Blog católico que se fundamenta en la defensa de los valores del Humanismo Cristiano (Fundado: 7 octubre 2011)
jueves, 29 de agosto de 2019
lunes, 26 de agosto de 2019
PALAS ATENEAS; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ
Esta semana se irán replegando escalonadamente los últimos comepeces. Quisiera entonar un planto a la marcha de los veraneantes y, como los clásicos, invoco la inspiración de Palas Atenea, diosa de la sabiduría; y quizá de las palas de pescado.
Son un cubierto singular. Antropológicamente, hay que incluirlas en esa pulsión que trata de evitar en la mesa ninguna conexión con la violencia de la caza o la pesca. La milenaria cocina oriental ha vedado los cuchillos y los tenedores. Todo llega a los comensales minuciosamente dispuesto para los delicados palillos o para los leves dedos. En Occidente no somos tan exquisitos, pero lo que pueda comerse sin cuchillo, mejor sin cuchillo.
Así, el pescado, al que la pala basta. Eso implica algo: jamás hay que blandirla para pinchar ni hacer el gesto de aserrar. La pala acompaña y empuja, como mucho. Eso, en España; que en otros países se complican más.
Nancy Mitford me explicó (no personalmente: en un libro, aunque es igual) que en Inglaterra tiran de cuchillo. Lo chic allí es no poner la pala en la mesa, para huir de una perfección que les parece afrancesada y muy de clase media con pretensiones. No digo yo que no sea ese el motivo, aunque quizá también un amor a la simetría, para que los cubiertos no sean más excelentes que el menú, o tal vez que el pescado inglés sí necesita sierra, cuando no un hacha sajona.
Más sutiles y complejos, lógicamente, son los italianos. Jamás comerían pescado con cuchillo. Para ellos es tan tabú como para los japoneses. Cuentan que, tras un naufragio, un tiburón se dispuso a devorar, no se sabe si porque era la más sabrosa de todos o porque era un escualo esnob, a una marquesa. Ésta hizo ademán de defenderse con la daga florentina que portaba, pero su espantado mayordomo le suplicó: "Sra. Marquesa, con cuchillo, el pez, nunca; ¡con cuchillo, el pez, nunca!» A pesar de esa exquisitez tajante, que roza el heroísmo y hasta el martirio, luego se olvidan de poner la pala casi siempre, lo que fuerza al comensal a hacer equilibrios malabares con su tenedorcillo.
No diré que la marcha de los comepeces me desgarra el corazón como un cuchillo, porque el patetismo es tabú también, por suerte. Pero me lo desmenuza un poco como un pescado a la sal, de ésos que les gustan tanto. Volverán el verano que viene, cuando se haya rehecho la población de lubinas y tengamos, para recibirles, impolutas nuestras palas.
¿CISMA?; POR PEDRO LUIS LLERA VÁZQUEZ
Hace unos días leí la noticia de que la mitad de los católicos norteamericanos creen que la presencia de Cristo en la Eucaristía es puramente simbólica. La otra mitad, obviamente, sí creerá en la presencia real de Cristo en la Hostia Santa. Mitad y mitad. Así está la Iglesia hoy: la noticia es perfectamente extrapolable a toda la Iglesia. Sin ánimo de establecer verdades estadísticas, me parece a mí que, hoy en día, la mitad de los católicos son modernistas y apóstatas y la otra mitad (seguramente menos de la mitad) son verdaderos creyentes. El cisma es real, aunque (todavía) no formal. Pero resulta más que evidente. Mi fe no tiene nada que ver con la del P. James Martin SJ o con la de sor Lucía Caram, por poner solo algunos ejemplos. Mi fe no tiene nada que ver con el Instrumentum Laboris del próximo Sínodo de la Amazonia. Y cuando digo nada es nada.
Los modernistas, en realidad, no creen en nada. Y por supuesto, no creen en la transubstanciación. “Eso es algo del pasado que ya no vale para los tiempos actuales”, dicen los herejes.
La civilización católica es básicamente la Santa Misa. Nosotros creemos lo que celebramos y celebramos lo que creemos. Y el católico quiere vivir en gracia de Dios para ser santo a los ojos de Dios. Así lo dice el Catecismo:
1327 En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: “Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar” (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 4, 18, 5).
Toda la fe de la Iglesia se resume en la celebración de la Misa. Las iglesias y las catedrales se construyeron para ser lugares dignos para celebrar la Eucaristía; son verdaderos sagrarios monumentales construidos para albergar al Santísimo, al Señor, a Dios. Leamos el Catecismo:
1373 “Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Rm 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (cf LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, “allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre” (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt25,31-46), en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas“ (SC 7).1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 73, a. 3). En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero“ (Concilio de Trento: DS 1651). «Esta presencia se denomina “real", no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen “reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente» (MF 39).1376 El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación“ (DS 1642).1377 La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo (cf Concilio de Trento: DS 1641).1378 El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. “La Iglesia católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión en medio de la alegría del pueblo” (MF 56).1379 El sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento.1380 Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado “hasta el fin” (Jn 13,1), hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros (cf Ga2,20), y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor:«La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración» (Juan Pablo II, Carta Dominicae Cenae, 3).1381 «La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, “no se conoce por los sentidos, dice santo Tomás, sino sólo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios”. Por ello, comentando el texto de san Lucas 22, 19: “Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”, san Cirilo declara: “No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Salvador, porque Él, que es la Verdad, no miente”» (MF 18; cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 75, a. 1; San Cirilo de Alejandría, Commentarius in Lucam 22, 19).
