Como ya muchos sabéis, hemos abierto un proceso de discernimiento, reflexión conjunta sensibilización y solidaridad frente al llamamiento del Papa Francisco a la acogida de refugiados. Para más información, te recuerdo este artículo en la Web del Obispado. Dios no permite al cristiano aceptar el mal, y nos encontramos frente a un drama humanitario de extrema gravedad.
Ya el Apóstol Santiago denunciaba la “riqueza podrida” de los ricos, y les recriminaba porque defraudaban a los trabajadores, y vivían “entregados al placer” (St 5, 1-6). De modo muy parecido el Papa Francisco dijo en Bolivia que el dinero injusto era “estiércol del diablo”, y denunció el capitalismo corrupto que descarta al pobre. Ahora acabamos de seguir al Papa Francisco en Estados Unidos. El sabe bien tender puentes a los alejados aceptando sus valores, pero es valiente defendiendo a los débiles y necesitados porque no se ocupa de si mismo, defiende el bien y la verdad, no su interés. En Nueva York nos ha pedido vivir la vida cristiana en su totalidad, y promover los valores de justicia y solidaridad; nos invitó a dar la vida y denunció el pecado del egoísmo, la injusticia, la desigualdad y el ansia de poder. Ojalá que el mundo entero quiera oír un mensaje así, un mensaje de compasión y de comprensión, y que nosotros lo vivamos con coherencia y entrega.
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