Dos campanadas tan solo,
separan la noche del día,
la penumbra ni la noto,
cuando sale la Cruz de Guía.
Se abren las puertas,
de la Iglesia Mayor,
la plaza está llena,
de fe y devoto fervor.
Jesús se hace Nazareno,
Dolores en el corazón de María,
sufrimiento que se hace eterno,
al rey coronado con espinas.
Saetas, plegarias y rezos,
porque el Viejo está en la calle,
la Lola le sigue de lejos,
y nuestros corazones arden.
Tras las dos campanadas se hará el silencio en la Plaza Iglesia repleta de personas que anhelan ver la cansada y casi vencida figura de Jesús Nazareno con su carita de viejo mientras Su Madre Dolores le sigue llevada por sus hijos que la miman para mitigar la tristeza, el dolor, el penar de ver al hijo de sus virginales entrañas ser martirizado y sufrir llevando la cruz que nos redime y salva.
Al final, a las claras del día, cuando ya Jesús y Su Madre Dolores entren en el principal templo de La Isla volverá a quedarnos el recuerdo de su encorvada figura rompiendo la penumbra y haciendo cálida la noche porque la Madrugá en La Isla se llama Nazareno.
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