domingo, 30 de agosto de 2015

* DESDE VILLALUENGA: ¡CUANDO TAN SOLO FALTAN UNAS HORAS!



Tan solo faltan unas horas para que se cumpla uno de los momentos más importantes e íntimos que se pueden vivir en la Villaluenga de mi alma: La salida de la Virgen del Rosario, nuestra bendita Patrona, en el Rosario de las Piedras. 

Tan solo unas horas nos separan de vivir un acontecimiento de profunda fe donde la piedad popular, de todo un pueblo, se podrá vivir a corazón abierto en profundas plegarias.

Tan solo unas horas y para quien esto escribe bastante kilómetros de distancia.

He tenido el inmenso privilegio de estar, participar y también difundir en primera persona lo que supone para todos los payoyos, para todos los que profesamos una fe sin artilugios, este Rosario con la Virgen.

Hoy no podré, no podremos, estar junto a la Madre de Dios por las calles de mi bendito pueblo cuando de madrugada recorra las coquetas calles que adquieren un sabor especial: El sabor de la Fe que ilumina.

Dicen que la obligación está por encima de la devoción y en mi caso personal se cumple a rajatabla pues al caer esta madrugada del 31 de agosto en lunes no tengo más remedio que cumplir con mis responsabilidades profesionales. ¿Qué me hubiera gustado el poder estar junto a la Virgen, junto a las gentes de mi pueblo, en Villaluenga, en este íntimo y tan especial Rosario de las Piedras? ¡Mentiría si dijera que no! 

Aunque mi alma, mi corazón, mi mente estará en Villaluenga del Rosario mi cuerpo no lo puede estar.

¡Y me hubiera gustado tanto! 

Este preciso año hay razones muy poderosas, muy personales, por las que quería estar junto a nuestra Patrona. ¡Sí, este año pudiendo ser igual es tan diferente!

Este año en el que en las filas de tantos devotos faltarán personas tan queridas que ya alumbran el cielo junto a Dios y que hoy, precisamente hoy, no puedo ni me quiero olvidar.

Pero aunque no esté allí ofrezco a la Santísima Virgen del Rosario lo que ella ya sabe y le pido que todo sea para mayor gloria de Su Hijo, nuestro Señor.

En unos días, desde este preciso instante, no escribiré "desde Villaluenga", tampoco lo haré "para Villaluenga", desde lo más profundo de la intimidad, porque todos mis pensamientos están puestos en el pueblo que tanto amo, que me ha acogido con los brazos abierto donde soy tan inmensamente feliz y con el que estaré en deuda mientras viva: Villaluenga del Rosario.

Hasta dentro de muy poco y os pido, mis queridos y buenos amigos, que recéis por mí, por nosotros, cuando acompañéis a la Santísima Virgen  por las calles de nuestro pueblo en el Rosario de las Piedras.

Con un fraternal abrazo,

Jesús Rodríguez Arias

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