La humanidad se divide básicamente entre quienes creemos en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y quienes no; entre quienes queremos vivir de tal manera que podamos comulgar cada día y quienes solo piensan en disfrutar de la vida, pasarlo bien y hacer lo que les gusta o lo que les apetece; entre quienes queremos ser criados del Señor e imploramos su gracia para cumplir siempre sus Mandamientos y quienes quieren hacer siempre lo que les da la gana, aunque lo que les dé la gana sea pecado; entre quienes adoramos a Jesús Sacramentado y nos arrodillamos ante el sagrario y quienes se mantienen en pie, altivos y desafiantes ante el Señor, o quienes profanan sacrílegamente templos y tabernáculos.
El peligro de cisma en la Iglesia es real porque hay laicos, sacerdotes y obispos que no creen en Cristo, Nuestro Señor, ni creen en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No creen en el Pan de Vida. Creen en todo caso que es una presencia “simbólica”. Porque para ellos todo es simbólico y alegórico: los milagros, el demonio… y el mismo Pan Consagrado. Para ellos la presencia de Cristo es puramente metafórica: no real. No creen en la transubstanciación. Por eso no se arrodillan. ¿Quién se va a arrodillar ante un simple trozo de pan o ante una copa de vino? Habría que estar loco o ser muy necio para hincar la rodilla en tierra ante un trozo de pan. La Santa Misa, para ellos, es un signo de fraternidad donde todos compartimos el mismo pan: un símbolo comunista que significa que todos somos iguales y tenemos el mismo derecho al pan y nadie es más que nadie ni tiene que tener más derecho al pan que otros. Por eso la comunión para estos modernistas es un derecho para todos: incluidos quienes viven en pecado mortal. Los modernista apóstatas no tienen la verdadera fe de la Iglesia. Pero han decidido no irse de la Iglesia y quedarse para destruirla desde dentro. Ahora bien: no les va a servir de nada. A los católicos nos servirá para que la Iglesia se purifique. Aquí todo el mundo va a tener que retratarse tarde o temprano. No hay neutralidad posible. No hay diálogo ni término medio entre el error y la Verdad. No hay transaccionales. O estás con Cristo, que es la Verdad; o estás con el Demonio, que es el padre de la mentira. O pones a Dios en el centro o pones al hombre: a ese hombre que peca porque quiere ser como Dios.
Pero Cristo es la Cabeza de la Iglesia. Cristo es el Verbo Encarnado; es el Señor. Y el poder del Infierno no prevalecerá. Posiblemente la verdadera Iglesia Católica quedará reducida a un pequeño resto fiel. Seremos, probablemente, pocos e insignificantes: irrelevantes socialmente. Seremos perseguidos (como siempre, por otra parte) por negarnos a claudicar ante el Mundo y sus ideologías satánicas. Nos negaremos a pisar el crucifijo para congraciarnos con el mundo. No aceptaremos jamás la ideología de género, las aberraciones y las abominaciones de este mundo. No nos arrodillaremos sino ante Nuestro Señor, Jesucristo; nunca ante los ídolos de este mundo. Obedeceremos a Dios antes que a los hombres. No aceptaremos otro Rey que Jesucristo ni otra ley que la Ley de Dios. Y jamás aceptaremos las leyes inicuas que atentan contra los Mandamientos. Nosotros seremos el resto fiel, no por mérito nuestro, sino por pura gracia: seremos y somos la Resistencia.
Y dentro de la Iglesia, a los herejes y a los apóstatas hay que empezar a llamarlos herejes y apóstatas. Los pastores mudos, ciegos y sordos tendrán lo que se merecen cuando tengan que dar cuentas de su cobardía ante el Altísimo. No cabe término medio: o se está con Cristo o contra Cristo. El cisma es más que un peligro. Sólo Dios lo puede remediar ya. El cisma es un hecho real desde hace años. La Iglesia verdadera es la Iglesia de los santos y doctores de la Iglesia; es la Iglesia de San Agustín, de Santo Tomás de Aquino, de San Ignacio de Loyola, de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz; es la misma Iglesia que construyó hace más de mil años mi Parroquia de Santiago de Gobiendes; es la Iglesia de mis abuelos. Iglesia verdadera no hay más que una. Y quienes pretenden destruirla desde dentro para congraciarse con el mundo serán derrotados. Los “católicos” liberales, los “católicos comunista”, los “católicos” masones, los “católicos” apóstatas no prevalecerán. Y el Señor les pedirá cuentas más pronto que tarde. Son la cizaña destinada al fuego. Más les vale que se conviertan a tiempo. Rezo por ello. Nosotros, unidos a María Santísima, seguiremos adorando a Cristo en el Santísimo Sacramento; y seguiremos pidiendo la gracia de la santidad para poder cumplir los mandamientos y mantenernos fieles hasta el día que el Señor nos llame a su presencia definitivamente.
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman!
LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE EXORCISTAS CONSTATA QUE EL PREPÓSITO GENERAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS SE APARTA DE LA FE CATÓLICA
La Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) ha publicado un comunicado por el que constata que las declaraciones del P. Arturo Sosa Abascal, Prepósito General de la Compañía de Jesús, sobre el diablo como mera «realidad simbólica» son contrarias al «magisterio ordinario y extraordinario solemne» de la Iglesia
(InfoCatólica) El P. Sosa aseguró en una entrevista a la revista Tempi que «los símbolos son parte de la realidad, y el demonio existe como una realidad simbólica, no como una realidad personal».
No es la primera vez que el superior de los jesuitas hace una afirmación en ese sentido. A finales de mayo del 2017 declaró en una entrevista concedida al diario El Mundo que «hemos hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal».
La Associazione Internazionale Esorcisti [A.I.E.] ha hecho público un comunicado en el que asegura que «son necesarias algunas aclaraciones doctrinales a la luz del magisterio, incluso del actual pontífice».
En ese sentido, los exorcistas recuerdan que «el magisterio solemne expresado en el Cuarto Concilio de Letrán sobre los ángeles y los demonios implica una adhesión vinculante de la fe. La posición de Abascal, por lo tanto, se coloca fuera del magisterio ordinario y extraordinario solemne».
Sigue el comunicado:
La existencia real del demonio, como sujeto personal que piensa y actúa y que ha elegido la rebelión contra Dios, es una verdad de fe que siempre ha formado parte de la doctrina cristiana. Esta verdad es confirmada por un documento de la Congregación de la Fe, publicado por "L'Osservatore Romano" el 26 de junio de 1975 (ndr: el año de publicación fue el 1976).
Dicho texto de la Congregación para la Doctrina de la Fe afirma que la declaración del concilio de Letrán «se presenta como una afirmación incontrovertible de la conciencia cristiana: es este un punto importante del documento y no podía menos de serlo si se tiene en cuenta las circunstancias históricas.
«De hecho», constata la AIE, «se inserta en el símbolo de la fe, que el concilio propuso de nuevo a toda la Iglesia y, por lo tanto, pertenece a la regla universal de la fe. Además, esta enseñanza corresponde a toda la tradición de los Padres de la Iglesia y de los Papas».
El comunicado recuerda que según la enseñanza de San Pablo VI, papa, el diablo «es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos así que este ser oscuro y perturbador existe de verdad».
Asimismo, explican que el Papa Francisco «en diversas circunstancias ha reiterado con insistencia y fuertemente la realidad del demonio». Es el caso de su exhortación apostólica Gaudete et exultate, en la que abordar claramente «la temática demoniaca». El actual pontífice ha recordado que el camino a la santidad «es un combate permanente en el que se necesita fuerza y coraje para resistir las tentaciones del diablo».
La AIE cita otras ocasiones en las que Francisco ha dejado establecido muy claro que la fe católica lleva aparejada la creencia en la existencia de Satanás como ángel caído y no una mera realidad simbólica
Finalmente, la Asociación Internacional de Exorcistas concluye su comunicado recordando lo que declaró la Conferencia Episcopal Italiana en la presentación del nuevo rito para exorcismos, promulgado por la Santa Sede el 22 de noviembre de 1998:
«El discípulo de Cristo, a la luz del Evangelio y de la enseñanza de la Iglesia, cree que el Maligno y los demonios existen y actúan en la historia personal y comunitaria de los hombres. El Evangelio, de hecho, describe la obra de Jesús como una lucha contra Satanás. También la vida de sus discípulos comporta una batalla que ‘no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal»
Anexo.
ACI Prensa ha publicado un compendio de las ocasiones en las que el Papa Francisco ha hablado sobre la realidad de la existencia del diablo y sus obras.
