EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "...le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría." (Evangelio del día). Este es uno de los milagros de Jesús que más me conmueve y enternece. Por dos actitudes: Por la fe de la mujer y su humildad y por la delicadeza de Jesús y la ternura que derrocha. Pensar que Jesús sigue obrando milagros en este mundo, tan secularizado –agnóstico y ateo–, que vivimos, no es fácil. Porque el hombre cree tener el poder y el control de todo, y porque, evidentemente, se relega a Dios a la "estantería" y no queremos que nos "moleste" ni nos comprometa. Y también, dicho sea de paso, porque algo de escepticismo ronda por el ambiente. Debemos romper esta dinámica y tomar el milagro como lo que es: una bendición del Señor que nos ayuda a la conversión, y no hacer grandes "alaracas" (de lo cual somos muy dados) cuando tenemos la gracia de presenciar o de tener noticias de algunos. En la lectura de hoy viene, también, una clave para entender el para qué, el por qué y el como "acoger" los milagros: «No temas; basta que tengas fe». Pues así nos quiere Dios, sencillos, humildes y dóciles, como la hemorroisa y tantos otros. Santa María de Caná, ruega por nosotros. Y una posdata de la 1ª Lectura: "...quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús". Amén.
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