miércoles, 3 de diciembre de 2014

* DESDE VILLELUENGA: Y EL ADVIENTO TAMBIÉN HA LLEGADO A VILLALUENGA.

Preciosa Corona de Adviento instalada en el Altar Mayor
Foto realizada el Primer Domingo de Adviento junto a nuestro 
Párroco D. Francisco Párraga.



Bueno, es que el invierno propiamente dicho no ha llegado.
Lo que ha  llegado muy tímidamente ha sido el frío y no el intenso que podría esperarse sino uno más suave, más íntimo, como si con su llegada no quisiera molestar a ese eterno verano que se había instaurado e instalado por estos lares.

Recuerdo que en los días que estuvimos de vacaciones hicimos acopio de leña y no os podéis ni imaginar el calor que hizo ese preciso día. Mateo sudó lo que no estaba en los escritos para hacérnosla llegar. Recuerdo esos días de finales del mes de octubre vestido en camiseta y pantalón corto y echando de menos la piscina cerrada a cal y canto como es normal en esas otoñales fechas.

Pero ya a estas alturas del recién iniciado mes de diciembre en mi querido pueblo ha llovido abundantemente y el frío, aunque tímido, es homogéneo que hace que en la mayoría de las chimeneas expulsen un hilo constante de humo que nos dice a todos, los de dentro y los de fuera, que el rico calor de los troncos quemándose se ha instalado en cada rincón de nuestro hogar.

Calor y suave aroma a leña, buena encina, quemada es una de las notas más significativas cuando caminas por cada callejuela de Villaluenga del Rosario. Ratifico lo que en tantas veces he escrito aquí y que pude decir en viva voz en la presentación, la primera que se hizo, de mi libro “Diario de un blog” en la Iglesia de San Miguel aquél inolvidable 2 de octubre del año en curso: “¡Es Villaluenga un pueblo que huele a leña!”.

Si en verano el azul claro del cercano cielo forma al anochecer inimaginables colores rosáceos al ir escondiéndose el resplandeciente sol tras del Caíllo, donde te pueden dar las tantas leyendo, escribiendo o conversando sentados en el patio al calor de una buena copa, mirando como la montaña, que siempre se queda ahí, se va perdiendo de la vista de todos cuando el negro de la noche lo envuelve todo, donde un rico frescor se hace presente dejando las calores para otra parte y donde se escucha el silencio que da la buscada soledad ante la muchedumbre que se aglutina en los sitios más turísticos o costeros, en invierno es diferente porque se vive más dentro que fuera de casa, se disfruta de la chimenea, del calor del hogar, de la rica conversación, de la tertulia inesperada en cualquiera lugar, las amanecidas son multitud de tonalidades que conforman y dan significado al sentido más amplio y extenso de la belleza y los atardeceres invitan al sosiego, a la tranquilidad y al descanso...

Es Villaluenga...

En mi querido pueblo cobran razón y ser esos momentos de sana conversación entre amigos y que pueden durar horas sin darte apenas cuenta de que pasa el tiempo donde el cariño, el respeto, la camaradería son tan palpables y visibles como esos anuncios que no informan, como si no lo supiéramos, que está llegando la Navidad.

...Y la Navidad también está llegando a Villaluenga porque los olores, los colores, el inmenso Caíllo que atrapa al sol cada tarde y nuestras mentes se preparan poco a poco a las cercanas e inolvidables fiestas que están por venir.

En nuestra Iglesia de San Miguel el sentimiento se hace realidad con los motivos bellamente preparados por primorosas manos que nos anuncian mediante la Corona de Adviento que quedan poco más de dos semanas para que Jesús Niño vuelva a nacer en nuestros corazones y que Su Presencia nos salva a todos de todo mal aunque muchos de nosotros no queramos darnos por aludidos y preferimos ir muchas veces por ese camino llano y sencillo que no nos lleva a ningún lado en vez de subir por ese empinado y dificultoso hasta asomar a la cima donde lo majestuoso se abre a campo abierto delante de tus propios ojos.

Villaluenga del Rosario poco a poco a base de las tonalidades del cercano cielo, del penetrante olor a buena leña, de los ríos y corrientes de agua fresca pululando por donde caminas mientras escuchas el sonido suave, casi imperceptible, del agua, del calor de la conversación de la sincera amistad o perdiendo la mirada tras el fuego que va convirtiendo en cenizas robustos troncos de leña, es un pueblo que va oliendo a Navidad porque su imagen en si es fiel reflejo de la postal más bella, pequeña a la vez que inmensa que podemos recibir a modo de sincera felicitación por estas inolvidables fechas.

Dentro de unos días disfrutaremos, propios y extraños, de unos días de asueto con el Puente de la Inmaculada y será una extraordinaria oportunidad para que muchos que no lo podían ni siquiera imaginar puedan ver y comprobar en primera persona que el paraíso existe en la tierra y que es un pequeño pueblo vestido de blanco, acunado entre montañas donde la gente es sencilla, trabajadora, defensora de sus devociones y tradiciones, que abren sus brazos a todos los que lo puedan necesitar y donde el incalculable valor de la sencillez no se cotiza en bolsa porque no hay bolsillo ni monedero que pueda “pagar” algo tan verdaderamente preciado a la vez que valioso.

El próximo viernes nos volvemos a ver en nuestro pueblo, en nuestra casa, con nuestras gentes para seguir viviendo lo que hoy tanto añoro.

Recibid, mis queridos amigos y convecinos, un fuerte abrazo, que Dios y Nuestra Madre del Rosario os bendiga.

Jesús Rodríguez Arias

La Virgen de los Dolores luce preciosa en su Altar

Junto a Miguel Ángel y Hetepheres en "La Posada".

Canijo tomando el sol



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