El ser humano no es tan egoísta como a simple vista puede parecer. Para contentarlo no pide grandes cosas: Un recuerdo el día de su cumpleaños, un saludo cuando se le encuentra, una flor, especialmente para las mujeres, un recuerdo después de un viaje. Cosas que cuestan poco a quien las ofrece y hacen sentir a quien las recibe estimado y apreciado: Ser alguien.
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