En los últimos días, el comité gubernamental encargado de examinar los lugares de culto ha regularizado otros 88 templos nuevos que se suman a todos los legalizados a lo largo de este año. Al otorgar permisos legales a los lugares de culto, el Gobierno acaba con la excusa que algunos grupos islamistas empleaban para fomentar la violencia contra los cristianos
La nueva ley sobre construcción y administración de lugares de culto, ratificada por el parlamento egipcio hace casi tres años, da sus frutos. Con la regularización de 88 templos en los últimos días, el total de iglesias legalizadas en este país africano asciende a 1.109.
Con esta legalización masiva de templos, el Gobierno pretende asegurarse de que las iglesias clandestinas construidas en las últimas décadas cumplen con los estándares establecidos por la nueva ley. Esta verificación, de la que se encarga un comité gubernamental especializado, generalmente se resuelve a favor de los lugares de culto.
A través de la regularización de estos templos, el Gobierno también protege los cristianos perseguidos. Al otorgar permisos legales a los lugares de culto, acaba con la excusa que algunos grupos islamistas empleaban para fomentar la violencia contra los cristianos.
De este modo, el régimen autocrático de Abdelfatah Al-Sisi pretende reparar la ola persecutoria desatada por los Hermanos Musulmanes entre 2011 y 2013. Ya en marzo de este año, el Gobierno levantó la prohibición de construir iglesias, dado el lamentable estado de muchas de las que sirven para el culto de los casi nueve millones de cristianos egipcios. Sigue así la senda iniciada en 2018, año en que permitió a los cristianos celebrar misa en lugares de culto sin licencia a la espera de su legalización.
A sus tres años de vida, la nueva ley sobre los lugares de culto ha supuesto una mejora sustancial para las comunidades cristianas respecto a las llamadas «10 reglas» promovidas por el Ministerio del Interior en 1934. Estas prohibían, entre otras cosas, la construcción de nuevas iglesias cerca de escuelas, canales, edificios gubernamentales, ferrocarriles y áreas residenciales. En muchos casos, la aplicación estricta de esas reglas había impedido la construcción de iglesias en ciudades y pueblos habitados por cristianos, especialmente en las zonas rurales del Alto Egipto.
Alfa y Omega
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