viernes, 3 de julio de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «¡Señor mío y Dios mío!» (Evangelio del día). Esta exclamación le sale a Tomás desde lo más hondo de su ser, desde la experiencia real y vital de haber "palpado" a Cristo, ya resucitado. Tomás convivió con Jesús hasta su muerte y no era capaz de asimilar el misterio de la resurrección, no cabía en sus "entendederas". ¿No encontráis alguna similitud con nosotros? Ayer tuvimos oración de sanación en la Parroquia. Había que ver como nos acercábamos al misterio de Cristo en la Eucaristía, degustando la presencia de Jesús. Esta es la "experiencia" de Tomás que todos necesitamos. Pero, para poder proclamarla se requiere humildad y reconocer que no somos capaces de verlo. No se trata de ir para ver o sentir una "experiencia sensible" o una "experiencia mística", sino de estar con Aquel que te facilita la "experiencia" –y la gracia– de verlo. San Pablo, en el Oficio de Lecturas, nos da la clave de esta experiencia de Tomás: «Para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.» por ello se requiere ponerte en la mirada de Dios. ¡Hay experiencias que sólo se viven de rodillas! Santa María, Maestra de fe, ruega por nosotros.

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