Llegaba el sábado con cierta expectación pues era el día en el cual nos iban a visitar queridos y buenos amigos venidos expresamente para vernos y conocer de forma personal las excelencias de Villaluenga del Rosario pues son fieles lectores de cuanto escribo.
El sábado que era el antepenúltimo día de nuestras efímeras aunque gozosas y plenas vacaciones veraniegas en el mes más veraniego que existe: ¡Julio!
Han sido unos días vividos en toda su extensión donde el lunes hemos desayunado en Benaocaz, hemos ido a Ubrique para realizar algunas compras también hemos girado tradicional visita a Ronda en una tarde de aciago calor aunque ni por eso enmudecía su belleza, hemos cenado en el Molino del Santo en la frescura de la noche mientras el caudaloso río pasaba a nuestra vera, hemos disfrutado de la piscina de nuestro pueblo en toda su extensión durante dos días consecutivos, hemos tenido tiempo para descansar en la frescura de nuestra casa y de notar el placer de la atardecida en nuestra atalaya mientras un penetrante frescor se hacía más intenso según iban pasando las horas de las que nos iban dando cuenta las campanadas del cercano reloj de la Iglesia de San Miguel Arcángel.
También hemos podido disfrutar del pueblo en la máxima intimidad tomando una copa en la terraza de "La Posada" mientras conversábamos con Juande o con Rogelio que cuando el sol se había ocultado iba a dar un vistazo a los tomatitos cherry que ha plantado o ver cuidar su particular huerto a Pepe y su mujer. ¡Las vivencias de un día normal en Villaluenga!
Hace tanto solo 19 días se despedía de su cargo de máxima responsabilidad Vicente Ortells, Capitán de Navío, como Subdelegado de Defensa en Cádiz y al acabar ese mismo acto nos decía que en cuanto estuviese un poco más libre nos visitaría en Villaluenga del Rosario que era un lugar que querían venir desde hace mucho tiempo y que no han podido hacerlo por los compromisos propios de su alta responsabilidad.
Ayer sábado hacían su entrada Vicente Ortells junto a su esposa Lucía Gutiérrez junto a una pareja de buenos amigos como son Elena González-Lunaro y Bernardo. Debo decir que a Elena también hace mucho que la conozco pues los dos somos de San Fernando, nuestras familias se conocían y hemos compartido amigos en común así como una sana afición por hacer deporte. La verdad es que Elena es de esas personas que no cambian nunca y su sonrisa es el verdadero espejo de su propia alma.
Se instalaron en la Casa del Municipal de la que los cuatro quedaron totalmente prendados y fueron atendidos como siempre lo hacen Antonio y Catina.
Llegaron pasado el mediodía, como todo el calor, y en sus caras se notaba el cansancio propio a la dureza de un clima algo severo como en los últimos tiempos estamos viviendo.
Nosotros estábamos esperándolos en "La Posada" al frescor del aire acondicionado y charlando amigablemente con Isa, Ana y Miguel Ángel.
Una vez que los saludamos se instalaron mientras nosotros nos fuimos para casa. Al poco tiempo lo recogíamos para ir para almorzar juntos al que yo denomino como "centro gastronómico de Villaluenga": Casa Ana Mari.
Allí les pude presentar al que es una verdadera institución en el pueblo como es Diego Franco y a su hija Ana Mari que nos recibieron como si estuviéramos en nuestra propia casa y es que debo reconocer que yo con ellos así me siento.
En torno a la mesa fueron degustando visualmente un sitio único en el mundo así como las exquisiteces gastronómicas que salen de la cocina de tradicional y de siempre que regenta Ana Mari. Todo gustó porque lo que ofrecen es calidad y buen hacer.
Horas de amena conversación donde salieron toda clase de temas, donde pudimos disfrutar en torno a la mesa y al mantel, en perfecta comunión, de nuestra sólida amistad.
Cuando terminamos allá a las cuatro y media de la tarde nuestros queridos amigos se dirigieron a su casa para descansar y dormir un rato de plácida siesta mientras nosotros hacíamos lo mismo. A eso de las seis de la tarde los cuatro acompañados de Hetepheres se encaminaban a refrescarse a la piscina donde, lo que son las cosas, pudieron saludar a amigos en común de Lucía y es que las redes sociales no tienen límites.
A las siete y media, me encontraba tranquilamente en casa después de dormir mi tradicional siesta, leyendo en el patio de mi particular "atalaya" cuando los vi aparecer con caras de satisfacción aunque con una sed apabullante. Vicente, hombre recio, educado, caballero, distinguido, un auténtico señor, me dijo mirándome a los ojos: ¡Jesús, Villaluenga es el paraíso!
Charlamos un rato cuando el fresco ya empezaba a notarse y el calor iba desapareciendo dejando una tregua necesaria para nuestros cansados cuerpos. Sobre las nueve de la noche se fueron para su casa acordando que nos veríamos más o menos en una hora para que conocieran Villaluenga y sus gentes que es una forma diametralmente distinta de conocer mi bendito pueblo del por cada día que pasa me siento más a gusto y estoy más enamorado.
