Cuatro años llevas
levantándote cada día allá en la Gloria y y te ensimisma en la mirada de la que
ha sido y seguirá siendo la Gracia y Esperanza de tu vida.
¿Qué pensarás cuando pierdes
la mirada en los dolorosos ojos de la Madre? ¿Cuántas personas se te vendrán a la
mente? Algunas ya están contigo en esa Casa de Hermandad Celestial y otros que
todavía caminamos por este valle de lágrimas y de incomprensión pues sabemos
nuestra meta pero a veces se nos olvida el camino.
Pepa vive por vuestras hijas y
por ti, por tu recuerdo, por tu Amor incondicional. Gracia y Macarena, siempre
Esperanza, están haciendo su vida, como es de ley, pero siempre con tu recuerdo
eterno pues eres ese asidero fiable donde se agarran en esas noches que parecen
eternas.
Tus hermanos viven en ti y en
cierta medida por ti. Lo hacen desde el cariño, la entrega, la donación que
supone el que cada día se levanten para honrar tu memoria, en perpetuar tu
recuerdo, en recordar tu legado.
Memoria, recuerdo y legado que
muchos, interesadamente o no, han decidido que hay que olvidar porque Ignacio
Bustamante Morejón que tanto hizo en su querida Hermandad del Huerto, en el
mundo cofrade así como en esta Bicentenaria Ciudad de San Fernando es mejor
silenciarlo no vayan a querer recoger firmas para una distinción, una calle o
una placa y eso en esta bendita Isla de nuestros orígenes es harto complicado
para las personas que han hecho mucho y bien. Sí, San Fernando en cierta medida
desde siempre ha sido muy rácana con los hijos que mucho han hecho. Aquí
estamos tan acostumbrados a ver medallas ajenas que somos incapaces de
ponérsela a uno de nuestros semejantes.
Hace ya cuatro años de ese
fatídico día, de esa jornada en la que empezabas tu “particular” Camino de
Santiago junto a unos buenos amigos, personas muy conocidas y queridas en esta
Isla de nuestras entrañas. Nunca llegaste a Santiago porque el Apóstol se
adelantó para darte, daros, ese eterno abrazo y con él conseguiste esa
compostelana que te daba acceso a la misma gloria donde seguro te recibió
Jesús, que se había incorporado de rezar en el eterno Huerto, con esa mirada
que tu clavabas diariamente en el Sagrario o en el altar del Titular de tu Cofradía
en la isleña Iglesia de la Pastora.
Cuatro años es tiempo
suficiente para olvidar los que quieran olvidar. En esta tierra la memoria
siempre ha sido muy frágil con sus hijos más predilectos que no son todos los
que son honrados de forma oficial. Cuatro años es tiempo más que suficiente
para se hubiera hecho justicia. Pocos son los que han seguido reivindicando tu
memoria como tu legado. Ahí está la Asociación de Jóvenes Cargadores Cofrades
que tienen instaurado su histórico Concierto de Marchas Procesionales cuando
comienza la Cuaresma con tu nombre y apellidos.
Otros, que también hay que
decirlo, se han jactado nombrando tu nombre a micrófono abierto ante respetable
auditorio y apoyados en nobles atriles cuando en vida te hicieron la vida imposible.
Esos mi querido hermano Ignacio son los oportunistas de cada momento, los que
sacan réditos hasta de la memoria de los muertos porque estos no pueden
defenderse. Esos mi querido hermano en la eternidad no tienen excusas ni pueden ser dispensados por hacer bueno lo que no puede serlo.
Pero aquí estamos los que
estamos, pocos pero unidos, en recordar que cada 24 y 25 de julio partió hacia
la Casa de Hermandad Celestial un hombre bueno, un buen cristiano, un buen
cofrade, un enamorado de La Isla a la cual veía y comparaba en cualquier lugar
que hizo mucho desde una entrega total, altruista, vocacional.
Tú estás por encima de honores
y florituras, tu humildad en vida te alejaba de todo ello, tú eras más de
abrazo sincero, hondos silencios, plegarias y versos salidos del mismo corazón.
Tú eras más de amigos que se
convertían en hermanos por la gracia de Dios que une lo que el hombre no puede
separar.
Tú eras más de cuarta fila que
de focos, escenarios y solamente te ponías ahí cuando tenías que proclamar a
los cuatro vientos la grandeza de Dios, la hermosura de María que fue, ha sido
y será siempre GRACIA Y ESPERANZA de tu vida.
Hoy te escribo estas palabras
salidas de corazón pues él me dicta las palabras que quiero queden escritas y
se proclamen más allá de lo que incluso pensamos para recordar tu memoria y
hacer justicia de un hombre bueno, de mi querido hermano en la eternidad Ignacio
Bustamante Morejón que continúa ensimismado en la mirada de María, Gracia y
Esperanza nuestra, por los siglos de los siglos.
Amén...
Jesús Rodríguez Arias
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