Por su interés, lo publicamos
En muchas ocasiones a lo largo de su pontificado, el Papa Francisco ha alertado a los fieles de todo el mundo de la existencia y acción del diablo.Aquí hay 15 ocasiones en las que el Santo Padre habló fuerte y claro sobre el demonio, su existencia, su acción y lo que puede hacer un católico para combatirlo:El 30 de octubre de 2014, en la homilía de la Misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, donde reside, el Santo Padre dijo que «a esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios!».«El diablo es mentiroso, es el padre de los mentirosos, el padre de la mentira», dijo.El 11 de abril de 2014, el Santo Padre explicó que así como el demonio «tentó a Jesús tantas veces, y Jesús sintió en su vida las tentaciones», así también los hombres son tentados.«También nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús», dijo.«¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de ser comunitaria. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica», advirtió.El 31 de diciembre de 2015, en una audiencia con miles de niños en el Aula Pablo VI en el Vaticano, el Santo Padre dijo que «en el mundo existe la lucha entre el bien y el mal, dicen los filósofos. Es la lucha entre el demonio y Dios. Esto existe todavía. Cuando a cada uno de nosotros le vienen las ganas de hacer una maldad. Esa pequeña maldad es una inspiración del diablo. Que a través de la debilidad que ha dejado en nosotros el pecado original te lleva a esto. Se hace el mal en las pequeñas cosas como en las cosas grandes».«Es una guerra contra la verdad de Dios, la verdad de la vida, contra la alegría. Esta lucha entre el diablo y Dios dice la Biblia que continuará hasta el fin», explicó.El 9 de septiembre de 2016, en un discurso ante más de 100 obispos en el Vaticano, Francisco señaló que «las divisiones son el arma que el diablo tiene más a la mano para destruir la Iglesia desde dentro. Tiene dos armas, pero la principal es la división: la otra es el dinero. El diablo entra por las rendijas y destruye con la lengua, con los chismes que dividen y el hábito de chismorrear, que es una costumbre de ‘terrorismo’».«El chismoso es un ‘terrorista’, que lanza la bomba –el chisme– para destruir. Por favor, luchen contra las divisiones, porque es una de las armas que tiene el diablo para destruir a la Iglesia local y la Iglesia universal».El 12 de septiembre de 2016, el Santo Padre dijo en la Misa en Santa Marta que en la Iglesia «el diablo siembra celos, ambiciones, ideas, ¡pero para dividir! O siembra codicia».Cuando eso pasa ocurre como cuando hay guerra: «todo queda destruido». «Y el demonio se va contento. Y nosotros, ingenuos, entramos en su juego».El 20 de septiembre de 2016, en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, el Papa explicó que la guerra es uno de los signos del demonio.«No existe un Dios de la guerra», afirmó; y precisó que es una obra del «maligno» que «quiere matar a todos». Por eso, Francisco pidió orar con la convicción de que «Dios es un Dios de paz».Hoy se invita «a todos los hombres de buena voluntad, de cualquier religión, a orar por la paz» porque «¡el mundo está en guerra y sufre!», dijo.El 17 de noviembre de 2016, en un discurso a la Asociación de Empresarios Católicos, Francisco señaló que la corrupción es «hacerse seguidor del diablo».«La corrupción está generada por la adoración del dinero y vuelve al corrupto prisionero de esa misma adoración. La corrupción es un fraude a la democracia, y abre las puertas a otros males terribles como la droga, la prostitución y la trata de personas, la esclavitud, el comercio de órganos, el tráfico de armas, etc. La corrupción es hacerse seguidor del diablo, padre de la mentira», afirmó el Santo Padre.El 25 de noviembre de 2016, también en Santa Marta, el Pontífice dijo que el diablo «es un mentiroso. Aún más: es el padre de la mentira, que genera mentiras. Es un estafador. Te hace creer que si comes de esta manzana serás como un Dios. Te la vende de ese modo y tú la compras, y al final te estafa, te engaña y te arruina la vida».El Pontífice se preguntó cómo podemos hacer para no dejarnos engañar por el diablo. «Jesús nos enseña cómo: no dialogar nunca con el diablo. Con el diablo no se dialoga. ¿Qué hizo Jesús con el diablo? Lo alejaba».El 2 de marzo de 2017, en un encuentro con el clero de la diócesis de Roma en la Basílica papal de San Juan de Letrán, el Pontífice puso como ejemplo a seguir para los sacerdotes la fe de Simón Pedro, constantemente sometida a prueba por el demonio. Esta clase de pruebas «Dios no las manda directamente, pero tampoco las impide», dijo.«Toda la vida de Simón Pedro puede verse como un progreso en la fe gracias al acompañamiento del Señor, que le enseña a discernir en el propio corazón aquello que procede del Padre y lo que procede del demonio».«Quizás, la tentación más grande del demonio fue esta: insinuar en Simón Pedro la idea de no ser digno de ser amigo de Jesús porque lo había traicionado», indica el Pontífice. «Pero el Señor es fiel. Siempre. Y renueva siempre su fidelidad».El 1 de abril de 2017, en la audiencia que sostuvo con la Comunidad del Pontificio Colegio Español San José de Roma, el Papa dijo a los sacerdotes que «el diablo siempre entra por el bolsillo».Los sacerdotes, dijo Francisco, «no se pueden contentar con tener una vida ordenada y cómoda, que les permita vivir sin preocupaciones, sin sentir la exigencia de cultivar un espíritu de pobreza radicado en el Corazón de Cristo que, siendo rico, se ha hecho pobre por nuestro amor o, como dice el texto, para enriquecernos a nosotros».El 13 de octubre de 2017, en la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa alentó a los fieles a estar «vigilantes» frente a las tentaciones y el actuar del demonio, que «lentamente» busca cambiar los criterios en nuestra vida «para llevarnos a la mundanidad».