Hetepheres y yo junto a Paco Ruíz Brenes
Si no sabes pisar el freno en el momento adecuado el día a día acaba comiéndote. Que si el trabajo, el blog, los compromisos varios, las reuniones para las diversas presentaciones de mi libro, atender a mis compromisos literarios, de artículos de opinión, que si mil y una gestión para llevar lo que lleva para adelante, que si mi enfermedad, la operación, la posterior recuperación...
Menos mal que tenemos Villaluenga del Rosario, nuestro lugar donde nos perdemos aunque no desconectemos pues aunque mi móvil los fines de semana no suena simplemente porque no lo tengo a mano, el de Hetepheres no para ni un segundo. Y así un día tras otro hasta hacerte caer en una demoledora rutina que acaba llevándote al agotamiento físico y mental.
Hoy, como cualquier día de la semana laboral, nos hemos levantado a eso de las siete y después de una buena ducha fría y arreglarnos Hetepheres me ha llevado al trabajo como hace siempre desde que fui sometido a la operación. Empezaba otro día de aúpa para mí aunque sobre todo para ella pues en el hueco de la mañana tenía gestionar muchos asuntos, todos importantes, urgente y lo peor que mañana se presenta de la misma manera, igual que pasado hasta llegar al viernes que nos volvemos al pueblo a intentar "desconectar" si nos dejan.
Sin lugar a dudas Dios me iluminó y puedo asegurar que los planes que no se preparan son los mejores que salen.
A la hora del desayuno llamé para reservar mesa en "El Timón de Roche", que es nuestro restaurante más íntimo donde nos hacen sentir en casa y alejados de todo y de todos, después le puse un mensaje a mi mujer diciéndole que no preparara comida pues íbamos hacerlo fuera de casa.
La excusa: Ayer cumplimos ocho años desde que empezamos a salir y ni siquiera nos tomamos una copa para celebrarlo. Es el 27 de julio un día muy importante para nosotros porque ese día comenzó nuestra historia en común, una historia que comparto con una mujer extraordinaria que me quiere y quiero con locura, que es valiente, sensible, inteligente, humana y con un corazón desbordante en todos los sentidos.
Cuando me recogió puntualmente a las dos y cuarto de la tarde en la puerta de mi trabajo nos dirigimos hacia Roche, en Conil de la Frontera, y llegamos a ese paradisíaco lugar donde somos siempre bienvenidos y nos sentimos queridos y agasajados por igual.
Una mesa en la terraza frente al mar. El verde frondoso de las plantas del jardín se combinaban con el azul claro de un mar algo intranquilo.
Cuando ya estábamos sentados y dudando que elegir algo sucedió que nos dio una enorme sorpresa seguida de una inmensa alegría. Allí frente a nosotros se encontraba nuestro buen amigo Paco Ruíz Brenes, alma mater del restaurante, que nos saludó con el cariño desbordante que despliega cada vez que nos ve a Hetepheres y a mi.
Enseguida estaba sentado a nuestra mesa conversando animadamente durante largo rato. Después se acercó su mujer, Lola, que también nos saludó afectuosamente.
Al poco se retiraba de nuestra mesa pues lo estaban esperando para almorzar en familia.
Y allí sentados nos quedamos Hetepheres y yo saboreando cada manjar, cada exquisitez que es santo y seña del restaurante "El Timón de Roche". No sé cuando duró nuestro almuerzo si sé que fueron horas aprovechadas cada segundo para estar uno junto al otro conversando, riéndonos, recordando, haciendo planes de futuro y sin acordarnos para nada ni de gestiones, obras, escritura ni por supuesto del blog.
Nuestro almuerzo en "El Timón de Roche" ha sido una exquisita excusa para perdernos Hetepheres y yo de todo cuanto nos rodea a diario y que si no sabes parar a tiempo, frenar en el momento adecuado, la demoledora rutina te apabulla y te arrasa por igual.
Si compartir el lugar y la extraordinaria comida es ya por sí un auténtico lujo el hacerlo con nuestro buen amigo y hermano Paco Ruíz Brenes y su esposa a los que queremos, y nos quieren, de verdad es cuadrar un círculo difícil de conseguir hoy en día donde estamos ocupados con todo menos en lo que de verdad tenemos que ocuparnos.
Sí, una tarde con Hetepheres en "El Timón de Roche" es el mejor de los planes posibles. ¿Se puede pedir más?
Jesús Rodríguez Arias
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