miércoles, 2 de diciembre de 2015

* DESDE VILLALUENGA: A ALONSO JOSÉ MOSCOSO ZAPATA




¡Y por fin llegamos de nuevo a diciembre que es el verdadero preámbulo de un nuevo año en que siempre deseamos y anhelamos que todo pueda ser mejor!

Es diciembre un mes muy bonito donde se puede disfrutar del Villaluenga del Rosario más íntimo, familiar, coqueto, diferente...

Serán las luces que nos animan y anuncian que el Niño Jesús está pronto a llegar a este bendito pueblo que siempre está acunado por las montañas, que la ilusión de la niñez embriaga y envuelve a todos sea cual sea su edad, que más pronto que tarde nuestros Reyes Magos visitarán a nuestros mayores para después encontrarse con nuestros niños al igual que hicieron dos mil quince años atrás con Jesús en su portalillo en Belén, será...

Será porque en nuestro bendito pueblo se despide el año viejo y se recibe el nuevo al son de las campanadas de la Iglesia de San Miguel Árcangel al calor de la unión y compañía de los vecinos que después de atragantarse con las correspondientes uvas brindan por todo y todos los suyos que ya con el pasar del tiempo también son nuestros.

Será porque en estas fiestas tan bonitas y familiares nuestros ojos seguro se inundan de lágrimas al recordar a personas tan queridas, tan necesarias en nuestras vidas y que ya caminan por las vereas de Dios allá donde se pierde la mirada sobre el Caíllo.

Hoy miércoles 2 de diciembre es el anterior a unos días donde casi todos disfrutaremos de un largo puente como es el de la Inmaculada y donde esperamos disfrutar de unos días más de nuestro bendito pueblo pues las obligaciones y responsabilidades me tienen alejado de este inmenso lugar de lunes a jueves que aunque son pocos días reconozco que ya voy sintiendo lo que dura “una eternidad”.

Eternidad es no verte todos los días,
eternidad es pensar en ti cada hora,
eternidad es recordarte con alegría,
eternidad es decirte lo que me importas.

Y después de abriros el alma en este apartado que escribo “desde Villaluenga” en SED VALIENTES que es tan vuestro como el sol cuando sale de forma majestuosa por el Caíllo o ese lucerillo del alba nos anuncia cada noche que ya estamos en nuestro bendito pueblo. Tanto mi medio como yo estamos a vuestra entera disposición para todo lo que necesitéis.

Y hoy quiero escribir una carta a una persona a la cual le tengo un inmenso cariño a la vez que un admirable respeto. Cariño y respeto se dan la mano en la figura de Alonso Moscoso Zapata al cual me quiero dirigir utilizando los viejos resortes con los que nos comunicábamos hace no tanto tiempo como es la vía epistolar.

Mi querido Alonso:

Antes que nada quiero agradecerte tu constante apoyo, cercanía, ánimos que me das en todo cuanto hago, escribo, pienso o realizo en mi día a día y más concretamente con todo lo que tenga que ver con la pasión que nos une: Villaluenga del Rosario.

Eres el patriarca de una señera Familia donde todos te tienen de referente, todos valoran tus consejos y tu compañía.


Junto a tu extraordinaria mujer, a la cual no le gusta ningún tipo de protagonismo, habéis creado una buena Familia pues de vosotros han nacido dos buenas personas de grandes convicciones y sentimientos como son José Manuel y Laura.

Alonso, buen amigo, ¿Has visto que preciosa Familia ha salido de vosotros dos? José Manuel y Delia son padres de dos preciosos pequeñines: Manuel Jesús y Gonzalo así como Laura y Antonio, conocido por todos como Nito, lo son de Alba y la pequeñina que lleva por nombre el de la Madre de Dios y que son a la vez de bonitas muy coquetas.

Vuestra Familia así como la larga saga familiar del que ya eres el cabeza visible son buenas personas, entregadas y serviciales, de esas que valen mucho la pena. Me imagino el inmenso orgullo que debiste tener el día que reunidos os hicisteis esta foto que ilustra esta mi particular carta.

Ere un hombre querido buen amigo y también respetado. El cariño y el respeto no son cosas que se puedan comprar, adquirir, pues no están a la venta. Esta consideración se tiene cuando se conjugan el factor principal: Un testimonio de vida consecuente, coherente y veraz que hacen que los demás te respeten y quieran por ser quien eres y nunca por lo qué puedes ser.

Esta lección de vida, querido Alonso, me la dio aunque en sentido inverso un señor que ostentaba un importante cargo en una ciudad y que un día me dijo una frase que me hizo estremecer: “Si no me respetan que me tengan miedo”. Era de esas personas de actitud y  vocación caciquil a la cual casi nadie hablaba porque era depositario de lo segundo en vez que de lo primero. Me conoces un poco y sabes que me gusta dar la cara y expresar mi opinión aunque esta me cueste cara. Le dije que me daba lástima porque era un desgraciado en definitiva vacío de cariño, de respeto, de admiración al que en su inmensa soledad lo que le quedaba es dar miedo. Desde entonces me retiró la palabra y de vez en cuando lo veo sentado en una plaza o paseando por esa impresionante avenida llena de coches y elevados pisos en la mayor de las soledades. Lo que él no sabe que todos los días rezo por él.

Por eso recalco tanto que no todos son depositarios del cariño, del respeto que me tantos me han demostrado que te tienen.

Desde que te conozco te he visto implicado en todo cuanto tenga que ver con nuestro bendito pueblo, con sus gentes, sus fiestas, tradiciones y también devociones siendo la Santísima Virgen del Rosario la que hace latir tan fuertemente vuestros corazones.

Te quieren mucho, Alonso y lo sé porque tienes amigos por todos los lados porque la distancia en este caso no es el olvido sino el permanente recuerdo. Te quieren mucho y tú los quieres a ellos.

Sabes que soy observador por excelencia y no puedes ni imaginarte lo que transmiten tus ojos, tu mirada, cuando disfrutas de los tuyos, con tus nietos jugando en la Alameda o viendo a Ignacio que llega de entrenar para estar preparado pues su oficio, su vocación de torero, le hace llevar una vida más que sacrificada o a Javier que acompaña a su hermano o sale en ese momento de su casa para acercarse a donde te encuentras. Son los hermanos Bonmati uno de tus mayores orgullos y se te nota a la legua querido amigo.

Hoy he querido escribirte esta carta, dirigirme a ti por vía epistolar como antaño, porque quería darte las gracias por tu continuo apoyo, por tus constantes ánimos y por valorarme más de lo que merezco y en este caso, mi buen amigo, no es falta humildad.

El día menos pensado nos sentaremos para mantener esa larga charla que hace tiempo tenemos pendiente porque tú como todos los queridos vecinos de este bendito pueblo formáis parte de la historia particular de Villaluenga del Rosario que bien sabes es un lugar que me tiene perdidamente enamorado.

Recibe un fraternal abrazo, que quiero lo hagas extensivo a toda tu querida Familia, junto a mi cariño personal.

Jesús Rodríguez Arias

Fotos Alonso Moscoso Zapata

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