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Primera lectura., Tesalonicenses 4, 13-17
Hermanos: No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con Él.Lectura evangélica: Lucas, 4,16-30
En aquel tiempo Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era costumbre los sábados, y se pudo en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos para anunciar el año de gracia del Señor"II. Compartimos la Palabra
“No os aflijáis como los hombres sin esperanza”
Ante la eterna pregunta que los hombres de todos los tiempos nos hacemos sobre el final de nuestra vida, San Pablo nos recuerda la respuesta que los cristianos, gracias a Cristo, damos: “Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él”. No, no es la muerte el final de nuestro caminar humano. Nuestro destino final es la vida, pero no la vida como la de esta tierra, donde lo bueno se mezcla con lo malo, lo justo con lo injusto, el amor con el desamor, la fidelidad con la infidelidad… sino la vida como la desean todas las fibras de nuestro corazón, la vida en plenitud, la felicidad en plenitud, donde todo lo malo, lo raquítico, lo desasosegante, lo que nos hace sufrir, va a desaparecer para toda la eternidad.
Estamos enrolados, gracias a Cristo Jesús, en una historia de salvación no de perdición, una historia donde el caos, el vacío, el fracaso van a ser eliminados para siempre y no entrará en el diccionario vital de las personas humanas. Así nos lo ha prometido Cristo Jesús, que es Dios y es hombre y tiene recursos suficientes para cumplir tan bella y gozosa promesa: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, vivirá y vivirá para siempre”. No es extraño que san Pablo exhortase a los primeros cristianos: “No os aflijáis como los hombres sin esperanza”.
“Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres”
Jesús, como buen judío, iba todos los sábados a la sinagoga para escuchar las palabras de Dios. Pero este sábado, el que nos relata el evangelio de hoy, fue un sábado especial. Se puso en pie para hacer la lectura, que coincidió con el pasaje de Isaías. “El Espíritu de Dios está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”. Al terminar la lectura dijo: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Y siguió hablando y explicando el texto y “todos se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca”.
Es la presentación en sociedad ante sus paisanos de Nazaret. Bello texto que resume bien la vida de Jesús. Bello texto, porque fue bella la vida de Jesús. Donde hay amor hay belleza. Y la vida de Jesús fue un continuo acto de amor a todos los hombres de todos los tiempos, a los que ha venido a sanar nuestra ceguera, a romper las cadenas de nuestras ataduras, a liberarnos de todas nuestras esclavitudes.
No sabemos muy bien porqué, pero después de las alabanzas y buen recibimiento de sus oyentes… la historia se tuerce y se ponen en contra de él y hasta quieren despeñarlo, “pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba”.
Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)
Real Convento de Predicadores (Valencia)
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