El colombiano Nicolás Gómez Dávila es uno de los escritores más hondos y perspicaces del siglo XX, pero no diríamos que el más eufórico. Sin embargo, uno de sus escolios peca de notorio optimismo. Es en aquel que dice que periodista es aquel que cree que, para escribir de un libro, basta con haberlo leído. Desde luego, Gómez Dávila no da puntada sin hilo y, en realidad, denuncia a aquellos que hablan de nada sin tener visión de todo. Sin una filosofía de la vida no se puede entender ningún libro aunque se lea de pe a pa. Dicho lo cual, el optimismo del colombiano sigue siendo notorio, porque los periodistas a menudo hablan de los libros, además, sin haberlos leído.
Es lo que voy a hacer yo ahora mismo. No he leído aún Pepita es especial de Fabiola Arroyo, la madre de Pepita, y con Irene G. Lenguas de ilustradora, pero igual voy a hablar de él. También, en parte, porque sí que tengo la filosofía bastante clara, eso sí. El libro nace del Instagram de Pepita Federica Sierra Arroyo, una niña de tres años con Síndrome de Down y que es toda una influencer con casi 230.000 seguidores, que se dice pronto. La cuenta se llama @pepitamola.
No estamos ante un caso más de cultura de la imagen, sino al revés. Aquí no hay nadie que se aprovecha de su buena imagen para sacar partido, sino alguien que juega el partido de la vida para cambiarnos la imagen. El síndrome de Down no se mira con los mismos ojos después de ver la alegría, la belleza, la emoción y la vida de Pepita, que incluyen algún berrinche, naturalmente. Pepita le ha dado la vuelta al tópico, al mundo, a los prejuicios. Es una heroína.
En un sentido literal. Una madre, informada de que su bebé venía con síndrome de Down, decidió seguir con su embarazo gracias a Pepita, de manera que ella, con tres años, ha hecho lo que muchos de nosotros no ni nunca: salvar una vida humana. También ha despertado el interés por adoptar niños con síndrome de Down, además de la felicidad que desparrama alrededor, como se ve en sus fotos, que emocionan especialmente cuando sale con sus hermanos.
Pepita ha cambiado el mundo, está dejando huella, subvierte nuestros criterios de utilidad y del sentido de la vida. Yo la seguiría en Instagram, si tuviese, y leería su libro, que voy a leer. Aunque no nos haga falta leerlo para hablar de ella y de su libro. Con reflejar un poco la luz preclara de su ejemplo y de su vida, ya nos deslumbra.
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