EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa." (1ª Lectura). A veces somos un poco "duros de mollera" (como la burra de Balaam, para ser más bíblico) y lo que está a la vista, o lo hemos oído infinidad de veces, o lo que hemos sentido en muchas ocasiones resulta que se nos "escurre" y se nos cae. Y nos tiene que venir el Señor a repetirlo de nuevo. ¡Lo qué nos anuncia san Juan es para la unidad!, ¡el nacimiento de Jesús es para la unidad!, ¡y la resurrección de Cristo es para la unidad! Es verdad que la Navidad nos invita a la unidad, pero que no se nos quede en una unidad temporal y pasajera, en una unidad solo familiar, sino en una unidad con la Trinidad. Pero el tema de la unidad con Dios es también la unidad con el prójimo, y esto también, a veces, se nos "escurre" y se nos cae; porque esta unidad debe "doler"; y esta unidad requiere entrega y abnegación, sacrifico y altruismo, generosidad y misericordia. Pero tampoco busquemos al prójimo en el que ayudar nos resulta "fácil" –¡qué también hay que hacerlo!–, sino en aquel que no tiene a nadie. Un detalle -que puede pasar desapercibido y tiene su importancia–, san Juan no dice "vuestra alegría", sino "nuestra alegría". Santa María de Caná, ruega por nosotros. Un pequeña posdata del Evangelio: "...vio y creyó".
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