Los españoles, nos apuntamos
desde siempre a todo tipo de fiestas y tradiciones, sean propias del país o
sean de otros países y culturas. Pero muchas veces las que llevamos años y años
celebrando y practicando no sabemos cuál es su origen, y no nos molestamos en
investigar un poco y seguro que nos conocemos mejor el origen de la fiesta de
Acción de Gracias que nuestras propias tradiciones.
Hoy voy a seguir un poquito más
allá con nuestras tradiciones, que lo mismo todos conocemos, pero puede que
alguien no lo recuerde, y nos puede ayudar para contárselo a nuestros hijos,
nietos, sobrinos en estas estupendas reuniones familiares que ahora se están
desarrollando en nuestros hogares. A los niños siempre les han encantado los
“cuenta-cuentos” y es algo que deberíamos aprovechar ahora con nuestros
pequeñajos de casa.
Nuestros belenes sabemos que son
de origen italiano, y fue San Francisco de Asís, sobre 1223, la primera persona
que monto un Belén en el mundo, pero su llegada a nuestro país fue gracias a la
esposa de Carlos III, María Amalia de Sajonia, que junto con su esposo, fue
reina consorte de Nápoles y Sicilia y que llevó unas figuritas de porcelana a
la corte madrileña gustando tanto al rey que pidió un Belén completo para su
hijo. Si alguno pasa por Valladolid durante estas fechas y se acerca por el
Palacio Pimentel, tendrá el gusto de ver un Belén Napolitano similar a otro que
hay en Madrid, pudiendo disfrutar de la riqueza de este tipo de belenes y la
cantidad de detalles que tiene.
Las tarjetas Navideñas en
España, tiene origen catalán, un diario de Barcelona para felicitar a sus
lectores lo hizo con una litografía en 1831, algo que se extendió rápidamente,
aunque su origen se atribuye al británico Henry Cole quien al no tener el
sistema actual de grupos de difusión de whatsapp y tener poco tiempo para
felicitar a sus amistades, decidió encargar en una imprenta unas tarjetas de
felicitación, en la que imprimió “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”, corría
el año del Señor de 1843.
El origen del Roscón de Reyes es
tal vez más antiguo; posiblemente venga la costumbre de la fiesta romana
dedicada en Enero al dios Janus que dio el nombre a este mes invernal, símbolo
del nuevo año que comienza, con su doble cara, la del anciano que mira al
pasado y del joven que mira hacia el futuro, hacia el año por venir. En estas
fechas los romanos ofrecían a sus amigos y familiares, tortas de miel, higos, dátiles...que
se repartían entre ciudadanos y esclavos. En su interior se introducía un haba
seca, y el afortunado se convertía por un día en “rey de reyes”. En Francia se
mantuvo esta tradición, pero con su fondo católico, haciendo que la figura del
“rey haba” recayera en el niño más pobre de cada ciudad. En España, esta
tradición llegó de la mano de Felipe V, rey nacido en Versalles, a la que se le
añadió fruta escarchada, cubierta de azúcar, manteniendo el regalo del haba.
Los regalos, lo mismo los reparte
San Nicolás, que llega a los países del Norte en su barco desde España y como
acompañante lleva a Pedro el negro, que decidirá que niño recibirá o no
recibirá su regalo, que Santa Claus, que no es otro que nuestro San Nicolás
pero reconvertido en orondo medio duende, medio fabricante de juguetes pero sin
fabrica de chocolate. Por cierto, en su origen era verde, hasta que llego
Coca-cola y le subvencionó su uniforme rojo, tan conocido en la actualidad.