«Se mimetiza en nuestro modo de actuar, y nosotros difícilmente nos damos cuenta», dijo.El Papa Francisco advirtió el 13 de diciembre de 2017 que el diablo «no es una cosa difusa», sino «una persona» con quien no se debe dialogar.»Con Satanás no se puede dialogar. Porque si comienzas a dialogar con Satanás, estás perdido. Es más inteligente que nosotros. Te rodea, te rodea, te hace dar vueltas la cabeza y estás perdido«, señaló.En la Basílica de Santa María La Mayor en Roma, Italia, el Papa Francisco dijo el 29 de enero de 2018 que «allí donde la Virgen habita, el diablo no entra en esa casa».«La Madre custodia la fe, protege las relaciones, salva en la intemperie y preserva del mal», aseguró.El 8 de mayo de 2018, el Papa Francisco dijo que el diablo «es peligrosísimo. Se presenta con todo su poder, y sus promesas son todas mentira, y nosotros, como tontos, las creemos«.Sin embargo, destacó, el diablo »está derrotado» y «podríamos decir que está moribundo».A primera hora del 1 de junio de 2018, en la capilla de la Casa Santa Marta, el Santo Padre advirtió que el demonio continúa persiguiendo y atacando porque quiere destruir la armonía entre el hombre y la mujer, y denunció una vez más las «colonizaciones ideológicas» y otras formas de destrucción.En un diálogo que sostuvo con niños en la parroquia romana de San Crispino de Viterbo el 3 de marzo de 2019, el Papa Francisco advirtió sobre el diablo, que no es «solo un cuento de ancianas».El diablo, le dijo a los niños, «existe, sí, es verdad, y es nuestro mayor enemigo. Es el que trata de hacernos resbalar en la vida. Es el que pone malos deseos en nuestros corazones, malos pensamientos y nos lleva a hacer cosas malas, las muchas cosas malas que hay en la vida, para terminar en guerras»En la Audiencia General del 1 de mayo de 2019, fiesta de San José, el Papa Francisco recordó que el mismo Jesús, como narran los Evangelios, enfrentó en el desierto al diablo, «pero Jesús rechazó toda tentación y salió victorioso».El Pontífice explicó que la vida pública de Jesús comenzó «con la tentación que viene de Satanás. Satanás estaba presente allí. Mucha gente que dice: ‘Pero por qué hablar del diablo, que es una cosa antigua, el diablo no existe’. No, mira lo que te enseña el Evangelio: Jesús se enfrentó al diablo. Fue tentado por Satanás».
EL PRELADO DEL OPUS DEI EN VANCOUVER
Mons. Fernando Ocáriz ha aconsejado "ensanchar el corazón para acoger a los demás" durante su viaje pastoral por Canadá.
Viernes, sábado y domingo, 16-18 de agosto
A lo largo del viernes 16, Mons. Ocáriz presidió algunas reuniones de trabajo con Mons. Fred Dolan, vicario del Opus Dei en Canadá, y con las personas que lo ayudan en el gobierno de la prelatura en el país. Por la tarde predicó una meditación y estuvo con los miembros del Opus Dei que coordinan las actividades formativas de la prelatura en Ottawa, Montreal y Quebec. Tras escuchar numerosas noticias sobre la labor apostólica en esas tres ciudades, habló sobre el nexo que existe entre la vida cristiana y la felicidad, que es "el resultado de una verdadera libertad orientada hacia el amor".
El sábado por la mañana, el prelado se reunió con unas 200 mujeres que participan de los apostolados del Opus Dei. Sus primeras palabras fueron de estímulo para acoger a Dios en la propia vida, y para difundir el mensaje y la alegría del Evangelio "de mar a mar", respetando la libertad de cada persona. Recordó también a la audiencia que "la gente necesita alegría y se siente atraída por la generosidad y la alegría de los cristianos".
En sus respuestas, Mons. Ocáriz se refirió a la necesidad de "ensanchar el corazón para acompañar a los demás", lo que implica, entre otras cosas, el diálogo con personas que no comparten nuestras ideas, dejando claro que los posibles desacuerdos no nos pueden separar de los demás ni romper los lazos de amistad. Recordó una vez más que la clave de todo apostolado es "permanecer unidos a Cristo e identificarse con Él, para construir la Iglesia a través de nuestra vida ordinaria, tratando de santificar nuestro trabajo y buscando la santidad allí donde nos encontramos".
El prelado concluyó esa tertulia invitando a las participantes a prestar gran atención a la caridad fraterna, a la unidad, al servicio, a la alegría y a la comprensión, ya que "es el contenido del Mandamiento Nuevo" del Señor. También solicitó oraciones por las intenciones del Santo Padre y agradeciólas canciones de un cuarteto familiar que había interpretado un popurrí de música de Gilles Vigneault.
Por la tarde, Mons. Fernando Ocáriz se reunió con unos 120 hombres en el teatro L'Entrepôt de Montreal. Comenzó con una reflexión sobre el lema de Canadá "A mari usque ad mare" ("de mar a mar"), al que ya se había referido en otras ocasiones, y pidió a todos que rezaran por el Papa y por la Iglesia, recordándoles que el Papa Francisco siempre pide a quienes encuentra en su camino que oren por él.
La tertulia comenzó con una intervención para romper el hielo, literalmente. François, vestido de jugador de hockey, introdujo al prelado en uno de los deportes más populares de Canadá, y le deseó que marcara muchos goles en ese encuentro. Mons. Ocáriz le dio un abrazo y aconsejó a todos los presentes que ejercitaran el espíritu deportivo que recomendaba san Josemaría para la vida cristiana, que consiste en una conversión continua, comenzando una y otra vez según las necesidades de cada uno.
