Son tantos años (quince) escribiendo esta columna que incluso a mí, tan poco evolutivo, me ha dado tiempo a evolucionar o, mejor dicho, a desarrollarme. En los primeros tiempos no había ningún año que no escribiese un artículo gruñón contra la temporada de ferias. Que si lo difícil que era aparcar, que qué caro todo, que, uf el ruido, ay, la afonía, huy, las conversaciones que eran monólogos y adivinanzas de lo que pudieran estar diciendo tus queridos contertulios, etc.
Ahora voy mucho menos a la feria y me gusta mucho más. La excusa o coartada para echar un rato con los amigos hay que agradecérsela. Además, con la edad, ya sabemos de sobra lo que estarán diciendo exactamente nuestros amigos y ellos adivinan todo lo que yo, tan previsible, opino -qué les voy a contar a ustedes, mis pacientes lectores-. A mis niños les encanta ir a los cacharritos, además, y uno, por sus hijos, llega hasta la misma puerta de la calle del infierno, nunca mejor dicho.
PUBLICIDAD
Encima la feria me ha regalado una metáfora o mejor un símbolo o todavía mejor una explicación. Resulta que todas las ferias acaban tradicionalmente en su domingo y luego viene un lunes, que se llama, ay qué dolor,"de reseca". A cambio, en la del Puerto, que es mi pueblo, el lunes no es de resaca, sino que sigue habiendo feria y fiesta. Siendo la nuestra la Feria del Vino Fino, quizá estemos mandando el mensaje de publicidad subliminal de que el fino es muy respetuoso con las cefaleas. Subliminal pero no engañosa, porque el fino es excelente, en todos los sentidos.
Sin embargo, me interesa mucho más, como ya digo, la metáfora, el símbolo. Muestra una actitud ante la vida que podría resumirse por lo taurino: "Hasta el rabo todo es toro". No hay que perder ni un minuto en lamentarte cuando podría ser un minuto de seguir disfrutando o peleando por lo tuyo o celebrando. Seguir. Nada de lunes de resecas. Lunes, también, de feria, y de una feria más nuestra e íntima incluso que los otros días.
Ya se sabe que entre las personas que viven en un lugar y ese paisaje y su luz y sus costumbres y su espíritu hay vasos comunicantes. Quizá esta pulsión mía por procrastinar e ir dejándome ir para concentrarme luego en el último minuto, en el maravilloso descuento que cuenta tanto, sea la consecuencia de tantos años de feria del Puerto estirada hasta la última hora del lunes, cuando estallan los fuegos artificiales. ¡Qué bonitos son!
No hay comentarios:
Publicar un comentario