Aquí en España tenemos la
tradición de los Reyes Magos, que poco tiene que explicar de su origen, por ser
muy conocido, pero seguramente muchas personas no saben que en Rusia, de
religión ortodoxa, tienen la tradición de que los Reyes Magos eran cuatro y
cada uno tenía un motivo muy especial por el cual abandonaron su reino. Todos
emprenden un camino que en cierta medida fue de búsqueda y que no tenía ninguno
muy claro cuál era el final de este. Este cuarto rey era Artabán; su camino fue
el peor de los tres. En esos años aprendió y se hizo discípulo de Jesús sin
llegar a conocerlo en vida. Era un rey que siempre llegaba tarde a todos los
destinos, que nunca vio al niño en el portal y que pasó numerosas vicisitudes,
cautiverio incluido de 30 años, hasta que fue liberado, llegando solo a ver a
Jesús en la cruz. Si tenéis oportunidad de leerlo, aprovechad porque es una leyenda muy bonita.
A nivel gastronómico encontramos
los “Canelones de San Esteban” de gran tradición en Cataluña, llamados así
porque se comían el día 26 de diciembre, y se hacían con las sobras de todas
los restos de carne del la cena de Nochebuena y comida de Navidad. Podemos
también contar en esas tertulias alrededor de la mesa, con o sin chimenea, que
nuestras 12 uvas, también son de origen catalán y surgieron como manera de
librarse de un excedente de uvas a principio del siglo pasado en 1909. La
verdad que prefiero las 12 uvas, al plato de lentejas que se toma en Italia,
pero eso ya eso es otro tema.
En cuanto al árbol de Navidad
que hemos introducido en nuestra decoración navideña junto con los belenes, se
comenta que el árbol más antiguo se colocó en 1441 en una ciudad del noreste
europeo, en Tallín, y esta tradición fue instaurándose por todo Europa y con
los emigrantes europeos que llegaron a EEUU y a otras partes del mundo, la costumbre
de esta decoración se ha convertido en universal; aunque también se habla de
que cuando los vikingos, incansables viajeros, llegaron al sur de Europa,
vieron los naranjos y maravillados por su color y su sabor, quisieron
transmitir a su pueblo las maravillas de esa fruta y transmitir la ilusión a
sus familias haciendo imitaciones de los naranjos con decoraciones surgiendo de
ahí los árboles de Navidad.
Con respecto al aguinaldo, dice
la tradición que surgió con Rómulo, primer rey de Roma, quien el primer día del
año recibió de sus ayudantes unas ramas cortadas de un árbol sagrado, tradición
que se mantuvo año tras año y que en España se daba en estas fechas a
funcionarios públicos como basureros, carteros, sirvientes... algo que fue
prohibido en el siglo XIV, cuando llegaría alguien con los recortes habituales,
aunque luego se recuperó y es una tradición que se mantiene en algunos lugares,
o se ha transformado en la actual cesta navideña.
En otros lugares de España
tenemos la “tronca”, los jóvenes cortan una tronca y en la noche de Nochebuena la encienden. Después de
la Misa del Gallo, la familia se junta alrededor y se bendice, en algunas zonas
no se enciende, si no que se rellena de golosinas y monedas, para que después
los niños la golpeen y se queden con esos regalos. En Cataluña también se llama
“caga-tizón”.
En este artículo he hecho un
resumen de algunas de las tradiciones que se desarrollan en estas fiestas. Hay
otras muchas más, casi una por cada pueblo o familia, pero sería imposible de
resumir o desarrollar aquí, pero sí sería bonito, como he dicho al principio
del artículo, que cuando nos juntásemos en la mesa, les contásemos a nuestros
niños esas cosas que hemos disfrutado en
la infancia y que, aunque haga mucho tiempo que no las vivimos, las conozcan
nuestros peques de la casa, enriqueciendo así más sus vidas. Hagamos memoria que seguro que tenemos
anécdotas e historias muy interesantes que contar. Saquemos provecho de estas
reuniones, no solo verse por verse. Vayamos con espíritu positivo, con ganas de
compartir y recibir.
Todas las cosas que salen de ti,
regresan a ti. Así que no es necesario preocuparse por lo que vas a recibir.
Mejor preocúpate por lo que vas a dar.
Mara Herrera
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