José Manuel Otero Novas, miembro de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y del grupo Tácito, que publicó artículos de prensa en Ya criticando los defectos del régimen franquista en los años setenta, desempeñó importantes cargos en los Gobiernos de Arias Navarro y Súarez, hasta ser ministro de Presidencia y Educación.
Acaba de publicar sus memorias, Lo que yo viví (Prensa Ibérica), en las que aparecen unas páginas dedicadas a la masonería, organización para unos todopoderosa y para otros simplemente filantrópica y hasta admirable.
-Una de las citas más interesantes del libro es con la que se resume los frutos de Tácito: “Si se constituyen minorías coherentes y decidas en torno a una idea, y si se tiene la paciencia de esperar al momento de crisis, que no se sabe cuándo vendrá, aunque siempre llega, esas minorías pueden contribuir eficazmente a orientar el futuro”.
- Si alguien piensa que los cambios políticos de una sociedad se producen por la decisión mayoritaria del pueblo se está haciendo una ilusión democrática. La dirección de los pueblos la marcan las minorías. Ahora no se puede hablar de eso porque suena mal, pero las que a principios del siglo XX Ortega y Gasset definiría como minorías selectas ésas son las que dirigen el mundo. Las masas no hicieron la revolución francesa; la hicieron, como todas las revoluciones, las minorías. La revolución rusa no la hicieron los campesinos, sino Lenin y unos cuantos amigos. Y también la revolución nacional-socialista en Alemania la hicieron unos pocos.
La Transición española también la hicieron minorías, pero una de las diferencias no despreciables entre ese movimiento de elites de 1975-1976 y los anteriores es que nosotros sometimos al pueblo nuestras decisiones.
También la caída de la Monarquía de Alfonso XIII fue un movimiento de elites, de la que la más importante no fue el Partido Socialista ni el Partido Radical, sino la masonería, que tuvo 156 diputados en las Cortes Constituyentes.
-Una de las primeras tareas que le encarga Manuel Fraga como ministro de Gobernación a usted, que es su director general de Política Interior, es dar curso a la Federación de Leones, cuyo expediente estaba paralizado, según conjetura usted, porque se les asociaba con la masonería. ¿Tantos son los masones y tan poderosos?
- Los masones españoles son entre 4.000 y 5.000, según ellos mismos, que es la misma cifra de miembros que tenía la masonería en 1931, a la llegada de la II República. Los masones son grupos minoritarios, que son los eficaces.
Yo creo que la masonería tiene influencia y poder, es actuante. En mi anterior libro, Mitos del pensamiento dominante (LibrosLibres), le dedique un capítulo, para el que hablé con mis amigos masones. Eso sí, la masonería no es la misma que la que existía en la II República.
- Mientras en otros países europeos hay normas que limitan el poder de los masones o les obligan a revelar su militancia si, por ejemplo, ejercen como jueces, en España, donde tradicionalmente ha sido perseguida, salvo en breves períodos como las dos Repúblicas y el Trienio Liberal, ya no existe ninguna ley. ¿A qué atribuye este privilegio?
- Roma prohibió las sociedades secretas. Ya entonces la política tuvo una prevención contra las sociedades secretas. Y seguramente encontremos esta prohibición antes que en el derecho romano en otras sociedades.
La masonería nace en los países cristianos y luego va derivando, para entendernos, a una posición anticristiana fue combatida por razones religiosas y también por razones políticas como tal sociedad secreta. Hubo poderes políticos que se consideraban enemigos de ella.
Por tanto, han existido dos tipos de leyes que la perseguían: las leyes contra todas las sociedades secretas y las leyes específicas, como la que existió en España en 1941.
Esta ley, de represión del comunismo y la masonería, desaparece en España en 1963, cuando la deroga la Ley de Orden Público (que crea el TOP) pero quedó en papel mojado desde el final de la Segunda Guerra Mundial porque Franco tenía que hacer su política con países que estaban gobernados por masones. Por ejemplo el presidente de EEUU, Harry Truman, parece que era masón.
A partir de 1963, ¿qué subsistía en contra de la masonería? Un artículo del Código Penal que consideraba delito la pertenencia a sociedades secretas.
En el año 1976, con Arias Navarro como presidente del Gobierno, el ministro Garrigues-Díaz Cañabate presentó una reforma del Código Penal, y todos nos fijamos que había una fórmula para legalizar el Partido Comunista. Sin embargo, nadie se fijó en que se suprimió del Código el delito referente a las sociedades secretas.Y por eso entonces en 1976 España era el país del mundo más favorable a la masonería.
José Manuel Otero Novas en la presentación de su libro "Lo que yo viví" (Prensa Ibérica) en el San Pablo-CEU
-Pero en la Constitución se prohíben las sociedades secretas…
-No sé cuál fue el origen, pero se redactó un artículo, el 22, donde se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar. Han pasado 40 años y el artículo no se ha desarrollado legislativamente. No ha pasado al Código Penal. Cabe preguntarse: ¿Y en 40 años por qué no lo hemos hecho? Quizás tenga algo que ver con si existe la masonería en España…
-Como muestra de la influencia de la masonería en todos los partidos, usted cita la erección de monumentos masónicos en numerosas ciudades españolas.
- En Madrid mismo tenemos el monumento a José Rizal, que era masón, y su estatua está delante de un obelisco, símbolo masónico. El Pasillo Verde ferroviario estuvo lleno de símbolos masónicos, que fueron destrozados por los gamberros durante las noches, pero en Delicias tiene el obelisco. Y fue un consorcio del PP y del PSOE, con José María Álvarez del Manzano, que es amigo mío y no es masón. También tenemos el obelisco de la Plaza de Castilla que pagó Caja Madrid.
Volvemos al principio: cuando cae la Monarquía, lo más organizado que hay en España es la masonería, y se llevan el gato al agua y hacen la Constitución de 1931. En los momentos de crisis, quien está organizado fácilmente domina.
Título: Lo que yo viví
Autor: José Manuel Otero Novas
Editorial: Prensa Ibérica
PVP: 22,50 euros
Comprar: Casa del Libro
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