sábado, 24 de diciembre de 2016

* FRANCISQUILLO.








Desde unos años para acá publico por estas fechas un cuento de Navidad.

Francisquillo se titula el artículo que a modo de cuento se ha publicado en exclusiva en INFORMACIÓN de hoy día de Nochebuena. Con él quiero desearos una FELIZ NAVIDAD a todos y cada unos de mis lectores, amigos, personas queridas de cualquier parte de este pequeño-gran mundo.

Recibid todos un fraternal abrazo,

Jesús Rodríguez Arias




FRANCISQUILLO

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Francisquillo era uno de esos niños despiertos a los que no se le va ni una. Era el pequeño de cuatro hermanos y vivían en un pueblo de costa pues de allí era su mamá de toda la vida.

Tiene recuerdos, los que con su edad se pueden tener, de su padre que venía varias veces al año a casa siempre con una sonrisa, siempre contento y con ganas de estar con sus hijos, con mamá, con la abuela Facunda y con “Sortija” que es la perrita que tienen en casa y que se llama así desde que engullera la de la abuela mientras dormía la siesta.

Cuando se tiene la edad de Francisquillo todos los padres son altos pues se ven desde la altura de los ojos de la misma infancia aunque el suyo, su papá, era el más alto de los demás amigos del colegio y además venía con ese uniforme azul que tanto le favorecía, la gorra en su mano y una maleta que siempre contenía algún regalo.

El papá de Francisquillo era marino mercante y se pasaba largas temporadas en medio de la mar añorando la tierra y sobre todo a su Familia. El papá de Francisquillo amaba su vocación de surcar aquellos mares de Dios aunque con los años que iban pasando sin detenerse cada vez le apetecía más el estar con los suyos, ver crecer a sus hijos y caminar al mismo paso que su mujer que llevaba demasiado tiempo sola.

Para él existía una fecha inalterable que nunca había fallado: La Navidad.

En su casa y en la de sus abuelos se marcaba en el calendario y ninguno podría faltar. Marinos de los de generación en generación no se conoce que ninguno nunca fallase al cónclave familiar de celebrar juntos la Navidad. El Niño Jesús nos regala la oportunidad de acompañarlo en su Nacimiento. ¿Vamos a perdernos esta oportunidad única de estar junto a Él? Y así años tras años la Familia se reunía para adorar al Niño que nacía en Belén y también en cada casa.

La abuela Facunda y mamá hacía tiempo que hacían planes de poner tal o cual cosa en la mesa. Ellas no eran de grandes platos ni de aspavientos innecesarios. Una comida sencilla que lo mejor está alrededor: La Familia.

En estos días Francisquillo está más preocupado de la cuenta y hasta rehúye la conversación con los amigos del colegio. Don Sebastián incluso le ha preguntado qué le pasa pues nos es normal que en estas fechas y más como la celebran en su casa esté así de triste y apagado.

Y es que el otro día “escuchó” una conversación entre mamá, la abuela Facunda y tita Marisa en la que decía que el mar estaba muy picado y el barco de papá llevaba varios días amarrado en el puerto sin poder salir. Que este año se complicaba mucho para poder estar todos juntos en Navidad que es la fecha que la Familia se une para recibir al Niño Jesús.

Vio la cara de preocupación de abuela Facunda, de tita Marisa y sobre todo de mamá a la que hasta se le saltaron las lágrimas de la impotencia que sentía. ¡Y es que la mar es la mar! La abuela Facunda, como buena mujer de marino, cogió la voz de mando y dijo que todo se prepararía como si nada ocurriese porque a lo mejor volvía a puerto en su tiempo y se encontraba todo preparado como siempre y además que el Niño nace y hay que recibirlo como siempre se ha hecho en esta casa de marinos.

Por eso Francisquillo estaba más nervioso, más triste, más preocupado, de lo que pasaba alrededor suyo. Él soñaba con la Navidad para ver a su papá que volvía a casa con esa sonrisa y se sentaba en medio para contar y cantar cosas de la mar como el mejor de los villancicos.

El día llegó, todo preparado, la Familia dispuesta, faltaban dos: Papá y el Niño que no había nacido aún. A unos minutos sonó el timbre y todos callaron. Francisquillo corrió a la puerta y lo vio tan alto, fuerte y con esa enorme sonrisa: ¡¡Es papá!! Mientras la Familia cantaba Noche de Paz porque en ese mismo momento volvía a nacer el Niño en el portal de Belén y de cada casa.

Con este particular cuento os deseo a todos una Feliz y Cristiana Navidad.

Jesús Rodríguez Arias


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