¡Qué poco cuesta ser agradecido y, sin embargo, cuánto se estima la gratitud!
Esa propina que dejas sobre la mesita del restaurante, sin decir palabra, sabría mejor si añadieras una sola palabra tan fácil de pronunciar: "¡¡GRACIAS!!"
Esa carta que recibes, ese telegrama, ese mensaje, esa verdura que comprar, esa llamada telefónica que atiendes, ese servicio que te presta cualquier empleado público, esa información que te dan en la estación.. todo eso y muchas otras cosas, si estuvieran salpicadas de la palabra ¡¡GRACIAS!! y de una amable sonrisa, sincera, cálida, no dejaría de llegar hasta el corazón de los demás y los volvería más abiertos, más dispuestos a la ayuda del prójimo, más solícitos.
Si cada día dijeras ¡¡GRACIAS!! a Dios por darte un nuevo día y por hacerte gozar de salud y de tantas otras cosas, la vida de tu espíritu sería más intensa y la vivirías con otra proye
No hay comentarios:
Publicar un comentario