Lo leí en una página de internet: "En un ambiente pacífico y de respeto" (sic) se había evitado que Hazte Oír celebrase un acto en Cádiz. Me chocó un poco la paradoja. ¿De respeto con quién? Intrigadísimo, seguí leyendo.
Ana Camelo, concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Cádiz, fue categórica afirmando que "no son bienvenidos. No podemos consentir que fomenten el odio en nuestra ciudad y desde el Ayuntamiento queremos mandar todo nuestro apoyo a los colectivos LGTBI y a las madres y colectivos de personas trans". A mí lo del apoyo a los colectivos me parece bien. En cambio, lo de decirle a nadie que no es bienvenido a una ciudad, cuando eres concejal del Ayuntamiento, vulnera tanto las muy antiguas reglas de la hospitalidad como las muy modernas reglas de la neutralidad de las instituciones. Por último, decir que "no podemos consentir" y calificar, sin que medie sentencia ni nada, como "discurso del odio" lo que otros quieran decir me parece que es cruzar una línea roja. En una democracia, los únicos que no pueden consentir que se hable son, si acaso, los jueces, y aplicando la ley, y tras un proceso con todas las garantías.
¿Que exagero? No sé. Oigan a Rocío Sáez, destacada líder de Izquierda Unida: "Si las autoridades y la justicia no actúan contra este discurso del odio tendremos que ser los movimientos sociales y los partidos de la izquierda los que tengamos que pararlo". Lo han leído bien, sí. Reconoce que la Justicia no ha sentenciado nada. Por eso, la justicia popular aplicará su criterio, advierte.
Pacote Pizarro, secretario de diversidad y política LGTBI del PSOE, aprovechó la coyuntura para "dejar claro que en Andalucía, la provincia de Cádiz y la ciudad de Cádiz somos una tierra de tolerancia". La tolerancia, como el respeto y el ambiente pacífico dependen, por lo visto, de con quién. Pero así no son las cosas. La tolerancia hay que demostrarla con quien piensa distinto a ti. Cuanto más contrario, más tolerancia. Con los colegas, ya nos va con la fraternidad, la empatía o la complicidad. El respeto es tres cuartos de lo mismo. Implica unas diferencias insalvables que tienen que sobrellevarse con educación y calma. El ambiente pacífico tiene mérito cuando hay enemigos, siquiera sea en el plano ideológico. Después de haberlos echado de la plaza pública, a posteriori claro que nos queda un ambiente de lo más distendido y democrático, tolerante a tope.
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