Capilla de la residencia de los jesuitas San Pedro Canisio en Roma Residenza San Pietro Canisio, Via dei Penitenzieri, 20 - 00193 Roma - Italia | |
La Capilla comienza y termina con un pequeño fragmento del ábside, que en la antigüedad significaba el seno del Padre, que eternamente engendra al Hijo, porque todo venía desde el ábside y se focalizaba en el ábside. La imagen del mosaico está inspirada en uno de los temas más ignacianos, a saber, la encarnación. Se ha optado por hacer en el lado izquierdo una alusión a la que es la segunda meditación de la segunda semana de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, es decir, la encarnación decidida por la Santísima Trinidad que contempla el mundo. Por lo tanto, hay una evocación simbólica de la Trinidad a través de los tres círculos que se penetran, que proceden uno del otro, que simbólicamente puede evocar el misterio de la unidad de las tres Personas divinas. | |
Vista panorámica
La Capilla de la residencia de los jesuitas San Pedro Canisio
Roma - Italia
Diciembre 2007
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La Virgen está sentada sobre una montaña de tierra. La montaña es el lugar de la revelación de Dios que se ha revelado sumamente en María, su Madre, que es la cima de esta montaña. Dicha montaña se encuentra dentro de una cueva, que es el símbolo del abismo, del vacío, del mal, de la muerte, del pecado, de la no salvación, del desastre tras el pecado. Tenemos así una antinomia muy rica: en los abismos de la humanidad, donde el hombre ha encontrado la nada y la muerte como salario del pecado, allí está la montaña suprema de la revelación de Dios, que se manifiesta justo donde hay un hombre en pecado y la muerte. De hecho, descendió hasta allí. Los antiguos Padres, Gregorio de Nisa, por ejemplo, hablan del pesebre como lugar de pecado. Cristo es colocado precisamente en este pesebre. Hay luego un encuentro de dos luces: la que desciende de lo alto y la que viene de la tierra, porque ahora la tierra ha vuelto a ser lo que era en el momento de la creación. No es una materia opaca, muerta, inerte muertos, que se obstina a la penetración del Espíritu y del amor, sino que se hace transparente. Justo debajo de la Virgen está ese tránsito entre la luz y la cueva, y la tierra se hace transparente. Hay un sacramentalidad del mundo, la materia en el sacramento vuelve a ser lo que fue al comienzo de la creación. | |
El nacimiento
La Capilla de la residencia de los jesuitas San Pedro Canisio
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Diciembre 2007
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José está detrás, como una columna, y mira hacia arriba, contemplando al verdadero Padre del Niño. En imágenes antiguas, que sin duda vio Ignacio, José estaba siempre un poco apartado, con el bastón -la raíz de Jesé, seca, que comienza a germinar. Luego había dos siervos que lavaban al niño, como siempre se hace en todos los partos, para demostrar que es verdadero hombre. A Ignacio, tal vez viendo alguna imagen de este tipo, le vino una inspiración interesante, más espiritual que estrictamente dogmático, es decir, nuestra participación en el proceso de la encarnación. En su meditación sobre la Encarnación, pone a esta sierva dentro de la cueva, para servir a la Virgen, al Niño Jesús, y estar disponible para hacer cualquier cosa que fuera necesaria. Ignacio hace ver la escena, invitando a pensar que allí están José, María, el Niño y la sierva. Luego dice: yo también querría ser un humilde servidor, pequeño e inútil, que se pone allí, dispuesto a hacer algo. Por tanto, la sierva se presta a hacer el tránsito entre los santos personajes y la humanidad: por un lado, participa, ayuda a la Virgen, envuelve al Niño en pañales, pero con la otra mano involucra a quien mira, invita a hacer lo mismo. El mosaico está hecho de modo que, al estar junto a la sierva, es decir, al participar en su actitud, se logra ver la mirada del Niño, es decir, poniéndose a disposición de Dios, antes o después encontrará su mirada. Nosotros somos vistos por dos rostros de mujeres: por la Madre de Dios y por la sierva que nos involucra. | |
La Virgen María con Jesús
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En la capilla hay vidrieras y nichos delante de cada ventana. | |
La vidriera del presbiterio y el Sagrario
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En las vidrieras están escritas algunas frases de la espiritualidad ignaciana y debajo una cita de la Palabra de Dios, que es viva y es el fundamento. Estos textos, pues, no debe ser tomados como teorías espirituales o teológicas, sino como palabras que han bebido en la Palabra de Dios y están vivas, porqaue han sido vividas por los santos, creando una unidad de pensamiento y vida. | |
San Ignacio de Loyola
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Diciembre 2007
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Por eso, enfrente de cada vidriera, en cada «palabra», hay una persona: san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier con la concha del bautismo y con el sol rojo, en alusión al Japón, y san Pedro Canisio con el libro en la mano, ya que fue el primer jesuita publicó un libro. Pedro Canisio está bendiciendo, porque a él se ha dedica la capilla y la residencia en la que se encuentra. | |
San Francisco Javier
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Estas vidrieras –que están al alcance del ojo porque está cercanas, donde es imposible representar una figura- se han hecho recuperando ese anclaje objetivo que representaban las figuras de los santos en los vitrales medievales, corrigiendo así el excesivo subjetivismo que puede llevar consigo el abstractismo. Si en la Edad Media obligaron a que la luz se refractara a través de las figuras de los santos, aquí se obliga a refractarse a través de las palabras espirituales. Debido a las letras, que son las de la Palabra de Dios, el artista se vio obligado a tener en cuenta una objetividad que ayuda a la refracción de la luz de modo nuevo y diferente. | |
San Pedro Canisio
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Blog católico que se fundamenta en la defensa de los valores del Humanismo Cristiano (Fundado: 7 octubre 2011)
domingo, 31 de julio de 2016
SAN IGNACIO DE LOYOLA SEGÚN EL PADRE RUPNIK
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