Agradece al Señor que no has caído en las imprudencias del lenguaje, a pesar de las muchas oportunidades que has tenido. Pues, dice Santiago, el Apóstol (3,7): "Animales salvajes y pájaros, reptiles y animales marinos de toda clase han sido y de hecho son dominados por la raza humana. Pero nadie ha sido capaz de dominar la lengua. Es un azote que no se puede detener, un veneno de derrame mortal. Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, hechas a imagen de Dios. De la misma boca salen la bendición y la maldición".
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