Sé que mi artículo de hoy lunes es ciertamente demoledor para los que para defender razones "humanitarias" no tienen caridad alguna con los que pensamos de forma distinta y nos insultan llamándonos falsarios, hipócritas e incluso dudan de nuestras creencias y Fe insultando a Cristo, a ese Nazareno, a ese Crucificado al que llaman de forma peyorativa "muñeco".
Pues de eso habla mi semanal tribuna de todos los lunes en Información San Fernando, simplemente de eso.
Jesús Rodríguez Arias
Mi Cristo no es un muñeco como
piensan y dicen algunos para defender sus pretéritos argumentos. Mi Cristo no
es un muñeco de madera o escayola más tieso que una mojama como dice algún que
otro entendido en materia “humanitaria” que ha olvidado la caridad y la
humanidad hacia otros que a lo mejor piensan distinto en la delicada situación
de la emigración pero que son fervientes creyentes de oración y acción dentro
de la Madre Iglesia que es Casa que nos cobija a todos.
Mi Cristo no es un muñeco es
una imagen sagrada que representa a Jesús ese
que está en cualquier Sagrario en Presencia Viva, mi Cristo no es un
muñeco tieso y muerto como argumentan esos que defienden esas tesis arrianas de
la humanidad del Señor pero se olvidan de su divinidad cosa que obvian para
seguir insultando a esos hipócritas católicos que al parecer somos todos menos
ellos.
Mi Cristo no es un muñeco y
esa aseveración es dañina pues insulta desde la bajeza y la impiedad la
devoción más profunda de esa persona que reza y pone sus avatares bajo sus
plantas. ¿Quién es quién para jugar con la Fe de los demás?
Mi Cristo no es un muñeco ni
un muñeco es Cristo. Jesús me hace mirar con ojos de Misericordia a nuestros
hermanos, aunque algunas veces no entienda lo que estos pretenden, Jesús me hace
ver más allá del horizonte de las pateras, de barcos como el Open Arms o de
alguna ONG de dudosa credibilidad. Sí, mi Cristo que no es un muñeco me hace
ver un poco más cerca, al hermano que no tiene techo donde resguardarse o
carece de lo mínimo para vivir y que está justamente a la vuelta de la esquina.
Eso es una realidad a la que también tenemos que mirar con ojos llenos de
caridad y misericordia porque el humanitarismo “pseudoprogre” mira más lo que
viene de lejos que lo que está tan cerca que ni siquiera son capaces de verlo.
Y no hablo de hipocresía, de juzgar a otros por no pensar y creer como yo, sino
que hago ver que no todo lo que se dice es cierto. La página en blanco todo lo
permite por eso algunos escriben y dicen sandeces para defender en lo que en
verdad creen y piensan como que ese Crucificado, ese Nazareno, esa imagen de
Cristo es un simple y vulgar muñeco…
Lo que me sorprende, mi
capacidad de extrañeza hace mucho tiempo que quedó diluida, es que todavía
muchos de los que comparten y opinan igual después puedan pregonar, exaltar e incluso predicar a un
“muñeco” que para mí y para muchos es una imagen sagrada de Jesús, del Cristo
en el que creemos, rezamos y ponemos nuestros afanes ya sea en su altar o en la
adoración personal en cualquier solitario Tabernáculo del mundo.
Tocar el espinoso tema de los
migrantes que inundan los mares en pateras o que intentan cruzar la frontera
exponiendo sus vidas y las de los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado mientras las mafias se lo llevan calentito y otros tantos
miran para el otro lado en una diócesis como la nuestra es ponerte enseguida en
contra de unos cuantos que por defender sus criterios son capaces de pisotear
todo aunque no debemos olvidar que la solidaridad, lo humanitario, lo
caritativo, está reñido con el negocio que es lo que hacen los que mueven
millones de euros y dólares para quedárselos y son capaces de mover a millones
de personas, las cuales para ellos no valen ni un céntimo, aunque sus vidas
queden como un corcho flotando a la deriva.
Las políticas migratorias,
contra la tráfico de personas, hay que respetarlas porque miran por el bien
común más que el particular de unos cuantos aunque esto, para los pseudoprogres
todavía instalados en la ñoña teología de la liberación, los que proclaman y
defienden posturas arrianas y heréticas, sea motivo de “escándalo” porque según
ellos se atenta contra lo humanitario tan lleno de solidaridad que proclaman
una y otra vez dirigiendo el hedor de la inquisitorial inquina hacia quienes no
compartimos argumentos con ellos.
Aviso a navegantes: ¡MI Cristo
no es un muñeco!
Jesús Rodríguez Arias
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