martes, 25 de julio de 2017

MEDIO GAS; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Julio se agosta. Lo siento en el alma. Es un mes fundamental, axial, cenital. Está la luz en su máximo esplendor. Y medio verano por detrás, por lo que ya hemos calentado, y, sobre todo, medio por delante, para darlo todo todavía. La luz acortándose y el curso viniéndose encima de nuevo y los veraneantes cargando maletas en los coches no tienen nada que ver con julio. Su encanto supremo es su condición de mes a medias laboral. Casi todo el mundo, aunque conozco excepciones de agobio de trabajo a las que pido que no me las recuerden por correo o por las redes sociales o que lo hagan sin enfurruñarse conmigo, casi todo el mundo, digo, ha levantado el pie del acelerador. Hay gestiones que no pueden hacerse porque unos cuantos ya están de vacaciones y las que se hacen es con otro ritmo: por el calor, por la luz, por ósmosis, por qué sé yo. Julio es el mes a medio gas.
Pasa en política. Algo de tanto peso como el Brexit se va a tomar un respiro estival. El soberanismo catalán, aunque vaya en contra de su naturaleza más íntima, que es crispada, se relaja un poco. Desde los periódicos, intentamos mantener la seriedad, pero nos fijamos más en noticias ligeras y opiniones frívolas. El tono de las tertulias políticas es como de tertulia clásica. Se les va el hilo de la cometa a la charla aérea e intrascendente y apenas tienen fuerzas para enfadarse tanto como por lo visto exige el perfil profesional de tertuliano comme il faut.
Eso tiene muchas ventajas y ofrece enseñanzas impagables. Exportar el mes de julio nos ahorraría dinero en libros de autoayuda y en clases de yoga o análogos. Los que seguimos trabajando comprobamos que las cosas salen. Sin tanto estrés o ninguno. Con un semblante más relajado y sonriente. Y con frecuencia, mejor.
Las vacaciones puras son una maravilla, un precioso paréntesis de rentista, pero quién más quién menos todo el mundo asume que son irreales. Están hechas de la misma materia que los sueños. De los sueños al alba, encima, cuando el durmiente ya barrunta que le queda poco tiempo para oír el despertador, y se tapa la cabeza con la almohada para amortiguar el golpe.
El mes de julio nos presenta un modelo de equilibrio, un mundo posible donde todo fluye más lento e iluminado, las noticias malas no pesan tanto, las hay buenas, la ilusión flota en el ambiente y el trabajo se aligera, en todos los sentidos. El mes de julio es el viernes del año.

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