Jaime Septién
En su edición de Año Nuevo, el USA Today, uno de los diarios de mayor circulación en Estados Unidos –conocido por su modelo de periodismo de notas cortas y profusión de gráficas—, ha publicado un par de investigaciones que hacen mucho sentido sobre la situación actual del país cuya economía es la más poderosa del mundo.
El final de los Baby Boomers
Con la llegada a los sesenta años de la generación posterior a la Segunda Guerra Mundial, la de los “baby boomers”, junto con el enfriamiento progresivo de los flujos migratorios por los controles fronterizos, las deportaciones a los países de origen y el miedo constante a un ataque terrorista, la población de los Estados Unidos creció muy poco durante 2013.
De hecho, el crecimiento del número total de residentes en la Unión Americana en 2013 es apenas similar al crecimiento promedio de 1937, cuando la Gran Depresión había diezmado el “sueño americano”.
La Oficina de Censos de Estados Unidos mostró que el crecimiento de doce meses, al 1 de julio de 2013, fue apenas de 0.71 por ciento. En números redondos, la población creció en un poco menos de 2.3 millones de personas. Un año antes, de 2011 a 2012, el crecimiento había sido ligeramente superior –ya a la baja- de 0.75 por ciento.
Al primer día de este 2014, la Oficina del Censo estima que hay en Estados Unidos 317 millones 297 mil 938 personas con estatus de residencia permanente (a ellos hay que sumarle los residentes temporales y los trabajadores indocumentados, que, con sus familias, pueden ser más de 20 millones de personas; tan sólo la debatida reforma migratoria podría dar estatus de ciudadanía a 11 millones de “ilegales).
Coincide con la baja poblacional de uno de los estados con mayor fortaleza en el crecimiento del país, como lo es Florida, cuya migración ha venido cayendo. Los tres estados con mayor población –como lo son California, Texas y Nueva York-- también han sufrido el mismo freno.
Para los demógrafos, el bajón poblacional por la migración demuestra que la aportación poblacional de los estados del Noreste y del Medio Oeste de la Unión Americana, ha concluido: rindieron ya –tras las Segunda Guerra Mundial—su aportación al crecimiento demográfico del gigante del Norte.
Quizá lo que ha acontecido con los estados de Maine y West Virginia pueda ser un termómetro de lo que pasará pronto en otras entidades, de no aprobarse, por ejemplo, una reforma migratoria integral: ambas entidades, perdieron población en el año terminado el 1 de julio de 2013. Sus habitantes son los mismos que tenían en 2010.
El diablo deja de estar de moda
Por otro lado, el propio rotativo norteamericano publica en primera plana una encuesta hecha en noviembre de 2013 por el Harris Ineractive con dos mil 250 adultos en toda la Unión Americana. En ella se mostró, también, una consistente tendencia a la baja del porcentaje de estadounidenses que han dejado de creer en la existencia del diablo.
En esta encuesta –que se propone bajo el título de “¿El diablo te empujó a hacer eso?”—el USA Today resume la paulatina secularización de un país que tiene a Dios hasta en sus billetes y en el que toda clase de mendigos piden dinero o alimentos en nombre de Dios y en la mesita de noche de los hoteles siempre hay por lo menos un par de biblias. En este país --que pasar por ser el más religioso del mundo-- el temor a Satán está de salida
En la encuesta se muestra que del 62 por ciento de estadounidense adultos que creía en la existencia del diablo en los años 2006 y 2007, bajó a 60 por ciento en 2009 y a 58 por ciento en 2013, el porcentaje más bajo desde que se realizan este tipo de sondeos (en el país de los sondeos). En otras palabras, la religiosidad de los Estados Unidos se va centrando cada vez más en el espectáculo y el individualismo que en la profundidad y la celebración comunitaria de la fe.
El final de los Baby Boomers
Con la llegada a los sesenta años de la generación posterior a la Segunda Guerra Mundial, la de los “baby boomers”, junto con el enfriamiento progresivo de los flujos migratorios por los controles fronterizos, las deportaciones a los países de origen y el miedo constante a un ataque terrorista, la población de los Estados Unidos creció muy poco durante 2013.
De hecho, el crecimiento del número total de residentes en la Unión Americana en 2013 es apenas similar al crecimiento promedio de 1937, cuando la Gran Depresión había diezmado el “sueño americano”.
La Oficina de Censos de Estados Unidos mostró que el crecimiento de doce meses, al 1 de julio de 2013, fue apenas de 0.71 por ciento. En números redondos, la población creció en un poco menos de 2.3 millones de personas. Un año antes, de 2011 a 2012, el crecimiento había sido ligeramente superior –ya a la baja- de 0.75 por ciento.
Al primer día de este 2014, la Oficina del Censo estima que hay en Estados Unidos 317 millones 297 mil 938 personas con estatus de residencia permanente (a ellos hay que sumarle los residentes temporales y los trabajadores indocumentados, que, con sus familias, pueden ser más de 20 millones de personas; tan sólo la debatida reforma migratoria podría dar estatus de ciudadanía a 11 millones de “ilegales).
Coincide con la baja poblacional de uno de los estados con mayor fortaleza en el crecimiento del país, como lo es Florida, cuya migración ha venido cayendo. Los tres estados con mayor población –como lo son California, Texas y Nueva York-- también han sufrido el mismo freno.
Para los demógrafos, el bajón poblacional por la migración demuestra que la aportación poblacional de los estados del Noreste y del Medio Oeste de la Unión Americana, ha concluido: rindieron ya –tras las Segunda Guerra Mundial—su aportación al crecimiento demográfico del gigante del Norte.
Quizá lo que ha acontecido con los estados de Maine y West Virginia pueda ser un termómetro de lo que pasará pronto en otras entidades, de no aprobarse, por ejemplo, una reforma migratoria integral: ambas entidades, perdieron población en el año terminado el 1 de julio de 2013. Sus habitantes son los mismos que tenían en 2010.
El diablo deja de estar de moda
Por otro lado, el propio rotativo norteamericano publica en primera plana una encuesta hecha en noviembre de 2013 por el Harris Ineractive con dos mil 250 adultos en toda la Unión Americana. En ella se mostró, también, una consistente tendencia a la baja del porcentaje de estadounidenses que han dejado de creer en la existencia del diablo.
En esta encuesta –que se propone bajo el título de “¿El diablo te empujó a hacer eso?”—el USA Today resume la paulatina secularización de un país que tiene a Dios hasta en sus billetes y en el que toda clase de mendigos piden dinero o alimentos en nombre de Dios y en la mesita de noche de los hoteles siempre hay por lo menos un par de biblias. En este país --que pasar por ser el más religioso del mundo-- el temor a Satán está de salida
En la encuesta se muestra que del 62 por ciento de estadounidense adultos que creía en la existencia del diablo en los años 2006 y 2007, bajó a 60 por ciento en 2009 y a 58 por ciento en 2013, el porcentaje más bajo desde que se realizan este tipo de sondeos (en el país de los sondeos). En otras palabras, la religiosidad de los Estados Unidos se va centrando cada vez más en el espectáculo y el individualismo que en la profundidad y la celebración comunitaria de la fe.
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