¡Y por fin llegamos de nuevo a diciembre que es el
verdadero preámbulo de un nuevo año en que siempre deseamos y anhelamos que
todo pueda ser mejor!
Es diciembre un mes muy bonito donde se puede
disfrutar del Villaluenga del Rosario más íntimo, familiar, coqueto,
diferente...
Serán las luces que nos animan y anuncian que el
Niño Jesús está pronto a llegar a este bendito pueblo que siempre está acunado
por las montañas, que la ilusión de la niñez embriaga y envuelve a todos sea
cual sea su edad, que más pronto que tarde nuestros Reyes Magos visitarán a
nuestros mayores para después encontrarse con nuestros niños al igual que
hicieron dos mil quince años atrás con Jesús en su portalillo en Belén, será...
Será porque en nuestro bendito pueblo se despide
el año viejo y se recibe el nuevo al son de las campanadas de la Iglesia de San
Miguel Árcangel al calor de la unión y compañía de los vecinos que después de
atragantarse con las correspondientes uvas brindan por todo y todos los suyos
que ya con el pasar del tiempo también son nuestros.
Será porque en estas fiestas tan bonitas y
familiares nuestros ojos seguro se inundan de lágrimas al recordar a personas
tan queridas, tan necesarias en nuestras vidas y que ya caminan por las vereas
de Dios allá donde se pierde la mirada sobre el Caíllo.
Hoy miércoles 2 de diciembre es el anterior a unos
días donde casi todos disfrutaremos de un largo puente como es el de la
Inmaculada y donde esperamos disfrutar de unos días más de nuestro bendito
pueblo pues las obligaciones y responsabilidades me tienen alejado de este
inmenso lugar de lunes a jueves que aunque son pocos días reconozco que ya voy
sintiendo lo que dura “una eternidad”.
Eternidad es no verte todos los días,
eternidad es pensar en ti cada hora,
eternidad es recordarte con alegría,
eternidad es decirte lo que me importas.
Y después de abriros el alma en este apartado que
escribo “desde Villaluenga” en SED VALIENTES que es tan vuestro como el sol
cuando sale de forma majestuosa por el Caíllo o ese lucerillo del alba nos
anuncia cada noche que ya estamos en nuestro bendito pueblo. Tanto mi medio
como yo estamos a vuestra entera disposición para todo lo que necesitéis.
Y hoy quiero escribir una carta a una persona a la
cual le tengo un inmenso cariño a la vez que un admirable respeto. Cariño y
respeto se dan la mano en la figura de Alonso Moscoso Zapata al cual me quiero
dirigir utilizando los viejos resortes con los que nos comunicábamos hace no
tanto tiempo como es la vía epistolar.
Mi querido Alonso:
Antes que nada quiero agradecerte tu constante
apoyo, cercanía, ánimos que me das en todo cuanto hago, escribo, pienso o
realizo en mi día a día y más concretamente con todo lo que tenga que ver con
la pasión que nos une: Villaluenga del Rosario.
Eres el patriarca de una señera Familia donde
todos te tienen de referente, todos valoran tus consejos y tu compañía.
Junto a tu extraordinaria mujer, a la cual no le
gusta ningún tipo de protagonismo, habéis creado una buena Familia pues de
vosotros han nacido dos buenas personas de grandes convicciones y sentimientos
como son José Manuel y Laura.
Alonso, buen amigo, ¿Has visto que preciosa
Familia ha salido de vosotros dos? José Manuel y Delia son padres de dos
preciosos pequeñines: Manuel Jesús y Gonzalo así como Laura y Antonio, conocido
por todos como Nito, lo son de Alba y la pequeñina que lleva por nombre el de
la Madre de Dios y que son a la vez de bonitas muy coquetas.
Vuestra Familia así como la larga saga familiar
del que ya eres el cabeza visible son buenas personas, entregadas y
serviciales, de esas que valen mucho la pena. Me imagino el inmenso orgullo que
debiste tener el día que reunidos os hicisteis esta foto que ilustra esta mi
particular carta.
Ere un hombre querido buen amigo y también
respetado. El cariño y el respeto no son cosas que se puedan comprar, adquirir,
pues no están a la venta. Esta consideración se tiene cuando se conjugan el
factor principal: Un testimonio de vida consecuente, coherente y veraz que
hacen que los demás te respeten y quieran por ser quien eres y nunca por lo qué
puedes ser.
Esta lección de vida, querido Alonso, me la dio
aunque en sentido inverso un señor que ostentaba un importante cargo en una
ciudad y que un día me dijo una frase que me hizo estremecer: “Si no me
respetan que me tengan miedo”. Era de esas personas de actitud y vocación caciquil a la cual casi nadie
hablaba porque era depositario de lo segundo en vez que de lo primero. Me
conoces un poco y sabes que me gusta dar la cara y expresar mi opinión aunque
esta me cueste cara. Le dije que me daba lástima porque era un desgraciado en
definitiva vacío de cariño, de respeto, de admiración al que en su inmensa
soledad lo que le quedaba es dar miedo. Desde entonces me retiró la palabra y
de vez en cuando lo veo sentado en una plaza o paseando por esa impresionante
avenida llena de coches y elevados pisos en la mayor de las soledades. Lo que
él no sabe que todos los días rezo por él.
Por eso recalco tanto que no todos son
depositarios del cariño, del respeto que me tantos me han demostrado que te
tienen.
Desde que te conozco te he visto implicado en todo
cuanto tenga que ver con nuestro bendito pueblo, con sus gentes, sus fiestas,
tradiciones y también devociones siendo la Santísima Virgen del Rosario la que
hace latir tan fuertemente vuestros corazones.
Te quieren mucho, Alonso y lo sé porque tienes
amigos por todos los lados porque la distancia en este caso no es el olvido
sino el permanente recuerdo. Te quieren mucho y tú los quieres a ellos.
Sabes que soy observador por excelencia y no
puedes ni imaginarte lo que transmiten tus ojos, tu mirada, cuando disfrutas de
los tuyos, con tus nietos jugando en la Alameda o viendo a Ignacio que llega de
entrenar para estar preparado pues su oficio, su vocación de torero, le hace
llevar una vida más que sacrificada o a Javier que acompaña a su hermano o sale
en ese momento de su casa para acercarse a donde te encuentras. Son los
hermanos Bonmati uno de tus mayores orgullos y se te nota a la legua querido
amigo.
Hoy he querido escribirte esta carta, dirigirme a
ti por vía epistolar como antaño, porque quería darte las gracias por tu
continuo apoyo, por tus constantes ánimos y por valorarme más de lo que merezco
y en este caso, mi buen amigo, no es falta humildad.
El día menos pensado nos sentaremos para mantener
esa larga charla que hace tiempo tenemos pendiente porque tú como todos los
queridos vecinos de este bendito pueblo formáis parte de la historia particular
de Villaluenga del Rosario que bien sabes es un lugar que me tiene perdidamente
enamorado.
Recibe un fraternal abrazo, que quiero lo hagas
extensivo a toda tu querida Familia, junto a mi cariño personal.
Jesús Rodríguez Arias
Fotos Alonso Moscoso Zapata
Fotos Alonso Moscoso Zapata
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