viernes, 25 de enero de 2019

VENEZUELA LIBRE; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



A pablo Iglesias, en cambio, le crecen los enanos. Se van unos (y unas), los tribunales condenan a otros, lo de Galapagar no se le olvida a nadie y ahora, encima, Venezuela, espejuelo donde mirarse tantos años, se hace añicos por un deseo de libertad irreprimible.

Alguno pensará que escribo estas líneas contento, y lo estoy por los venezolanos, a punto de alcanzar una esperanza, pero desesperado de comprobar que los hombres no aprendemos la lección del socialismo. ¿La letra no entraba con sangre, al menos? No ha habido país donde haya imperado que no dejase un socavón de pobreza, un reguero de muertos, toneladas de represión y unos cuantos millonarios en cuentas suizas. ¿Cómo es posible que un sistema así, testado durante un siglo entero todavía tenga gancho electoral y su retórica cotice al alza en las democracias más avanzadas? ¡Si todavía se repite el chistecillo de que no hay nada más tonto que un obrero de derechas! Y sólo hay que ver cómo viven los obreros en las democracias occidentales (compruébese los datos de la subida del nivel de vida) y cómo lo pasan los obreros en los países de izquierdas y asimilados.

Porque para colmo de males de la imagen de Podemos, en Venezuela no quedan más que los que no se han podido largar, esto es, mayoritariamente pobres. Por eso, y por las grandes masas en oposición a Maduro en las calles y, ojo, en las urnas, no cabe duda de que la revuelta que quiere sacudirse el bolivarianismo es inminentemente popular. De los de abajo. Este emocionado tuit de Rodrigo Blanco Calderón, lleno de melancólica épica, lo muestra: «Uno se va de Venezuela para aspirar a cierta calma que allá no es posible. Pero estar en Venezuela en la gesta civil de hoy, eso es algo que ya no tendré y que nadie le va a poder quitar a los valientes que están allá, insistiendo, resistiendo, librando por todos».

Por el bien de Venezuela hay que esperar que todo termine pronto, en paz y bien. Y que lo nuevo empiece mejor, en paz y enseguida. Cuando Blanco Calderón dice que los que están allá están «librando por todos» se refiere a todos los venezolanos, fuera y dentro. Yo quisiera ampliar el eco de esa lucha y desear que nos estén librando a todos los demás también de la demagogia y el cinismo de una ideología que trae siempre diversas luchas (de clases, de sexos, de culturas) y una pobreza económica y moral e intelectual. Vivan Venezuela y la Humanidad libres.

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