EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "...y la Palabra era Dios. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios". (Evangelio del día). San Juan empieza su evangelio manifestando que Jesús es la Palabra, Dios encarnado desde el principio. Hoy tengo la dicha y la buenaventura de estar frente a Jesús Eucaristia, en Comunidad. Este versillo del Evangelio nos viene a poner en alerta frente al riesgo que existe de renunciar a Jesús, y más concretamente a Cristo. Renunciar a Jesús quizás no se dé tanto –al amor, a la ternura, a la bondad, a la solidaridad, ¡todos lo quieren!–, pero renunciar a Cristo es muy fácil -el dolor, el sufrimiento, la abnegación, la entrega, ¿quién lo quiere?–. Muchos dicen (y decimos): "Yo soy cristiano y acepto la vida de Cristo", pero la realidad es otra. Y, ante ello ¿qué podemos hacer? Pues recibir la Palabra, porque Dios te da poder (capacidad) de ser hijo. En el fondo no es uno quien lo hace, sino que tu docilidad "provoca" la intervención de Dios y te constituyen ser su hijo. Es verdad que tenemos que vencer mucha dificultades (que tontamente nos ponemos), pero este es el camino ¡y la vida! Santa María de Caná, ruega por nosotros.
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