EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "Cuando encontraba palabras tuyas, las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón". (1ª Lectura del día). Esta experiencia de Jeremías la vivimos, más tarde o más temprano, todos los que tenemos una fuerte experiencia de Dios. Es el momento de la prueba, del desierto. Vamos recordando como se había infiltrado el "amor primero", y como este amor producía en nosotros el deseo ardiente de ir empapándonos de las cosas de Dios y de Dios mismo. Y viene la prueba, todo de derrumba, "parece" que Dios no está, nos sentimos abatidos, defraudados y empezamos a vivir en una aptitud mediocre. Pero la prueba no es mala en sí, nos sirve para vigorizar nuestra fe, para "solidarla", para purificarla, para confiar sin condicionantes. Pero la propia palabra de Jeremías nos inflama el corazón y nos "argumenta" el gran motivo de la esperanza, "porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, Señor". Gracias, Señor, porque la prueba me ayuda a ser fiel a tu persona. Como hombre cargado de debilidades y limitaciones, te pido que me retires la prueba pero, si esta llega, dame argumentos para que descubras tu presencia oculta en mi persona y tu acción en mi vida. Santa María de Caná, ruega por nosotros.
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