EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor». (Evangelio del día). Jesús, en todo momento, nos anima a estar "despiertos". No porque quiera que estemos en tensión, con miedos, amilanados, sino preparados para la "venida" de Cristo, vigilando, siempre, las acechanzas y tentaciones del demonio (y, en cuanto a este "elemento de cuidado", es un acoso permanente y tiene unas artimañas y argucias muy finas y sutiles). Jesús, sigue la lectura, nos reta en esta atención: «¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?». No se trata sólo de estar vigilantes, sino con una expectación, una preparación y un servicio activo. No nos podemos "dormir en lo laureles", embobados con cantos de maitines y mirando al cielo. Se trata de que nos espabilemos, estemos atentos "al paso de Dios", en actitud de búsqueda y de ver la necesidad y cuidado del otro y, ¡ojo!, tampoco siempre que los demás "me hagan" lo que yo puedo y debería hacer. Esto, en el fondo, es una forma de egoísmo, comodidad y pasotismo, dejándonos tentar por el demonio de la acedía (que esto no es un pescado, sino quedarte ensimismado, perdiendo el tiempo o haciendo cualquier trivialidad –o frivolidad-, porque no tienes otra cosa mejor que hacer). Pues que el Señor nos "provoque" a estar siempre alertas y "en orden de marcha". Santa María de Caná, ruega por nosotros. Y hoy, un regalo de San Pablo: «Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente; para que cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre.»
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