona que tiene la responsabilidad política, social y cultural tiene este deseo desenfrenado de ganar y aprovecharse de los demás, entonces es un gran obstáculo y hace una podredumbre de la política. Es un problema cultural pero también educativo: lucrar y gobernar sin alguna regla ética.
El segundo aspecto es que nosotros los cristianos estamos llamados a estudiar todos los mecanismos económicos nacionales e internacionales. Pensemos a todos los mecanismos financieros de los bancos. ¿Cuánto desarrollo, justicia, solidaridad producen estos mecanismos?
Pensemos al acceso al crédito. ¿Quienes pueden acceder al crédito?
Hemos inventado el microcrédito para ayudar a los campesinos. Si un campesino en una zona pobre del mundo pide al banco un préstamo para comprar un medio agrícola, no lo miran ni siquiera a la cara. Pero esto es sólo un ejemplo. Se necesita un compromiso cultural pero también técnico para reforzar los sistemas económicos-políticos que crean la injusticia y van contra el desarrollo».
Padre D’Ambrosio: «Hablemos claramente: si por un lado decimos de comprometernos a convertirnos en hermanos, pero por el otro producimos armas, entonces estamos de frente a una hipocresía. Estamos quitándole dinero al desarrollo, así no podremos jamás disminuir el hambre, la ignorancia, las malas condiciones sanitarias y culturales.
Si me permite, quisiera recordar aquel triste fenómeno que es la inmigración clandestina: cada vez que llega un barco de clandestinos a las costas italianas, sino han sido descubiertos por las fuerzas de seguridad, ese mismo barco se devuelve al puerto de origen con armas, después de haber llevado inmigrantes y bolsas llenas de droga.
Esto debe ser claro, la mafia global tiene intereses en diversos sectores que van desde el tráfico de clandestinos, los alcaloides y las armas. Y son las armas que llegan a esos países, las que alimentan los conflictos aún pendientes».
¿Cuál es el papel que debe tener la política en la eliminación de los arsenales y de la criminalidad implícita en su comercialización?
Padre D’Ambrosio: «El papel de la política es enorme. El Concilio Vaticano dice que la comunidad política es responsable de producir el bien común. En el mensaje para la paz se habla de corrupción y de crimen organizado, cosas contrarias a la fraternidad. Entonces, los lideres políticos tienen como compromiso el de bajar los niveles de corrupción y de derrotar las mafias globales que están contra el desarrollo.
Es bueno recordar que los fieles en todo el mundo en relación a la criminalidad también tienen un cierto escepticismo: “Ellos estarán siempre entre nosotros” dicen con resignación. Sin embargo, de esta manera nunca tendremos una verdadera fraternidad. Pensemos al papa que ha escrito en la Evangelii Gaudium: en una misma ciudad existen barrios donde se vive bien y barrios donde se vive mal. De esta manera non tendremos jamás una verdadera fraternidad».
La economía mundial está creando cada vez más pobreza entre las personas. En los países de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) o en la rica Europa occidental; “la globalización de la indiferencia”, así llamada por papa Francisco, está creando una nueva onda de crisis económica y social. En esta situación, ¿es posible alcanzar la paz sin una justicia social global?
Padre D’Ambrosio: «No es posible. Debemos también admirar que en el Mensaje, el papa resuelve con claridad una ambigüedad cuando dice que la globalización, como la estamos viviendo hoy, ha inducido a las personas a situaciones de pobreza absoluta, indicadas en las cifras del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. El problema es que ha aumentado el número de personas en pobreza relativa, y el papa hace referencia a los contextos sociales y culturales en los cuales estas personas viven.
Ahora este mensaje es clarísimo: la globalización hace el bien por una parte, pero por otro hace aumentar el número de pobres en pobreza relativa. En los países desarrollados pensemos a los desocupados, a los jóvenes que no encuentran trabajo; situaciones que incluye la crisis económica mundial. Las palabras del papa tienen una claridad única: el sistema económico como ha sido pensado hoy deber ser reformado con una ética de la gratuidad y corregido sobre los temas de la justicia y de la solidaridad».
