La tan proclamada superioridad moral de la izquierda tiene un punto en el que, guste o no, hay que concederla: su respeto hacia el electorado propio, su voluntad de cumplir lo prometido. En los últimos años se han producido dos grandes hundimientos en las urnas, uno a derecha -el del PP-, otro en la izquierda, el del PSOE. Pero la gran diferencia es que el PP ha sufrido su sangría por no atender las expectativas de sus electores, mientras que el PSOE de Zapatero y Sánchez se ve como se ve, con 84 diputados, por el catastrófico efecto de sus políticas, fiel reflejo de sus programas. Que esta diferencia fundamental es asumida por todos se observa en que la izquierda boicotea toda medida que la derecha intente, aún cuando suponga una exigencia de su compromiso electoral, mientras que un importante argumento, reiteradamente empleado por el PP para oponerse a iniciativas del PSOE, es que éstas no figuraban en su programa. Se da por hecho que lo que ha prometido lo cumplirá, sobre todo en el amplio campo de las ideas que no necesitan de fuerte respaldo presupuestario. No merece la pena, pues, oponerse demasiado.
Pedro Díaz Villanueva ha resumido muy bien la cosa en un tuit: "Pedro Sánchez a diferencia de Rajoy cumple las promesas que hizo a sus votantes". O por lo menos lo intenta, de lo que es buena prueba el frenético alud de medidas, anuncios y gatillazos que este Gobierno de encargo ha protagonizado en poco más de un mes. Y eso que apenas se nos ha referido el brutal choque con la realidad internacional que ha supuesto para Sánchez la cumbre de la OTAN en Bruselas.
La simple posibilidad de que la presidencia del PP pueda ser ocupada por alguien que parece tener intención de cumplir las promesas de su partido ha hecho saltar las alarmas mediáticas frente a tan peligroso derechista. Eco fiel del imaginario izquierdista, el inolvidable ZP ha hecho ver la amenaza ideológica que puede representar Casado, y ha alabado de Soraya "su gran capacidad de diálogo". Es tentador reducir las primarias del PP a un enfrentamiento entre las ideas y el más de lo mismo, algo que permitiría al menos la esperanza de un cambio, pero algunos sospechamos que en el código genético de ese partido existe una propensión al fraude que no depende ya de las personas. Pronto lo sabremos.
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