EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta y que viva?» (1ª Lectura del día). Cuaresma es un tiempo preferente para la conversión y un momento muy oportuno para la misericordia y la reconciliación. Dios deja muy claro su intención: conversión para tener vida. Y, por aquí, quizás nos coja un poco despistado. Por un lado nos podemos preguntar: "¿de qué nos tenemos que convertir?" y, por otro, "¿tener vida, pero si ya la tengo?". Pensamos que no tenemos pecados, que somos "buena gente", que no somos concupiscente, que no somos amorales, y puede ser muy cierto. Pero de aquí a lo que Dios pide va un diferencia. Y cuando uno, delante de Dios, se "desnuda", descubre su lado de arrogancia, de orgullo, de vanidad, de comodidad, de ociosidad, de apatía, de justificación, de todo aquello que se "nos cuela de rondó" y que, sin darnos cuenta, va minando nuestro ser llamados a "misionar" los mensajes del Reino. En el Evangelio, Jesús, nos marca una pista: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.» Por lo tanto, ya tenemos la referencia, ahora lo que tenemos que hacer es cumplirla y hacerla vida. Santa María de Caná, ruega por nosotros.
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