El domingo 18 de agosto unas 60 jóvenes de Montreal, Quebec y Ottawa tuvieron una tertulia con el prelado en el Manoir de Beaujeu. Les hizo considerar que el Señor confiaba en ellas para llevar su luz, su fuerza y su alegría a sus amigas y compañeras de estudio o de trabajo. También para ayudar a mucha gente a encontrar el sentido de su vida. La clave para compartir el amor de Dios que llevamos en el corazón -comentó- reside en la amistad. Y "desarrollar una verdadera amistad lleva tiempo, comporta aprender a conocernos y a amarnos, aunque no compartamos los mismos valores". En ese mismo lugar, Mons. Ocáriz recibió a numerosas familias venidas desde diversas ciudades del área.
Miércoles y jueves, 14 y 15 de agosto
Tras varias reuniones con fieles de la prelatura, el día 14 por la mañana el prelado se desplazó al centro de la ciudad para visitar al arzobispo de Toronto, el Cardenal Thomas Collins. Juntos recorrieron la recientemente restaurada catedral de San Miguel, desde la cripta hasta la nave central, donde pudieron rezar ante los patronos de la ciudad.
A continuación, en el auditorio de la Biblioteca de Fairview tuvo lugar una tertulia con muchas mujeres que participan en las labores del Opus Dei en la región. Eliza y Kathleen, acompañadas al piano por Theresa, cantaron una pieza. Después de felicitarlas por sus voces, el prelado habló de la virtud de la esperanza, “que se basa en la fe, no en nuestras propias fuerzas”. Con el poder del amor de Dios -les dijo “podremos acercar a muchas otras personas a Dios y llevar la semilla de Cristo a todo vuestro gran país”.
Mons. Ocáriz también habló del verdadero amor, que “consiste sobre todo en buscar el bien del otro”. Este amor generoso -añadió- “es el ingrediente necesario para hacer que un matrimonio funcione bien: apoyar a la pareja en los altibajos normales de la vida”.
La visita del Mons. Ocáriz a Toronto culminó el día 15 de agosto con una hermosa celebración eucarística por la solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora en el oratorio de Kintore. Después de la Misa, las asistentes se reunieron espontáneamente en torno al prelado, aprovechando esa última oportunidad para contarle algo, estrecharle la mano o pedirle que bendijera una foto de la familia, antes de que iniciara su viaje a Montreal.
El prelado del Opus Dei aterrizó en Montreal a media tarde. Algunas familias de la zona lo esperaban en el aeropuerto, como Chairmaine y Matthew con su familia, o Alexandre y Michelle con cinco de sus hijos. Le saludaron con flores y alguna pancarta en que se leía “Bienvenue à Montréal” y "Padre, joyeux anniversaire", refiriéndose al 48 aniversario de la ordenación sacerdotal de Mons. Ocáriz.
A continuación, se dirigió al Manoir de Beaujeu, donde permanecerá durante los próximos días. El Manoir es una casa de retiros y conferencias, donde se organizan retiros espirituales, cursos, talleres y seminarios. Desde allí Mons. Ocáriz acudirá a varios encuentros con miembros, cooperadores y amigos del Opus Dei de Montreal, Ottawa y Quebec.
Lunes y martes, 12 y 13 de agosto (Toronto)
Tras los días pasados en Vancouver, el prelado aterrizó en el Aeropuerto Internacional Toronto Pearson alrededor de las 18.00 del lunes 12. Entre las familias que le esperaban se encontraban Daniel y Magda con sus seis hijos y una pancarta de bienvenida en la que se representaba la CN Tower, el edificio más alto de Canadá.Ese día, Mons. Ocáriz estuvo en Wilson Heights, uno de los centros de la prelatura en los que reciben formación cristiana numerosas personas del área metropolitana de Toronto.
Al día siguiente, el prelado visitó Ernescliff College, una residencia universitaria ubicada en el campus de la Universidad de Toronto, para reunirse con estudiantes y jóvenes profesionales. Les habló de la importancia de la formación cristiana, que "no significa estar informados sobre conceptos, ideas y valores abstractos; más bien, es dejarnos modelar por Jesucristo, buscar que nuestro ser de identifique con el de Jesús". Al referirse a los desafíos que se pueden plantear en nuestra vocación cristiana explicó que "cuanto más grandes son las dificultades, más contaremos con la gracia de Dios, que está a nuestro lado para ayudarnos".
En Kintore College, una residencia universitaria que organiza una gran variedad de actividades formativas para mujeres de todas las edades, el prelado se reunió con numerosos miembros de la Obra, familiares y amigos. Entre chistes, canciones, historias personales e incluso algún truco de magia, Mons. Ocáriz enfatizó los beneficios de ser feliz en todo momento: "La alegría nos permite tener el corazón abierto y estar mejor equipados para lidiar con los retos y dificultades de la vida diaria". Kintor College abrió sus puertas en 2012, y también se encuentra situada en el campus de la Universidad de Toronto.
Después del almuerzo, el prelado visitó Hawthorn School, la única escuela independiente para chicas, de inspiración católica, en la ciudad de Toronto. Fundada hace 30 años, Hawthorn cuenta con guarderías y es reconocida por su excelencia en la educación primaria y secundaria. Mons. Ocáriz se reunió con la junta directiva y el personal de la escuela y les animó en su servicio a las mujeres. A continuación, también se reunió con estudiantes de secundaria y universitarias.
