EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre". (Evangelio del día). Aunque el sembrador de esta parábola se refiere directamente a Jesús, bien lo podríamos aplicar a cualquier evangelizador que actúa en su nombre. En esta parábola toda la semilla, que es buena, cae en tierra fértil pero, en otra parábola, no es así. Y es que, a la hora de sembrar, lo podemos hacer bien o mal. No siempre se puede "cargar las tintas" sobre el receptor de la palabra, pensando que es un "inconvertible". Sembrar en nombre de Jesús me "exige", en primer lugar, actuar como el Maestro –que sabe como hacerlo muy bien– y, en segundo lugar, preparar muy bien la "semilla" para que crezca vigorosa, porque se le "apega" la cizaña. Y es que, en este mundo, o estamos bien "apegados" al Señor o la riada de la vida nos lleva. Por lo tanto nuestra misión, en nombre del "Sembrador", no es sólo anunciar el "Kerigma" –esta es la puerta de la conversión y del discipulado– sino, además –y quizás lo más laborioso– ayudar a que "la buena semilla" se mantenga fiel al primer mensaje. Pido, por ello al Señor, que me aliente a ser buen anunciador y cuidador de su Palabra, ser fuerte frente a la cizaña que se me apega y ayudar a los otros para que no sean arrastrados por la riada del mundo. Santa María, Maestra de la evangelización, ruega por nosotros.
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