Hoy este cúmulo de palabras quieren transmitir sentimientos
de amor, de cariño, de amistad, es decir, de lo más noble que tenemos los seres
humanos.
Hoy este artículo es un regalo en el cual el objeto preciado
es obra de personas que os quieren mucho y que se han puesto de acuerdo para
dejar este humilde presente más allá de los recuerdos y la memoria.
Estas palabras las firmo yo aunque están escrita a base de
fotografía aportadas por vuestros hijos Sergio y Jesús, por eternos comentarios
de una persona que os quiere de corazón como es Miguel Ángel Pacheco Benítez
así como por cada uno de los que me han hablado con palabras de inmenso cariño
de vosotros, de vuestra Familia, así como vuestro amor por este bendito pueblo
de Villaluenga del Rosario.
Carmelo y Beli aunque tienen sus corazones prendidos por este
rinconcito que vive y duerme a las faldas del eterno Caíllo. Viven su día a día
en la cercana Ubrique donde el patriarca de la Familia trabaja en el
sacrificado sector de la piel.
Tienen dos hijos: Sergio y Jesús que como sus padres son muy
queridos por donde van y tienen la difícil capacidad de hacer amigos por todos
lados. ¡De casta le viene al galgo!
La Familia Barragán no es que sea querida en Villaluenga
porque ese sentimiento se queda corto, diría sin temor a exagerar ni un ápice
que es venerada.
Modesto e Isabel, los padres de Beli, son personas queridas y
permanentemente recordadas por los habitantes de nuestro bendito pueblo.
Fueron personas de una Bondad infinita que hacían que siempre
estuvieran ayudando a todos. Su trato siempre afable, siempre humilde y lleno
de cariño ha cautivado todos los corazones payoyos que al día de hoy todavía se
emocionan cuando hablan de ellos.
Esos valores le transmitieron a sus hijos y estos a los suyos
creando un auténtico cordón umbilical lleno de amor, de bondad, de entrega a
los demás, de desprendimiento que les hacen servir y ayudar a todos sin
excepción.
Beli, Diego y Modesto Barragán Piñero junto a sus respectivas
familias forman un todo al que quieren todos.
Es Carmelo Salguero un hombre paciente y tranquilo que si no
lo conoces aparenta seriedad que pierde
al poco de conocerlo. Carmelo es en realidad un hombre sensible, un hombre muy
afable que le encanta la buena y aguda conversación, que se fija en los
detalles porque es detallista, una persona de la que te puedes fiar, amigo de
sus amigos, un buen hijo y por eso extraordinario marido y buen padre.
No es raro compartiendo animada charla de mil peripecias con
Julio, Miguel Ángel o con su cuñado Diego, tomando una copa con su mujer y
familia en la noche de algún sábado en “La Posada” mientras la risa hace
aflorar en sus ojos lágrimas cuando nuestro querido Salvador España está
inspirado y nos regala a todos su gracia, su ingenio y los innumerables chistes
que se saca de la chistera y que va enlazando uno a uno según la conversación
que se vaya desarrollando.
Horas y horas de risas compartidas con la mejor de las
compañías y en el mejor de los lugares.
Sus hijos Sergio y Jesús son queridos por todos, eternos
amantes de la naturaleza, de la caza, de su pueblo y de la gente que los rodea.
Estoy enamorado de Villaluenga del Rosario y además no os
estoy descubriendo nada nuevo pues todos sabéis que estos sentimientos anidan
en mi corazón que queda extasiado cada vez que observo las distintas
tonalidades del cercano cielo cuando amanece en el Puerto de las Viñas, cuando
me embriaga los distintos matices de azules de un esplendoroso cielo al que las
blancas y vaporosas nubes son esas pinceladas propias de un majestuoso autor
así como la luminosidad que tiene este bendito lugar cuando por la tarde el sol
se esconde tras el Caíllo. Admirar el bello paisaje de cada día en Villaluenga
es un ejercicio de exquisitez en todos los sentidos que embriaga el alma y
enaltece los sentidos que ni siquiera sabíamos que podían existir.
Pero mi amor por este bendito pueblo estaría incompleto si no
se fundamentara con la vida de su gente. Historias llenas de sacrificio, de
generosidad, de humildad, de vivir la vida según la forma que le enseñaron sus
mayores.
Este artículo es mi regalo a una Familia que quiero,
queremos, de verdad porque viene bien en un mundo donde se dice estar enterado
de todo el dar a conocer a personas íntegras, llenas de valores, en las que se
puede confiar, que quieren y se dan a querer. Personas anónimas que merecen ser
resaltadas porque sus vidas son un compendio de ejemplo, honradez, generosidad,
sacrificio y fidelidad a
las virtudes que le inculcaron desde su
más tierna infancia. No está mal el descubrir a personas que valen mucho la
pena conocer, compartir y convivir con ellas.
Así son Carmelo y Beli como así son sus hijos Sergio, Jesús
así como toda la Familia, extensa y querida, que los rodean.
Este artículo también, mis queridos Carmelo y Beli, es un
regalo de vuestros hijos así como de nuestro querido Miguel Ángel Pacheco que os
quiere de verdad. Creo que en este regalo solo he puesto el envoltorio porque
el contenido lo han hecho todas las personas que os quieren como quieren a toda
vuestra Familia y seres queridos, muy queridos, que ya están cogidos de la mano
de nuestra Bendita Virgen del Rosario allá en la Gloria que está más allá del
Caíllo.
Recibid un fuerte y fraternal abrazo lleno de cariño y
profunda admiración.
Jesús Rodríguez Arias
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