Llegamos a otro 28 de diciembre. Estamos a tan solo tres días para que acabe 2015 que ha sido un año para "todos los gustos".
Hoy que es el día de los Santos Inocentes quiero recordar en mi reflexión a todos esos niños que mueren hoy en día gracias a la aberrante sociedad que entre unos y otros hemos llegados a construir.
Hoy quiero recordar a todos esos niños que mueren en el vientre de la madre por medio del aborto, del negocio del aborto, de la desesperación de muchas mujeres que no le dejan otra opción y de la que se arrepienten mientras vivan. Son muertes por interés de intereses: Políticos y mercantiles.
Hoy quiero recordar a todos esos niños que mueren a causa de las guerras de los mayores. Los que sufren en propias carnes el dolor que significa el ver morir a los tuyos, el desgarro de la más nauseabundas de las muertes. Son muertes por interés de intereses: Políticos y mercantiles.
Hoy quiero recordar a aquellos esos niños a los que le hurtan su infancia, su inocencia, juegan con ellos, los someten a las más duras reglas de la pobreza, los utilizan como mercancía, los degradan a meros objetos sexuales que es otra forma de morir en vida.
Hoy quiero recordar a todos los que actúan así con la niñez, con la inocencia, con el futuro de toda una humanidad que piensan tener en sus manos y quiero recordarles que aunque hoy naden en las redes del poder mañana cerrarán los ojos a esta vida y se irán como nacieron desnudos y lo que es peor: Vacíos.
A lo mejor todo nos pasa porque la mayoría queremos una vida lo más cómoda posible y no ponemos el grito en el cielo, no hacemos sonar la campana ante tantas injusticias, tanto dolor, tanta maldad. A lo mejor en vez de quejarnos tanto de como está todo tenemos que coger las riendas e intentar cambiar las cosas desde nuestros respectivos ámbitos de actuación.
Si no tocamos la campana y ofrecemos tan solo silencio no nos quejemos que el mundo está abocado a un triste fin, que los nubarrones que se acercan se van a detener de la noche a la mañana como si tal cosa.
Sí, a Dios rogando pero nosotros "con el mazo dando".
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Jesús Rodríguez Arias
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