Por la tarde, unas 200 personas recibieron al prelado en el Fairview Library Theatre de Toronto, y mantuvo una animada tertulia en que se trataron cuestiones como el valor del trabajo, el sentido del dolor, la misión apostólica de los cristianos o el valor evangelizador de la alegría.
Domingo 11 de agosto
El prelado se desplazó al norte de Vancouver para conocer Copper Ridge, una casa de retiros y actividades formativas situada en Howe Sound. El edificio está actualmente en su fase final de construcción. En la futura capilla de este centro, pudo contemplar el retablo y las vidrieras que acompañarán al Señor en el sagrario. Más tarde bendijo la última piedra del proyecto, que consta de dos bajorrelieves de san Josemaría y del beato Álvaro, que también se colocarán en el oratorio.
Allí conoció a las personas que han contribuido generosamente a la puesta en marcha de este proyecto. Mons. Ocáriz les recordó su viaje a Howe Sound en septiembre de 2006, cuando acompañó al entonces prelado del Opus Dei, el obispo Javier Echevarría. En aquella ocasión, Mons. Echevarría había bendecido el lugar desde la enorme roca situada a unos metros de distancia. Las primeras actividades del conference center están programadas para inicios de 2020. El prelado animó a los promotores a explicar el influjo positivo que este centro producirá en la población local, en la provincia y en todo el país: "Apoyarlo -dijo– no es ayudar a la persona que pide colaboración, sino hacer el bien a la sociedad, lo que a su vez beneficia a la persona que está dando". A su regreso a Vancouver, Mons. Ocáriz se detuvo con otras tantas familias venidas de todo el Lower Mainland para saludarlo.
Sábado, 10 de agosto
En la tertulia, Teresa relató el reciente fallecimiento de una supernumeraria del Opus Dei: puso de relieve su generosidad y su ejemplo de alegría en la enfermedad.
Minette explicó a Mons. Ocáriz las lecciones que a veces recibe de los más jóvenes. Su hija de cinco años comentó en casa que no podía perdonar a una amiga de la guardería, y el hermano de siete años le contestó: "Tienes que perdonar hasta setenta veces siete". Cuando la madre le preguntó si sabía lo que eso significaba, respondió que en la escuela aún no habían estudiado las tablas de multiplicar.
Nicole, directora de recursos pedagógicos del sistema escolar católico de Vancouver, pidió consejo sobre cómo guiar a las generaciones más jóvenes en un uso apropiado de la libertad. El prelado explicó que la libertad es la capacidad no sólo de elegir, sino de elegir el bien, y al hacerlo, "estamos tocando la esencia misma de la libertad, que es el amor".
Posteriormente, el prelado visitó a algunos enfermos. Charló un rato con Zeny, que está ciega y paralizada, y la bendijo con el signo de la Cruz en la frente; a Chichi, que padece una grave enfermedad, le manifestó su agradecimiento por lo que había hecho para implantar el Opus Dei en el país. También visitó a Sandra, que padece un cáncer terminal.
Durante otra tertulia en el Vancouver College, Mons. Ocáriz utilizó el lema de Canadá ("A mari usque ad mare", de mar a mar), para alentar la tarea evangelizadora de los fieles del Opus Dei en esa nación, como había hecho su predecesor, Mons. Javier Echevarría, en su visita al país hace 13 años.
Joe residía en Toronto en 1988, cuando el beato Álvaro del Portillo visitó Canadá y preguntó por la próxima llegada del Opus Dei a Vancouver. Asistió al primer retiro espiritual que se organizó allí en 1984 y ha visto crecer aquella semilla en numerosos lugares del Lower Mainland. Preguntó: "-Padre, ¿cómo podemos mantener el crecimiento dinámico de la Obra tal y como nuestro fundador la imaginó en los años cincuenta?". El prelado explicó que el Opus Dei es la gente y que, para que el Opus Dei sea dinámico, "las personas también necesitan ser dinámicas, con un dinamismo que se funda en la unión con Jesucristo". Animó a todos a pensar que la labor de apostolado de la Iglesia, y por tanto del Opus Dei, "sólo puede crecer a través de la oración".
Brian regaló a Mons. Ocáriz una talla en madera de un colorido salmón, que es otro de los símbolos característicos de Vancouver. Los salmones nacen en el lecho de los ríos y de inmediato nadan hacia el océano, el medio del planeta. Luego regresan al río para reproducirse. Este viaje, conocido como la "carrera del salmón", es peligroso, pues los peces deben superar muchos obstáculos nadando río arriba.
Al acabar esta reunión, Yesid interpretó una canción que había compuesto algunos años atrás: la letra habla de la búsqueda de Dios. El prelado le agradeció el detalle, le dio un abrazo y luego impartió su bendición a todos los presentes.
Durante el resto del día, Mons. Ocáriz estuvo con varias familias venidas para saludarlo desde Calgary, Edmonton y Vancouver.
Viernes, 9 de agosto
Por la mañana, el prelado del Opus Dei visitó al arzobispo de Vancouver, J. Michael Miller, que desde hace años conoce y estima la labor que desarrollan en su diócesis los fieles de la prelatura. Luego, se reunió con un buen grupo de sacerdotes, a quienes animó a fomentar la esperanza y a afrontar con confianza en Dios los desafíos de la Iglesia. Subrayó la importancia de vivir la unidad con el Santo Padre.
