MIÉRCOLES 4 DE ENERO DE 2012
Que no se me olviden tampoco
... estos versos de Luis Alberto de Cuenca, inspirados en Faulkner, en el recién llegado último número de Clarín (96):
Sin amor, sin honor y sin orgullo,
sin emoción y sin complicidad
la poesía no tiene sentido.
El deber del poeta es escribir
sobre la compasión, la fortaleza
y la debilidad, sobre el espíritu
de sacrificio (que redime el mundo),
la piedad, el coraje, el heroísmo.
[…]
Que no se me olvide
Que no se me olvide que uno de los propósitos de este blogg a partir de verano fue darle un aire nuevo a base de dejar de contar lo primero que se me ocurriese e imponerme la disciplina de extraerle al día su perla o, siendo menos pretencioso, su pepita o, siendo menos pretencioso, su pipa. Me hacía, de paso, gracia que el lema de la renovación fuese "El cuento de la buena pipa".
Para hacer honor al lema, voy a volver a hablar de Carmen y sus pronombres. Y me he llevado el artículo con su mala pepita de mi mala uva al trampolínk, para que desde allí salte.
Cuando llegué a casa, L. me informó que C. había pintado la pared. "¿Le has reñido?" "Oh, sí, mucho". Pero en cuanto me vio, C. dijo: "Hamos" y me dio la mano y me llevó hasta la pared. Se planta allí, señala su garabato y luego se señala a ella, en mitad del pecho y firma: "Tú". Se vuelve a señalar: "Tú", y al garabato, para que quede bien clara la autoría. Ya veo yo la intensidad con que su madre le ha reñido. Pero a mí tampoco me sale ponerme serio, porque, aunque el dibujo aún deja mucho que desear, el orgullo es talmente ya el de toda una artista. "Dichosa la rama que al tronco sale", la bendigo, reconociéndome.
Para hacer honor al lema, voy a volver a hablar de Carmen y sus pronombres. Y me he llevado el artículo con su mala pepita de mi mala uva al trampolínk, para que desde allí salte.
Cuando llegué a casa, L. me informó que C. había pintado la pared. "¿Le has reñido?" "Oh, sí, mucho". Pero en cuanto me vio, C. dijo: "Hamos" y me dio la mano y me llevó hasta la pared. Se planta allí, señala su garabato y luego se señala a ella, en mitad del pecho y firma: "Tú". Se vuelve a señalar: "Tú", y al garabato, para que quede bien clara la autoría. Ya veo yo la intensidad con que su madre le ha reñido. Pero a mí tampoco me sale ponerme serio, porque, aunque el dibujo aún deja mucho que desear, el orgullo es talmente ya el de toda una artista. "Dichosa la rama que al tronco sale", la bendigo, reconociéndome.
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