Paseo tranquilo en medio de la atardecida y un suave frescor que ayudaba a dar un paso tras otro. Le enseñamos las casas, nuestro particular Correos, "La Posada" contándole su historia, nos dirigimos hacia calle Torre hacia el cementerio más bonito y romántico que existe y que a esa hora se encontraba ya cerrado aunque pudieron comprobar el por qué en Villaluenga del Rosario si se puede descansar en paz por toda la eternidad. Bajamos la cuesta que desemboca en Arbolitos, pasamos por delante de la Velada, de la casa de Antonio y su perrita Luna que permanece cerrada, por la de Andrés y Mari así paso a paso nos encontramos con casi todos los miembros de la Familia Pacheco Benítez y les pudimos presentar a unas personas que significan mucho en nuestras vidas, que son oro puro con un corazón de auténticas piedras preciosas, donde el valor de la amistad la llevan impresa en sus nobles corazones. Miguel Ángel, María Jesús y su marido Pepe, Antonio Jesús, Esperanza y Marcos completaban la imagen de un cuadro de lo que es una Familia con mayúsculas, de esas que están a las maduras y sobre todo a las duras, que se quieren con locura y que se entregan a todos los que la necesiten.
También les presentamos a Charo, mujer de Rogelio, que iba dando un paseo con sus nietos mientras proseguíamos el paseo pasando por el viejo taller de Emilio Barea hasta desembocar en el coqueto Ayuntamiento de nuestro querido pueblo.
Podía ver a cada paso que dábamos como Vicente, Lucía, Elena y Bernardo se iban enamorando poco a poco de este bello enclave, de este prodigioso rincón. Llegamos hasta justamente la casa de Rogelio que a esa hora veía plácidamente la televisión en el salón de su casa y que le pedí a su hija que saliera porque quería presentárselo a mis queridos amigos porque irte de Villaluenga del Rosario sin conocer a Rogelio es marchar de forma incompleta.
Rogelio es de esas personas que llenan donde estén. Gracioso, simpático, amable, servicial, ocurrente. Un hombre de bien de una nobleza de corazón de la que se aprende con solo mirar y escuchar. Buen rato echamos con él.
Después, antes de cenar, Miguel Ángel nos invitó a todos a su casa y allí sentados tomamos un vaso de agua aunque Lucía y yo hicimos los honores a un buen brandy que siempre tiene reservado mi querido amigo para las buenas ocasiones.
En medio del salón y al calor de la chimenea apagada llegó Beli a la que también le presentamos a estos queridos amigos que por cada minuto que pasaban se encontraban más a gusto en Villaluenga del Rosario. Allí se inició una de las mejores y grandes conversaciones sobre temas militares de la que es un verdadero experto Vicente tras cuarenta años como marino y ostentando cargos de responsabilidad. Hubo un momento que se produjo un "mano a mano" entre Hetepheres y Vicente que nos extasió a todos los que allí presenciábamos y escuchábamos tan amena charla.
Poco antes de las once nos dirigimos a La Alameda para tomar algo al frescor de la noche mientras nos parábamos en cada casa como las de los Pérez Clotet, donde Bernardo se entretuvo pues es escritor y quería conocer donde había nadido D. Pedro, así como la Botica, el Consultorio, la peculiaridad de la Laja Corta, la Caseta Municipal y así llegamos a las instalaciones del antiguo Casino donde le presentamos a dos gaditanos enamorados también de este lugar como son José Luis Márquez, actual secretario de la asociación cultural Villaluenga del Rosario y para todos conocida por el Casino, como a su mujer Pilar González Estudillo.
Nosotros nos fuimos hacia el centro de la principal plaza del pueblo y nos sentamos en una mesa del bar de Antonio, del bar Alameda, donde comimos muy bien en torno a la mejor de la conversación, ocurrencias y recuerdos.
En ese mismo momento había mesas de familias en grata charla que hacía que todo se viviese desde la pureza de lo auténtico.
Pudimos también presentarles a dos queridos amigos nuestros a los que Hetepheres y yo profesamos alta admiración como son Pedro Piña y su mujer Charo Barea que iban con sus pequeñines Pedro, un niño encantador, y su benjamina Carmen.
Durante el paseo se fueron fijando en todos los pormenores, de lo cuidado que estaba el pueblo, del esmero que presentaba a los que lo visitaban y cuando nos despedíamos para irnos ya a dormir los cuatro casi al mismo tiempo que se sentían maravillados de como es Villaluenga del Rosario. Y si nuestro bendito pueblo es así es por su vecinos que se esmeran a diario para cuidarlo así como del Ayuntamiento, con su alcalde Alfonso Carlos Moscoso González, que marca las pautas para que Villaluenga del Rosario no pierda su indiosincracia que es lo mismo que decir que su propia identidad. A todos: ¡¡Gracias y enhorabuena!!
Cómo sabéis, no pude acostarme a dormir en cuanto llegamos a casa sino que me puse en mi particular atalaya a esas horas de la madrugada a escribir. Tenía necesidad de escribir y eso hice aunque me acostara cuando las tres marcaban en el reloj.
Esta mañana habíamos quedado a las diez de la mañana para desayunar en "La Posada" y en su terraza lo hicimos en lo que ya es tradicional en nosotros. Desayunar bien, buena conversación sin importar para nada la hora.
A las doce y media tanto Vicente, Lucía, Elena y Bernardo pudieron asistir a Misa en San Miguel Árcangel y gozar de un Templo bonito donde los haya.
Cuando finalizó la Eucaristía nos fuimos hacia su casa donde se puede decir que nos despedimos pues ellos ya estaban preparando todo para volver a volver a la normalidad.
Ha sido un fin de semana en torno a la Amistad, a la Familia donde hemos podido disfrutar de unas personas muy queridas en nuestro bendito pueblo que seguro van con ellos a partir de ahora en sus corazones.
¡Y todavía falta por conocer gran parte del pueblo! ¡Eso tiene conocer Villaluenga y sus gentes que siempre te quedas con algo que ver y a muchos que conocer!
Gracias por esta visita que a nosotros en particular nos ha sabido a gloria bendita.
Un fraternal abrazo,
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