lunes, 9 de septiembre de 2019

* MI CRISTO NO ES UN MUÑECO






Sé que mi artículo de hoy lunes es ciertamente demoledor para los que para defender razones "humanitarias" no tienen caridad alguna con los que pensamos de forma distinta y nos insultan llamándonos falsarios, hipócritas e incluso dudan de nuestras creencias y Fe insultando a Cristo, a ese Nazareno, a ese Crucificado al que llaman de forma peyorativa "muñeco".

Pues de eso habla mi semanal tribuna de todos los lunes en Información San Fernando, simplemente de eso.

Jesús Rodríguez Arias 







MI CRISTO NO ES UN MUÑECO



Mi Cristo no es un muñeco como piensan y dicen algunos para defender sus pretéritos argumentos. Mi Cristo no es un muñeco de madera o escayola más tieso que una mojama como dice algún que otro entendido en materia “humanitaria” que ha olvidado la caridad y la humanidad hacia otros que a lo mejor piensan distinto en la delicada situación de la emigración pero que son fervientes creyentes de oración y acción dentro de la Madre Iglesia que es Casa que nos cobija a todos.

Mi Cristo no es un muñeco es una imagen sagrada que representa a Jesús ese  que está en cualquier Sagrario en Presencia Viva, mi Cristo no es un muñeco tieso y muerto como argumentan esos que defienden esas tesis arrianas de la humanidad del Señor pero se olvidan de su divinidad cosa que obvian para seguir insultando a esos hipócritas católicos que al parecer somos todos menos ellos.

Mi Cristo no es un muñeco y esa aseveración es dañina pues insulta desde la bajeza y la impiedad la devoción más profunda de esa persona que reza y pone sus avatares bajo sus plantas. ¿Quién es quién para jugar con la Fe de los demás?

Mi Cristo no es un muñeco ni un muñeco es Cristo. Jesús me hace mirar con ojos de Misericordia a nuestros hermanos, aunque algunas veces no entienda lo que estos pretenden, Jesús me hace ver más allá del horizonte de las pateras, de barcos como el Open Arms o de alguna ONG de dudosa credibilidad. Sí, mi Cristo que no es un muñeco me hace ver un poco más cerca, al hermano que no tiene techo donde resguardarse o carece de lo mínimo para vivir y que está justamente a la vuelta de la esquina. Eso es una realidad a la que también tenemos que mirar con ojos llenos de caridad y misericordia porque el humanitarismo “pseudoprogre” mira más lo que viene de lejos que lo que está tan cerca que ni siquiera son capaces de verlo. Y no hablo de hipocresía, de juzgar a otros por no pensar y creer como yo, sino que hago ver que no todo lo que se dice es cierto. La página en blanco todo lo permite por eso algunos escriben y dicen sandeces para defender en lo que en verdad creen y piensan como que ese Crucificado, ese Nazareno, esa imagen de Cristo es un simple y vulgar muñeco…

Lo que me sorprende, mi capacidad de extrañeza hace mucho tiempo que quedó diluida, es que todavía muchos de los que comparten y opinan igual después puedan  pregonar, exaltar e incluso predicar a un “muñeco” que para mí y para muchos es una imagen sagrada de Jesús, del Cristo en el que creemos, rezamos y ponemos nuestros afanes ya sea en su altar o en la adoración personal en cualquier solitario Tabernáculo del mundo.

Tocar el espinoso tema de los migrantes que inundan los mares en pateras o que intentan cruzar la frontera exponiendo sus vidas y las de los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado mientras las mafias se lo llevan calentito y otros tantos miran para el otro lado en una diócesis como la nuestra es ponerte enseguida en contra de unos cuantos que por defender sus criterios son capaces de pisotear todo aunque no debemos olvidar que la solidaridad, lo humanitario, lo caritativo, está reñido con el negocio que es lo que hacen los que mueven millones de euros y dólares para quedárselos y son capaces de mover a millones de personas, las cuales para ellos no valen ni un céntimo, aunque sus vidas queden como un corcho flotando a la deriva.

Las políticas migratorias, contra la tráfico de personas, hay que respetarlas porque miran por el bien común más que el particular de unos cuantos aunque esto, para los pseudoprogres todavía instalados en la ñoña teología de la liberación, los que proclaman y defienden posturas arrianas y heréticas, sea motivo de “escándalo” porque según ellos se atenta contra lo humanitario tan lleno de solidaridad que proclaman una y otra vez dirigiendo el hedor de la inquisitorial inquina hacia quienes no compartimos argumentos con ellos.

Aviso a navegantes: ¡MI Cristo no es un muñeco!

Jesús Rodríguez Arias

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