Miles de nicaragüenses salieron el sábado a las calles de la capital, Managua, como muestra de respaldo a los obispos del país, a la que el presidente Ortega ha definido como «golpistas»
«¡Obispo, amigo, el pueblo está contigo!», «¡Iglesia valiente, aquí está tu gente!», gritaban los fieles, ondeando la bandera patria, en la puerta de la catedral de Managua. Estaban a punto de marchar en una masiva manifestación a favor de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, convocada por diversas organizaciones de la sociedad civil con motivo de las reiteradas agresiones a obispos y sacerdotes –acusados por Ortega de «golpistas» por querer adelantar las elecciones de 2021 a 2019–, que están jugando un papel clave tanto en la defensa de los derechos humanos en el país como en el intento de reanudar el diálogo nacional para poner fin a la violencia.
«El presidente sabe que está mintiendo, sabe que los obispos no son golpistas. A él le da miedo que el pueblo se haya levantado, haya despertado, por eso acusa sin tener fundamento», asegura una de las manifestantes al corresponsal del diario El País. Ella es evangélica, pero asegura sentir un gran aprecio por los obispos católicos, que «han arriesgado sus vidas en las zonas atacadas por Ortega para evitar más derramamientos de sangre», y que «han abierto las parroquias para atender heridos y ser refugio de los perseguidos». «Apoyo a los obispos, a nuestros sacerdotes, porque ellos son los que han dado el cuerpo por nosotros», aseguraba la mujer.
En la marcha del sábado participó también Miguel Mántica, uno de los sacerdotes involucrados en la organización del diálogo. Esta marcha es el testimonio de que «el pueblo de Nicaragua quiere a la Conferencia Episcopal como canal de mediación. Creo que es inútil buscar otros caminos que no van a dar ningún fruto» advirtió en declaraciones a la web de periodismo independiente Artículo66. «Estoy sorprendido de cómo la gente de Nicaragua se sigue lanzando a las calles, prácticamente debajo de las balas, porque hemos sido agredidos en tantas ocasiones…», aseveró.
La marcha, que avanzó durante más de seis kilómetros desde la céntrica rotonda Jean Paul Genie hasta la catedral de Managua, marcharon unidos todos los miembros de la sociedad civil, católicos y simpatizantes de la labor de la Iglesia. «Cada persona que viene aquí está poniendo en riesgo su seguridad personal. Sin embargo, continúan viniendo. Es una gran muestra de cariño, de cercanía y de unión con los pastores de la Iglesia, con los obispos», añadió el sacerdote. Y afirmó que «ahí dónde se nos abra un huequito y podamos entrar, ahí vamos a estar nosotros para ayudar».
También hubo momento para la oración. Los participantes rezaron por los nicaragüenses que han perdido la vida, por los detenidos y torturados, por los desaparecidos y por quiénes han tenido que exiliarse en países vecinos. Incluso rezaron por la pareja presidencial, como asevera el corresponsal de Religión Digital: «Para que su cristianismo pueda ser verdad», decían los manifestantes, antes de iniciar la decena de la coronilla a la Divina Misericordia. También se rezaba por los paramilitares, por la Policía y por los funcionarios públicos.
Al término de la marcha, un estudiante universitario dedicó unas palabras de agradecimiento a la Iglesia: «Sin pensar en ustedes mismos ni en su seguridad, se han puesto al frente del pueblo», aseguró ante miles de personas.
Monseñor Carlos Avilés, vicario general de la archidiócesis de Managua y asesor de la comisión de diálogo nacional, aseguró que «como Jesucristo que estuvo dispuesto a poner la otra mejilla, nuestros templos siempre van a estar abiertos para todo aquel que tenga necesidad. La Iglesia siempre tendrá la opción por el diálogo, aunque sea criticada».
C. S. A
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