Se van pasando los días; finalizamos un mes, empezamos otro y así se va acercando el final del año poco a poco. Esto nos debe hacer pensar que nuestro destino final no puede ser de este mundo de aquí abajo.
Los hombres somos peregrinos de este mundo; somos ciudadanos de otra patria, hacia la cual vamos yendo y en la cual moraremos definitivamente.
Hay una estrella en nuestro camino y esa estrella es la que debe guiarnos no solamente hacia la patria definitiva, sino para seguir la ruta mientras vamos peregrinando.
Mientras vamos caminando debemos construir un nuevo mundo, anticipo de aquel reino de Dios venidero que será reino de justicia, verdad y amor.
De nuestra vida terrenal, sembrada de justicia y de amor, surgirá el nuevo mundo, empapado de felicidad y de paz.
Somos caminantes, somos peregrinos: Dejemos una estela de verdad y de bien.
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