¿Cuales son los obstáculos que la política debe remover para garantizar iguales derechos a todos?
Padre D’Ambrosio: «Los obstáculos creo sean dos. El más grande es de la cultura. Nosotros tenemos una idolatría de la ganancia. El papa evoca sea Juan Pablo II que a Benedicto XVI cuando habla del afán del lucro y del poder. Este es un dato cultural fuerte: Si una persona que tiene la responsabilidad política, social y cultural tiene este deseo desenfrenado de ganar y aprovecharse de los demás, entonces es un gran obstáculo y hace una podredumbre de la política. Es un problema cultural pero también educativo: lucrar y gobernar sin alguna regla ética.
El segundo aspecto es que nosotros los cristianos estamos llamados a estudiar todos los mecanismos económicos nacionales e internacionales. Pensemos a todos los mecanismos financieros de los bancos. ¿Cuánto desarrollo, justicia, solidaridad producen estos mecanismos?
Pensemos al acceso al crédito. ¿Quienes pueden acceder al crédito?
Hemos inventado el microcrédito para ayudar a los campesinos. Si un campesino en una zona pobre del mundo pide al banco un préstamo para comprar un medio agrícola, no lo miran ni siquiera a la cara. Pero esto es sólo un ejemplo. Se necesita un compromiso cultural pero también técnico para reforzar los sistemas económicos-políticos que crean la injusticia y van contra el desarrollo».
Hoy se gastan alrededor de 1750 millardos de dólares para los gastos de guerra, una cifra importante respecto a los 13000 millones de dólares para la ayuda humanitaria que solicita la ONU a la comunidad internacional para mitigar la crisis de la Guerra en Siria y otros 17 países en conflicto. Una balanza desequilibrada que pesa más de la parte de las armas. ¿Que opinión tiene sobre este desequilibrio?
Padre D’Ambrosio: «Seguramente la balanza está desequilibrada. Yo sigo la política italiana y se dice siempre que se necesita gastar menos dinero en armas. Pero después en el Parlamento se dice: “no podemos hacer marcha atrás porque tenemos compromisos militares”, en las llamadas, erróneamente, “misiones de paz”. Si queremos gastar menos dinero en armas, debemos abrir seriamente una reflexión sobre la función de los ejércitos.
O consideramos los ejércitos como una defensa, así como lo dice el catecismo de la Iglesia Católica para protegernos ante una agresión externa, o en cambio les podemos considerar como ejércitos de ataque. En ese caso, gastaremos siempre más porque entramos en la competencia de ser los más fuertes».
Italia, en realidad no es un país amenazado por otros países, no obstante, el gobierno italiano invertirá en gastos militares 23.000 millones, según la ley de estabilidad. ¿Esto no es una contradicción respecto a la situación de crisis social y económica que vive el país?
Padre D’Ambrosio: «Son gastos que no se justifican. El problema es que desde el punto de vista político no ha habido nunca una discusión amplia en el Parlamento y en las otras sedes institucionales sobre que entendemos por defensa y sobre cuanto es justo gastar para nuestra defensa. Sino se inicia esta discusión, la cartera para el gasto militar será circunscrita a las actividades de los ministerios de la Defensa que tienden a gastar cada vez más con la justificación de que esos costos son indispensables».
Hay una nueva fase de la proliferación de armas tecnológicas con drones y soldados robot. Es suficiente un botón para matar a las personas. ¿Qué opina sobre esto?
Padre D’Ambrosio: «El problema es el potencial destructivo de los arsenales. Con el desarrollo tecnológico crece el potencial destructivo. Aquí se entiende porque el magisterio de la Iglesia Católica, a través de los papas, ha pedido siempre mejorar los instrumentos de las Naciones Unidas.
Digamos la verdad. No existe un gobierno mundial. Si un Estado decide de aumentar el potencial bélico e iniciar un programa para una, dos, tres bombas atómicas. ¿Quién lo para si el Consejo de Seguridad es un instrumento débil? El Consejo no es para formar policías para poblar el mundo, sino para que los países que forman la asamblea de las Naciones Unidas propongan instrumentos legislativos para reducir los riesgos. Fuera de esto no veo soluciones. ¿Quien puede parar un país que quiere dotarse de la atómica? Nadie».
