Un nuevo miércoles y también un nuevo mes el cual abrimos con este artículo de nuestro recordado y por siempre querido Diego Martínez Salas.
Este toca el tema de "La Leyenda del "Sacamantecas" de Grazalema" y comparte autoría con Luis Ruiz Navarro.
Los miércoles desde hace ya varios meses son de GRAZALEMA y de Diego Martínez Salas pues con uno de sus artículos publicados en "Raíces de Grazalema" se cierra la edición de SED VALIENTES y tengo que decir que es un honor y un auténtico privilegio el colaborar para que la inmensa obra de nuestro querido Diego se mantenga y se siga divulgando.
Sirva, como siempre, este artículo como un homenaje lleno de cariño para la memoria de Diego así como para su viuda, hijos, madre, familia, amigos así como todo el pueblo de Grazalema y los grazalemeños.
Con mi admiración recibid todos un abrazo con sabor a eternidad,
Jesús Rodríguez Arias
raicesdegrazalema.wordpress.com
Publicado por Grazalema
Dos vasos de boticario con inscripción
AXUNG. HOMINIS
de grasa humana. S. XVIII.
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Luís Ruiz Navarro
Diego Martínez Salas
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-¿Qué niño no fue asustado en su infancia con el relato del “hombre del saco” quien en castigo a nuestras travesuras acudiría, en palabras de nuestros padres, para llevarnos y apartarnos de nuestras familias?
La tradición del hombre del saco o del sacamantecas, infalible para hacernos obedecer en la infancia, no era una pura invención del imaginario popular, sino que obedecía a una siniestra tradición de robos de cadáveres, secuestros y asesinatos cuyo origen hunde sus raíces en la Edad Media.
La grasa humana fue mencionada en las farmacopeas europeas desde el siglo XVI como un componente graso importante para la elaboración de los ungüentos. Johann Agrícola (1496-1570) autor de un importante tratado de farmacia describió la recuperación de la grasa humana y sus aplicaciones.
Junto al interés científico por las aplicaciones de la grasa (las empresas farmacéuticas alemanas llegaron a comercializarla en forma inyectable bajo el nombre de Humanol desde mediados del S. XIX); existió toda una cultura del curanderismo más siniestro que creía que los emplastes de “mantecas” de niños y el consumo de su sangre, regeneraban la vejez y aliviaban los dolores de huesos, muelas, gota, artritis reumatoide, curando la más grave enfermedad de la época: la tuberculosis.
Todo ello generó un marginal mercado negro, que en ocasiones dio lugar a algunos episodios de asesinatos como los cometidos a mediados del S. XIX por Manuel Blanco Romasanta, acusado de extraer la grasa de sus víctimas para venderla en Portugal a una onza de oro por gramo de grasa, o los crímenes de Gador y Málaga ya a comienzos del S.XX cometidos para aliviar la tuberculosis de quienes los encargaron. Los más conocidos y espantosos, dignos de una película de terror, fueron los cometidos en Barcelona por Enriqueta Martí en 1.913.
Ya hemos aludido en alguna ocasión a la singular figura del maestro regeneracionista de Grazalema Cándido Ruiz Ruiz, quien nos ha dejado en sus escritos un vivo retrato de la transición de Grazalema del siglo XIX al XX, y de otras antiguas tradiciones orales. En uno de estos escritos se describe el descubrimiento de los crímenes de uno de estos “sacamantecas”.
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Madre y abogada nuestra
Virgen santa y soberana
consuelo de pecadores
llena de Divina gracia.
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Dale valor a mi pluma
y fortaleza a mi alma
para que pueda contar
las más feroces hazañas
que ha podido cometer
Una fiera sin entrañas.
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La villa de Grazalema
ha presenciado éste drama
y solamente al pensarlo
se conmueven sus montañas.
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Había en éste pueblo un hombre
chiquito y ancho de espaldas
dicen que fue zapatero
allá por su tierna infancia
pero que de larga fecha
la suela no machacaba.
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Hace tiempo sin motivo
abandonó su morada
y dejando a la familia
para que comiera gachas.
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Cuentan que una moza rubia
fue de ésa huida la causa
y que en Jerez le ha dispuesto
comida, asistencia y casa.
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Un gran negocio de corchos
entre sus cuentas llevaba
más sólo chupó los huesos
otro comió las tajadas.
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De allí se pasó a Sevilla
donde unos parientes halla
y en un negocio muy sucio
se llenó todo de manchas.
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Dicen que los tales primos
han cometido una estafa
y a Gibraltar lo llevaron
para que sirva de tapa.
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En Sevilla está de vuelta
después de tamaña falta
y entre Silverio y las niñas
el dinero derrochaba.
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Viéndose después perdido
al Salvador imploraba
pidiendo le premiase
un billete que jugaba.
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Más Dios que todo lo ve
le dijo con justa saña
lárgate de aquí al momento
busca la vida y trabaja.
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Quiso seguir el consejo
y a Grazalema se marcha.
Y entre Busilis y el Largo
la vida aquí se pasaba.
El aguardiente no prueba
el vino le causa náuseas
y así juntó unos ochavos
que con codicia los guarda.
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PARTE SEGUNDA
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Tranquilo todo se halla
en nuestro querido pueblo
sin que turbara la calma
el más mínimo suceso.
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Mas ya de pronto se oyen
los rumores más diversos
pues van faltando niños
sin darse cuenta de ello.
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Las madres muy temerosas
ponen el grito en cielo
ante el temor que le roben
el hijo de sus ensueños.
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Las autoridades todas
aumentan también su celo
con el fin de averiguar
tan horroroso misterio.
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La guardia civil vigila
poniéndose en movimiento
el Jefe de policía
Y Ramoncillo, el sereno.
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Después de muchas pesquisas
y registros muy diversos
dan por fin con el lugar
del misterioso suceso
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En una casa algo oscura
situada en lo más céntrico
penetran un día los guardias
y se quedan patitiesos.
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Horrorizados se sienten
cuándo ya estuvieron dentro;
sólamente con pensarlo
se pone de punta el vello.
En un ciprés que allí existe
y en sus ramos verdinegros
están como veinte niños
todos colgados del cuello
muy cerca de una panera
donde dicen duerme el dueño.
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Entristecidos contemplan
inmenso montón de huesos
Sigue la causa su curso
hasta el final del proceso
y a garrote lo condenan
para que sirva de ejemplo.
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En el atrio de la Aurora
trabajan los carpinteros
y hacen un tablado
para que sucumba el reo.
Varias personas influyen
a fin que no tenga efecto
más no es porque no lo maten
es que les debe dineros.
El poner aquí la lista
es cosa de mucho tiempo
solo debe a sus paisanos
y a los que no son del pueblo.
Unos reclaman por sí
y otros como herederos
allí va con Salazar,
Manuel Ramos el zapatero.
La Cañonera, el Piojo
Y todos los taberneros:
Veguita, Izco, Juan Parra,
Villalobos el banquero
y otro que dio veinte duros
y que se fueron al cielo.
Más la justicia inflexible
no quiso atender sus ruegos
pues en cien años que viva
en pagar no tiene tiempo
Ya le sacan de la cárcel
en un burro caballero
le acompaña Juan del Río
y el nieto de la Barea.
No habiendo nadie que llore
entre los hijos del pueblo.
Ya le suben al tablado
para apretarle el pescuezo
más el dijo dos palabras
y el verdugo cayó muerto.
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Todos piden el perdón
con el ánimo sincero
para que sirva el refrán,
que es muy cierto y verdadero,
que los pillos tienen suerte
lo mismo aquí que en Toledo.
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