El entrenador de Croacia ha llevado a su selección hasta una final de la Copa del Mundo, convirtiéndose en el país más joven, y el segundo más pequeño, que lo consigue. Su fe católica tiene para él mucha importancia: «Rezo siempre antes de los partidos»
Este domingo se celebra en Moscú la final del Campeonato del Mundo de fútbol adonde han llegado las selecciones de Francia y Croacia. Sorprendente, sobre todo, ha sido la llegada del país balcánico, el segundo país más pequeño en disputar un partido de estas características después de Uruguay. Y, en medio de esta sorpresa mundial, en la que destacan futbolistas como Luka Modric o Iván Rakitic, aparece la figura hasta ahora desconocida del seleccionador, Zlatko Dalic, que dirige sus partidos con una mano en el bolsillo, sosteniendo el Rosario que siempre le acompaña.
Reconocido católico, Dalic vivió en sus carnes la guerra que asoló la antigua Yugoslavia –él nació en lo que hoy es una zona bosnia– e incluso fue reclutado para defender su ciudad del genocida Ratko Mladic, conocido como el «carnicero de Bosnia». A pesar de todo, Dios siempre ha estado con él. Cuando fue un futbolista poco conocido y ahora que ha dado el salto al fama como entrenador. Así lo reconoce. De hecho, en una entrevista a la radio católica croata, realizada a mediados de junio, afirma que «todo lo que he realizado en mi vida y en mi carrera profesional se lo debo a mi fe y estoy agradecido a Dios».
Sobre las imágenes en las que aparece con la mano en el bolsillo sujetando el Rosario, dice que siempre lleva uno consigo y que «cuando siento que estoy pasando por un momento difícil pongo mi mano en el bolsillo, me aferro a él y luego todo es más fácil».
Su cargo no le impide hablar abiertamente de sus creencias. De hecho, en diciembre de 2017 concedió una extensa entrevista a la revista de la diócesis de Zagreb en la que aborda un sinfín de temas y, entre ellos, Dios. Ahí recuerda cuando iba a Misa en Livno, cómo su madre le enseñó a rezar y dio con él sus primeros pasos en la fe; y cómo ahora intenta hacer lo mismo con sus hijos. «Todos los domingos intento ir a Misa. La fe me da fuerza, siempre tengo un Rosario en el bolsillo y rezo antes de los partidos. Doy gracias a Dios todos los días, porque me da fuerza y fe, pero también la oportunidad de hacer algo en mi vida. Para mí y mi familia, la fe es extremadamente importante», reconocía.
Y como sostiene que Dios está diariamente en su vida y la de su familia, también habla de los momentos oscuros que le han tocado vivir y de cómo sobreponerse: «Cada uno de nosotros lleva su cruz. Hay momentos pesados en la vida en la que no podemos rendirnos, hundirnos o caernos. Gracias a la fe se puede volver al camino correcto. Llevar la cruz ayuda a ser más fuerte. Porque hay situaciones que parecen no tener solución, pero hay que confiar».
F. O.
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