J. Lozano
Ada Navarro es una joven canaria de Las Palmas que a sus 22 años acaba de concluir la carrera de Filología Inglesa. Pero pese a su corta edad ha vivido una bella experiencia de fe que le ha llevado a la conversión y al bautismo, del que habla con la frescura de haber descubierto un tesoro escondido.
Esta joven nació en una familia no practicante que decidió que tanto ella como su hermano no fueran bautizados. “Crecí sin conocer nada de Dios, fue algo curioso porque a veces por cultura, por el entorno familiar o por los allegados conoces cosas de Jesús o de la Iglesia. Pero fue como si creciera en una burbuja”, cuenta Ada en una entrevista en el programa Cambio de Agujas de EUK Mamie.
Creciendo en un ambiente completamente descristianizado
Su infancia y adolescencia pasó en un ambiente con una ausencia total de religiosidad y de personas de fe. Y al ser una zona turística desde muy joven salía por las noches.
Fue ya en la universidad cuando esta joven conoció por primera vez a una persona practicante. “Conocí una realidad que para mí era inexistente hasta ese momento. Se dio la curiosidad en mí y empecé a hacer muchas preguntas que no me había hecho nunca: ¿Existirá Dios de verdad? Si existe, ¿cómo es? ¿Cómo piensa? ¿Cuál es su Iglesia?”, se preguntaba.
Esta persona le fue mostrando esta realidad del cristianismo pero fue durante su estancia en Alemania gracias a una beca Erasmus cuando tuvo su primer gran encuentro con Dios.
El sagrario de aquella iglesia de Alemania
Ada cuenta que “me fui con lo puesto a Alemania y llegué allí sin tener ninguna vivienda”. Creía que sería sencillo encontrar una casa pero al final la situación se complicó muchísimo.
“Tras un mes día tras día buscando donde vivir recuerdo que iba caminando por las calles de la ciudad y me encontré con una iglesia católica”, explica Ada. Entró en el templo y casi de manera instintiva se acercó al sagrario. “Me planté ahí –prosigue la joven- y dije: no sé si Dios existe o no pero nunca le he pedido nada y le voy a pedir que me dé una casa’”.
Eran las seis de la tarde y a las ocho de la mañana del día siguiente tenía ya una casa para vivir: “Ocurrió de una manera muy especial pues una persona responsable de un departamento encargado de dar casas se acercó a mí, lo cual era muy extraño, y me dijo: ‘tú querías una casa y yo tengo una para ti’”.
Una necesidad de acudir al Santísimo
“Ese fue mi primer encuentro con el Señor”, afirma Ada, que en aquel curso en Alemania fue iniciando una relación con este Dios al que apenas conocía y del que nadie apenas le había hablado. La joven canaria confiesa que “pasé un año muy difícil pero algo dentro de mí me empujaba a ir al Sagrario. Empecé yendo 5 minutos, luego 10 y después media hora o más”.
Frente al sagrario, “y sin saber rezar de manera reglada, me sentaba y era la única manera en la que me podía consolar. Sentía tranquilidad dentro de mí”. Además, durante aquel curso empezó a conocer católicos practicantes, algo que la sorprendió puesto que pasó de no conocer a nadie creyente a ver una realidad existente y extendida.
La JMJ, otro regalo inesperado
Pero aún así Ada seguía pensando que podría seguir creyendo viviendo ajena a la Iglesia. Pero Dios tenía otro regalo para ella antes de volver a España. Una empresa de peregrinaciones la invitó a la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia con todos los gastos pagados. Fue para vivir esta experiencia y allí asegura que descubrió una “Iglesia viva con muchos jóvenes que practicaban su fe por todo el mundo”.
Con esta fuerte experiencia llegó a España y su entorno descristianizado. Pero algo la había marcado de tal manera a esta chica que decidió buscar un grupo de oración y unirse a él. “Me fui así acercando a Jesús y a nuestra Madre. A partir de ahí se me presentó una cruz muy grande y me pidió que la agarrase y le siguiese. La agarré y me dio numerosas bendiciones por lo que un día decidí empezar a formarme para recibir el Bautismo y la Comunión”.
El camino hacia el bautismo
En realidad, confiesa, inició la formación por “curiosidad” y ver cómo era la doctrina católica. De hecho, asegura que “me prometí que si encontraba en el Magisterio algo que no me gustase lo dejaría sobre la marcha pero fue como si el Espíritu Santo me fuera iluminando en cada paso”.
Y así fue como el 4 de junio de 2017, festividad de Pentecostés, recibió el Bautismo y la Primera Comunión. Su familia aunque no entendía muchas cosas decidió apoyarla en este paso.
"Replantear todo mi mundo y mi estilo de vida"
Tras este paso tocaban más cambios en su vida. Ada relata que “me empecé a replantear todo mi mundo y mi estilo de vida, y me di cuenta de que llevaba una vida que estaba bien a los ojos de la sociedad, pero me tenía que plantear que si lo que la sociedad nos vende es lo que Dios quiere, y eso fue para mí una batalla muy grande”.
A su juicio, la sociedad actual “quiere que seamos perezosos, que no tengamos curiosidad de investigar y de tener principios propios. Y tener fe es ir contracorriente…”.
El gran regalo que Ada ha recibido al ser católica es la Eucaristía. “Es un regalo tremendo,siento que gracias a esa fe en su presencia en la Eucaristía es como yo me he agarrado a Él”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario