A pesar de que los médicos desahuciaron a Juan Pablo Barón Rivera, un joven de 17 años postrado en una silla de ruedas y con ceguera, llegó a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Panamá 2019 con el sueño de conocer al Papa Francisco y clamar al mundo que la comunión diaria es lo único que lo ha mantenido vivo.
“Mi única misión en el mundo es mostrar que estoy vivo gracias a la comunión diaria. Voy todos los días a Misa y esa es mi enseñanza para todos los jóvenes, y mi gran sueño siempre será hablar con el Papa Francisco, para eso vine a Panamá”, aseguró el joven en entrevista con ACI Prensa el 24 de enero, mientras el Pontífice presidía la ceremonia de bienvenida de la JMJ en el Campo Santa María la Antigua.
Juan Pablo pertenece a la parroquia Cristo Resucitado en el departamento de Cundinamarca, a 30 minutos de Bogotá, capital de Colombia. Llegó hace unos días junto a un amigo cercano y su madre María del Carmen Rivera Torres para vivir la experiencia de una Jornada Mundial de la Juventud.
El joven padece mucopolisacaridosis, una rara enfermedad que produce diversas anomalías físicas y deformaciones.
“A los 10 meses quedé paralítico, a los 5 y 6 años quedé ciego por los dos ojos. A los 11 años los médicos me habían desahuciado y me dijeron que viviría solo hasta los 14. Desde allí no volví a los médicos, no tengo nada contra ellos, pero hace 7 años que no he vuelto. Hoy tengo 17. Yo solo creo en Dios plenamente, voy a Misa diaria, recibo la Eucaristía y hoy me siento completamente normal, he logrado moverme y estoy vivo. Eso nadie se lo explica, solo puede hacerlo Dios”, narró el joven.
Juan Pablo lamentó que pese a haber estado cerca del Papa durante su visita pastoral a Colombia en 2017, no logró conocerlo.
Dijo que casi se desmaya y tuvo que ser llevado adelante, por donde pasaría el vehículo del Pontífice. “Estuve cerca y logré tocar el carro, pero no se dio cuenta que estaba allí”, relató.
Ahora el joven afirma que “estar en la JMJ significa para mí una gran alegría”, y si tuviera la oportunidad de hablar con el Papa Francisco, le pediría que siempre hable “de la importancia de la comunión diaria”.
También, le diría al Papa que aquellos sacerdotes que han cometido errores son dignos de misericordia, y que a través de la oración se les puede ayudar a que queden “puros nuevamente”.
Por su parte, María del Carmen explicó que su hijo Juan Pablo siempre “tuvo la idea de venir” y “lo lograron con grandes esfuerzos”.
“Mi hijo siempre lleva un mensaje de cambio para las personas, lleno del amor de Dios. Nosotros le hemos inculcado muchísimo la fe desde pequeño, pero antes de que nosotros le enseñemos, él es quien nos enseña día a día con su testimonio: Que no existen fronteras, que todo se puede y que de la mano del Señor se puede llegar lejos”, concluyó.
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