Por: Julio Lozano
¡En la oscuridad se encendió una gran luz! ¿No nos está haciendo la descripción de un nuevo amanecer? Aparece el que es la Luz. Van a desaparecer las tinieblas. Con su brillo hará desaparecer la peor de las oscuridades en que nos podemos ver envueltos. Viene a traernos el perdón y la gracia, el amor y la paz. Con Jesús llega para nosotros la luz y la salvación.
Acerca del relato de los Magos, San Mateo no dice que fueran tres. Sí dice que ofrecieron tres presentes, pero no dice el número de sabios-magos que habían venido. ¡Quién sabe cuántos fueron!
Podemos ver que el itinerario de los magos hasta el Bebé-Dios consta de tres partes que reflejan en pequeño las etapas de la vida del creyente, según el pensamiento del evangelio de san Mateo.
a) Los magos dejan su casa, su tierra, sus quehaceres ordinarios de investigación, gobierno, etc. y siguen a la estrella (no pueden seguir a Cristo porque aún es un bebé y no se desplaza). Esto representa la ascesis, el despojamiento, la purificación de dejar cosas atrás para mejor seguir a Cristo.
b) Llegan a Jerusalén y anuncian el nacimiento del Niño. Y ¡vaya la que armaron con su anuncio!, nada menos que se conmocionó el rey Herodes y organizó la persecución y matanza de los inocentes. Es la etapa del apostolado, de la evangelización, con palabras y con obras (ellos venían desde lejos, con las incomodidades y peligros de los viajes).
Y c) al ver la estrella de nuevo, se llenaron de alegría, llegaron hasta la casa, “vieron al niño, y cayendo de rodillas, lo adoraron”. Es la etapa de la contemplación, del quedarse con Cristo.
Lleguemos hasta Jesús. Ante él queremos hoy postrarnos, con el oro, el incienso y la mirra de lo que es nuestra vida. Esas obras de amor que cada día queremos hacer; esa ofrenda de nuestra vida; esas limitaciones y debilidades nuestras cargadas de humanidad.
Lleguemos hasta Jesús. Ante él queremos hoy postrarnos, con el oro, el incienso y la mirra de lo que es nuestra vida. Esas obras de amor que cada día queremos hacer; esa ofrenda de nuestra vida; esas limitaciones y debilidades nuestras cargadas de humanidad.
Con respecto a la vuelta, observamos que los magos no se quedan ni se integran en el pueblo de Israel, en el pueblo elegido, sino que “se marcharon a su tierra”. Son un signo de que el cristianismo empezaría a extenderse en los pueblos gentiles y, lo que luego dirá Pablo, no hace falta ser primero judío para ser cristiano. Y añade el texto “por otro camino”, es decir, por el camino que es Cristo. Habiéndose encontrado con Cristo-Bebé, les cambia la vida, se transformaron y volvieron ya como evangelizadores.
¡Cuánto habrán apostolizado más tarde los magos en su tierra!
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