En su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el Pontífice se detuvo a considerar el misterio de la Anunciación, es decir el momento en el que cambia completamente la historia del hombre
Barbara Castelli – Ciudad del Vaticano
Un pasaje “difícil de predicar”
Un pasaje del Evangelio de Lucas (Lc 1, 26-38) “difícil de predicar”, en el que el “Dios de las sorpresas” cambia el destino del hombre. Así lo subrayó el Santo Padre en su homilía, durante la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El pasaje del Evangelio de Lucas que hemos escuchado nos relata el momento decisivo de la historia, el más revolucionario. Es una situación convulsa, todo cambia, la historia se invierte. Es difícil predicar sobre este pasaje. Y cuando en Navidad o en el día de la Anunciación profesamos la fe para decir este misterio nos arrodillamos. Es el momento en que todo cambia, todo, desde la raíz. Litúrgicamente hoy es el día de la raíz. La Antífona que hoy marca el sentido es la raíz de Jesé, “de la que nacerá un brote”. Dios se agacha, Dios entra en la historia y lo hace con su estilo original: una sorpresa. El Dios de las sorpresas nos sorprende una vez más.
El Pontífice durante su homilía releyó el Evangelio del día a fin de que la asamblea pudiera reflexionar acerca de la envergadura del Anuncio.
Para Dios no hay nada imposible
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible”. Entonces María contestó: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel se retiró.
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