¿Cual es el punto que más le ha llamado la atención del Mensaje de papa Francisco para la 47ª Jornada Mundial de la Paz?
Padre D’Ambrosio: «Una vez más, el estilo, la concreción, y el contenido. Él con ternura, pero también con profundidad insiste en que no puede haber fraternidad si no reconocemos que Dios es Padre. Pero lo hace con respeto también de las personas que no creen. Y esto es lo magnífico: no impone a Dios Padre, sino lo propone y lo sugiere a través de un camino que todos debemos seguir. Nosotros como creyentes, descubriendo siempre más de Dios Padre y, en cambio, quien no cree encaminándose. No existe verdadera fraternidad sino se reconoce a Dios como Padre. Este papa lo reconoce con ternura y abre este camino a todos».
Padre D’Ambrosio: «Seguramente la balanza está desequilibrada. Yo sigo la política italiana y se dice siempre que se necesita gastar menos dinero en armas. Pero después en el Parlamento se dice: “no podemos hacer marcha atrás porque tenemos compromisos militares”, en las llamadas, erróneamente, “misiones de paz”. Si queremos gastar menos dinero en armas, debemos abrir seriamente una reflexión sobre la función de los ejércitos.
O consideramos los ejércitos como una defensa, así como lo dice el catecismo de la Iglesia Católica para protegernos ante una agresión externa, o en cambio les podemos considerar como ejércitos de ataque. En ese caso, gastaremos siempre más porque entramos en la competencia de ser los más fuertes».
Italia, en realidad no es un país amenazado por otros países, no obstante, el gobierno italiano invertirá en gastos militares 23.000 millones, según la ley de estabilidad. ¿Esto no es una contradicción respecto a la situación de crisis social y económica que vive el país?
Padre D’Ambrosio: «Son gastos que no se justifican. El problema es que desde el punto de vista político no ha habido nunca una discusión amplia en el Parlamento y en las otras sedes institucionales sobre que entendemos por defensa y sobre cuanto es justo gastar para nuestra defensa. Sino se inicia esta discusión, la cartera para el gasto militar será circunscrita a las actividades de los ministerios de la Defensa que tienden a gastar cada vez más con la justificación de que esos costos son indispensables».
Hay una nueva fase de la proliferación de armas tecnológicas con drones y soldados robot. Es suficiente un botón para matar a las personas. ¿Qué opina sobre esto?
Padre D’Ambrosio: «El problema es el potencial destructivo de los arsenales. Con el desarrollo tecnológico crece el potencial destructivo. Aquí se entiende porque el magisterio de la Iglesia Católica, a través de los papas, ha pedido siempre mejorar los instrumentos de las Naciones Unidas.
Digamos la verdad. No existe un gobierno mundial. Si un Estado decide de aumentar el potencial bélico e iniciar un programa para una, dos, tres bombas atómicas. ¿Quién lo para si el Consejo de Seguridad es un instrumento débil? El Consejo no es para formar policías para poblar el mundo, sino para que los países que forman la asamblea de las Naciones Unidas propongan instrumentos legislativos para reducir los riesgos. Fuera de esto no veo soluciones. ¿Quien puede parar un país que quiere dotarse de la atómica? Nadie».
¿Cual es el punto que más le ha llamado la atención del Mensaje de papa Francisco para la 47ª Jornada Mundial de la Paz?
Padre D’Ambrosio: «Una vez más, el estilo, la concreción, y el contenido. Él con ternura, pero también con profundidad insiste en que no puede haber fraternidad si no reconocemos que Dios es Padre. Pero lo hace con respeto también de las personas que no creen. Y esto es lo magnífico: no impone a Dios Padre, sino lo propone y lo sugiere a través de un camino que todos debemos seguir. Nosotros como creyentes, descubriendo siempre más de Dios Padre y, en cambio, quien no cree encaminándose. No existe verdadera fraternidad sino se reconoce a Dios como Padre. Este papa lo reconoce con ternura y abre este camino a todos».
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