Por la tarde, Mons. Ocáriz también se reunió con un grupo de mujeres jóvenes en el Centro Cultural Crestwell. Lo saludaron con la canción "A million dreams". El Prelado aprovechó la letra para recordarles que los sueños son algo bueno, pero que por encima de ellos se encuentra "el amor de Dios por nosotros, que es fundamental y no es un sueño". Ese amor, les dijo, "nos aumenta la fe y nos da confianza".
Una de las jóvenes, Mary-Jo, que comenzará la universidad en el otoño, le pidió un consejo sobre cómo tratar a quienes tienen una concepción de la vida totalmente diversa a la propia. El prelado la animó a ser amiga de la gente: "La amistad no es pensar exactamente lo mismo que la otra persona, sino más bien buscar su bien, también cuando tienes opiniones diferentes. Implica interés por la otra persona, y compartir lo que llevas en tu corazón".
Isabel, de Calgary, preguntó qué hacer para no ver la oración como un deber aburrido sino como algo atractivo, como cuando se está con un amigo. "A veces podemos caer en el aburrimiento porque somos débiles y porque no vemos físicamente al Señor", explicó el prelado. "Creemos pero no vemos. Es una cuestión de fe. Piensa en Jesús como alguien que te ama apasionadamente, y no como una idea".
Entre las presentes se contaban las mujeres que iban a atender, justo después del encuentro, una labor social llamada "Camp Misawannee". Bev y Sami entregaron al prelado una camiseta verde del campamento con la leyenda "campista de honor" y, al final de la tertulia, se hicieron una foto de grupo con Mons. Ocáriz.
Por la tarde, alrededor de 40 estudiantes de secundaria, universitarios y jóvenes profesionales provenientes de Lower Mainland, Victoria y Alberta asistieron a otra tertulia con el prelado.
Algunos estudiantes le preguntaron sobre cómo evangelizar a sus compañeros de clase y llevarles a Cristo. "El trabajo apostólico no es sólo para algunos, sino para todos", observó Mons. Ocáriz. "Vosotros que recibís una formación más intensa, tenéis también la responsabilidad de compartirla con vuestra familia, compañeros de trabajo, compañeros de clase. Piensa en los doce apóstoles, que acabaron siendo mártires, excepto San Juan, que también sufrió el martirio pero no murió en ese momento. No tengáis miedo o vergüenza de ir en contra de la corriente –les dijo– ni siquiera cuando es difícil ir en contra de los caprichos y modas del momento."
Respondiendo a una pregunta de John Paul, añadió: "Pensad que es Jesucristo quien sostiene vuestras batallas, vuestros trabajos. Esto nos debe llevar a apoyarnos en la Eucaristía, que es donde encontramos la verdadera fuerza".
Nicholas regaló un inukshuk al prelado, una estatua de piedra con forma de persona. Para los inuits, los nativos del extremo norte de Canadá, el inukshuk es un distintivo para indicar la importancia de un lugar. Simboliza la amistad, la esperanza y la seguridad.
Tras los dos encuentros con los jóvenes, Mons. Ocáriz recibió a algunas familias de Vancouver. Entre ellas estaba la familia de Marietta, que llegó a esta ciudad en 1973 y era la única persona del Opus Dei en ese momento. Desde entonces, la prelatura ha crecido bastante en el Oeste canadiense. Se conmovió cuando el prelado le dio las gracias por la labor realizada.
Jueves, 8 de agosto de 2019
Tras su visita pastoral a diversas ciudades de Estados Unidos, Mons. Fernando Ocáriz aterrizó en Vancouver a las 3:30 de la tarde, con un vuelo procedente de San Francisco. Después de los trámites de frontera y aduana fue recibido por el vicario del Opus Dei en Canadá, Mons. Fred Dolan, y por varias familias que le esperaban en la zona de llegadas del aeropuerto.
“Welcome to Canada, Padre” se leía en la pancarta que habían preparado los hijos pequeños de Jonathan y Melissa para dar la bienvenida al prelado. Los pequeños sonreían de oreja a oreja al notar la sorpresa de Mons. Ocáriz.
Anna y James, ambos conversos, y sus siete hijos pequeños también saludaron al prelado, con un cartel de "Bienvenido a Canadá". Anna le regaló un libro publicado recientemente sobre historias de conversión a la fe cristiana, en el que se narra su propia historia. Mons. Ocáriz también recibió jarabe de arce y un pequeño peluche de alce, el animal canadiense por excelencia.
Adna y Gabriel (que está cursando un doctorado en cambio climático en Vancouver) también se encontraban en el aeropuerto para recibir al prelado, junto a sus cuatro hijos y al bebé que está en camino.
Nada más llegar a Canadá, Mons. Ocáriz se dirigió a Glenwood, uno de los centros de la prelatura en Vancouver. Después de saludar al Señor en el Santísimo Sacramento, pasó algún tiempo con el sacerdote Joseph Soria, que hace cinco años sufrió varios derrames cerebrales. Desde aquel momento, el prelado le había escrito varias cartas. Fr. Joseph se mostró conmovido por la muestra de afecto del prelado del Opus Dei hacia su persona.
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