jueves, 3 de diciembre de 2015

EL PAPA RECUERDA A LOS TANTOS ANÓNIMOS BUENOS SAMARITANOS QUE TRABAJAN EN LAS MISIONES





2015-12-03 Radio Vaticana
(RV).- Al recibir a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para laEvangelización de los Pueblos, el primer jueves de diciembre, que analizaron el futuro de la misión “ad gentes”, el Papa Francisco los saludó recordando lo que él mismo pudo ver durante su reciente viaje apostólico al continente africano:
“Estoy de regreso de mi primer viaje apostólico a África, donde he tocado con las manos el dinamismo espiritual y pastoral de tantas jóvenes Iglesias de aquel continente, como también las graves dificultades en que vive buena parte de la población. He podido constatar que, allí donde hay necesidades, casi siempre hay una presencia de la Iglesia dispuesta a curar las heridas de los más necesitados, en los que reconoce el cuerpo llagado y crucificado del Señor Jesús. ¡Cuántas obras de caridad, de promoción humana! ¡Cuántos anónimos buenos samaritanos trabajan cada día en las misiones!”.
Tras destacar que la Iglesia es evangelizadora por su misma naturaleza y aludir al Decreto conciliar Ad gentes y a la Encíclica Redemptoris missio, de San Juan Pablo II, documentos inspiradores de esta Plenaria, el Papa Bergoglio se refirió a la investigación que este Dicasterio llevó a cabo en los meses pasados acerca de la vitalidad de las Iglesias jóvenes, para comprender cómo hacer más eficaz la obra de esta misión “ad gentes”, teniendo en cuenta también la ambigüedad a la que hoy suele estar expuesta la experiencia de la fe.
Por esta razón el Pontífice afirmó que el mundo secularizado, incluso cuando se muestra acogedor hacia los valores evangélicos del amor, de la justicia, de la paz y de la sobriedad, no muestra la misma disponibilidad hacia la persona de Jesús, a quien no lo considera Mesías ni Hijo de Dios, sino al máximo, “un hombre iluminado”. Y agregó que es vital que en el momento presente la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, “sin demora, sin repulsiones y sin miedo” (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 23).
“En efecto, la misión es una fuerza capaz de transformar a la Iglesia en su propio interior antes que la vida de los pueblos y de las culturas. Por tanto, que cada parroquia haga propio el estilo de la missio ad gentes. De este modo, el Espíritu Santo transformará a los fieles rutinarios en discípulos, los discípulos desapegados en misioneros, sacándolos de los miedos y de las cerrazones y proyectándolos hacia cada dirección, hasta los confines de la tierra  (Cfr.Hch 1,8)”.
Después de destacar que los primeros evangelizadores, como los apóstoles Pablo y Bernabé no disponían de un Dicasterio misionero como ahora, el Papa Francisco les agradeció la labor que realizan diciendo textualmente:
“Les agradezco su trabajo de animación y cooperación misionera, con el que recuerdan a toda las Iglesias que, si están constreñidas en sus propios horizontes, corren el riesgo de atrofiarse y apagarse. La Iglesia vive y crece “en salida”, tomando la iniciativa y haciéndose prójimo. Por eso ustedes animan a las comunidades a ser generosas también en los momentos de crisis vocacional”.
Además el Papa les recordó que “la misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana”, dando nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones” (Redemptoris missio, 2).
“En los tantos senderos de la missio ad gentes ya es visible el alba del nuevo día, como lo demuestra el hecho de que las jóvenes Iglesias saben dar, y ni sólo recibir”.
El Santo Padre Francisco al final de su alocución los invitó a rezar y a trabajar para que la Iglesia se asemeje cada vez más al modelo de los Hecho de los Apóstoles, dejándose impulsar por la fuerza del Evangelio y del Espíritu Santo. Y se despidió con estas palabras:
“Que María Santísima, Madre de Dios, san Francisco Javier y santa Teresita del Niño Jesús, patronos de las misiones, iluminen nuestros pasos en el servicio al Evangelio del Señor Jesús. Los acompaño con la bendición apostólica y les pido, por favor, que recen por mí”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)

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